domingo, 6 de mayo de 2018

¡Será posible: Basura sí y agua no!

¿Qué pensaría usted si a su pueblo llegaran cada día 50 toneladas de basura orgánica procedentes del pueblo vecino? ¿Qué seguiría pensando si, además, ese vecino le hubiese negado una parte mínima del agua que le sobra? Si le apetece leer el artículo que sigue a la imagen, verá que estas cosas suceden en lo que una vez fue España.

Se confirma para qué nos quieren a los murcianos los nacionalistas catalanes: para que les recojamos la mierda y le hagamos el trabajo sucio. Así de claro. Así de indignante. Ha sido de tal modo durante décadas, desde que en los años veinte del siglo pasado apareció por Murcia un grupo de empresarios catalanes y se llevó varios trenes abarrotados de obreros, más otros murcianos que les siguieron por iniciativa propia. La contratación de tanto obrero fue con el propósito de que construyeran el metro Transversal de Barcelona, hoy Línea-1, y las instalaciones de la Exposición Universal de 1929. Muchos de los habitantes del barrio de La Torrasa en Hospitalet o de la Barceloneta en la propia Barcelona podrían hablar largo y tendido respecto del origen de sus ascendientes.


Esos obreros murcianos llegados a Cataluña toparon de inmediato con las organizaciones sindicales catalanas, especialmente con la CNT-FAI de carácter anarquista —fundada en 1910 en Barcelona, y de gran arraigo—, que exigían para sus afiliados unos salarios exorbitantes que los patronos no estaban dispuestos a pagar, de ahí su alternativa de buscar mano de obra foránea. Los sindicatos catalanes, muy radicalizados desde antes de la Semana Trágica y hasta el final de la Guerra Civil, reaccionaron a la desesperada, declararon esquiroles a los obreros murcianos y así se les adjudicó una mala fama que, si bien atenuada, aún perdura. Porque si algo caracteriza a los catalanes en general es la propensión para conservar las tradiciones, tanto las buenas —la inmensa mayoría de ellas—, como las malas —que no son pocas.


Mucho ojo, al principio he hablado de nacionalistas, no confundir en ningún caso con los catalanes en su conjunto, donde precisamente se integran varios cientos de miles de murcianos y sus descendientes. Quede claro, pues, que me refiero exclusivamente a esos nacionalistas, confesos o no, que no dudan en pronunciar frases semejantes a esta: “A los del sur, ni agua, que la derrochan”, como hizo el infame Pascual Maragall cuando se opuso con uñas y dientes al Plan Hidrológico Nacional y presionó hasta el delirio para que su “ahijado” político, el bobo solemne, lo suspendiera con gran rapidez aun cuando ya se habían licitado más del 30% de las obras, hasta el punto de que esa suspensión vino a ser una de las primeras medidas tomadas por Zapatero.

Pues bien, ahora se ha sabido que desde el pasado mes de agosto de 2006 y hasta el próximo mes de junio, como mínimo, mientras duren las obras de reforma de la planta de reciclaje en la Zona Franca de Barcelona, dos camiones diarios de residuos orgánicos, de 50 toneladas cada uno, llegan diariamente a Murcia y depositan aquí su pestilente carga, según ha confirmado Carles Conill, gerente de la Entidad Metropolitana de Medio Ambiente, en una información que hoy ofrece el diario barcelonés La Vanguardia. Lo que supone una cifra mínima de 30.000 toneladas de desechos orgánicos. Bien, muy bien, y algún que otro bobito practicando el ineficaz boicot al cava. ¡P’amearse!

Lo que no se atreve a confesar el tal Conill, y no es difícil deducir el motivo de su discreción, es el municipio o planta transformadora que en Murcia se viene haciendo cargo de los residuos. Incluso si aquí, en Murcia, existiera una planta que cumpliese con las condiciones necesarias para transformarlos, algo que cabe dentro de lo posible puesto que la industria química posee un gran arraigo en esta zona a partir del espectacular desarrollo del valle de Escombreras, no parece de recibo, en vista de la insolidaridad manifiesta de los políticos catalanes, que los murcianos seamos adecuados para recibir sus basuras pero no su agua. Bueno, lo de “su agua” es un decir, porque las cuencas hidrográficas son un patrimonio común de todos los españoles y además competencia exclusiva del Estado, como así lo determina el Artículo 149-22 de la Constitución.

En resumidas cuentas, que una vez más queda lo suficientemente clara la actitud del nacionalismo, esa ideología arbitraria, codiciosa, inmoral, antidemocrática e insolidaria que ha conseguido, para desgracia de muchos, construir una gran prisión donde aloja a siete millones de ciudadanos catalanes. Eso sí, con ánimo expansionista y deseo de extender la zona de reclusión a lo que ellos, con gran insolencia, denominan Països Catalans, cuyos teóricos límites comprenden una parte de la Región Murciana. Quizá es ahí, en esa parte, donde sueltan su basura orgánica, valga la demagogia como sustitutivo de la indignación.

De todo esto, así como de otros muchísimos detalles que definen rotundamente al nacionalismo y lo catalogan de ideología perversa, es posible extraer una conclusión: Del mismo modo que en algún país del este de Europa se ha condenado al comunismo por “ilegítimo y criminal”, precisamente porque lo han padecido durante años y años, no me extrañaría que el hastío de los ciudadanos españoles hacia el nacionalismo, causa principal de los males que afectan a España desde hace muchas décadas, acabase por darle el poder a una formación política que incluyera en su programa la intención de declarar ilegales a ese tipo de partidos, comenzando desde luego por los totalitarios catalanes, especialmente por cierto grupo de desalmados que campan en la ilegalidad bajo las siglas de ERC. Porque el nacionalismo catalán, recordémoslo, fue el precursor en nuestra patria de tal abominación política, en la que incluso el perturbado y xenófobo Sabino Arana tuvo su referente en el que fijarse para copiarlo.

Autor: Policronio
Publicado el 6 de enero de 2007

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