jueves, 24 de mayo de 2018

Un monumento infame en homenaje a la infamia

Monumento a las víctimas del 11-M. Madrid. Junto a la estación  de Atocha.

Vaya por delante mi más sentido homenaje a todas las víctimas del brutal atentado del 11 de marzo de 2004. Homenaje en el recuerdo a los muertos y en la esperanza a los supervivientes. Unos malheridos, alguno en coma. Espero y deseo que a todos ellos, quizá algún día, les asista el convencimiento de que ese puto bombazo no les supuso más que otra de las circunstancias, que no accidente, que nos ofrece el existir, querido o no querido, pero real y obligatorio. Y que no pase de ser, al fin y al cabo, una chinita más en el camino insufrible de la vida diaria; cabrona, pero vida. 


Y ello viene a cuento, porque hoy he tenido la oportunidad de ver en directo —o no ver— esa cosa que han puesto enfrente del Ministerio de Agricultura, al lado de la, para nosotros los de Ciudad-Real, Estación del AVE, que es la Estación de Atocha para el común de los mortales: Un cilindro de duralex, como los vasos de nocilla-montilla, mutación del cubismo picasiano en vivienda social de ese mundo inmundo del arte con servicio post-venta, muy necesitado de explicación por el propio o los propios “artistas”, todos ellos bien subvencionados y mantenidos para mayor gloria del socialismo y arriba parias de la tierra. Esos “artistas” que parecen decirnos: “Os vamos a dar por culo con el culo del vaso de cristal de bohemia”, el mejor, sin duda, para albergar y trasegar un buen güisqui de Escocia. Como así diría el artífice de las más altas glorias de la literatura —Janli no, por favor— y de las más bajas componendas.  

Eso más que un homenaje, parece una puntilla. Una humillación para el recuerdo. Una puñalada trapera en la más insensible de las insensibilidades. Un salir del paso, un cumplir el expediente, una insensatez sin necesidad de barrer las esquinas. Un insulto a nuestras Dolorosas, Esperanzas, Cristos de los Gitanos, Salzillos, Gregorios, Desprendimientos, Cautivos, Huertos, Nazarenos… Una masturbación no placentera a cuenta de los más queridos entre los más queridos. Un mal sueño entre pesadillas de escarnio, una blasfemia entre cantos gregorianos mañaneros, de torrijas y almendras fritas. Tan es así, que el planeta Venus ha decidido cambiar de órbita para no encontrarse en Luna de agosto con semejante gilipollez. Saturno, a su vez, ha resuelto multiplicar sus aros para impedirse a sí mismo la visión de tamaña estupidez. Y Selene, cobijadora de tantas historias de amor y desamor humanos, quizá dimita como satélite de nuestra querida Tierra, sin esperar a los resultados del pretendido cambio climático, que aboga por la desaparición de su planeta consorte. Sí, nada menos que la Luna lleva trazas se esconderse en el infierno, a la espera de la llegada de los autores de tamaña infamia.  

Lo que se merecen las Víctimas del 11 de marzo de 2004, como todas las víctimas del sinsentido nacionalista, separatista y totalitario, no es sino un monumento en homenaje a su dolor y esperanza, que es el nuestro y la nuestra. Y nuestra querida Patria, occidental y cristiana, tiene sobrados argumentos de homenaje: sus Dolorosas y sus Esperanzas. Al menos en su honor, siempre se ha tocado y se toca el himno español. A eso no le cabe ni el “miralá, miralá”.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 25 de marzo de 2007

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