Lo más fácil para muchos ciudadanos, de momento, ha sido no acudir a las citas de Madrid y Bilbao, convocadas respectivamente por los sujetos de la imagen. |
La manifestación de ayer en Madrid fue un rotundo fracaso si es que debe ser juzgada por la cifra de participantes, apenas 200.000. Otro tanto podría decirse de los 80.000 asistentes que ayer, en Bilbao, secundaron a Ibarretxe. Ni los convocantes madrileños ni los vascos lograron atraer el entusiasmo de esas multitudes que ansiosamente esperaban reunir, no en balde se jugaban las habichuelas políticas en ello, y tan sólo consiguieron reclutar a los paniaguados de siempre, esos individuos que nunca faltan a los llamamientos callejeros de la izquierda o el nacionalismo porque saben que, de un modo u otro, en tales circunstancias se suele "pasar lista" o exigir el certificado médico que justifique la falta de asistencia. Y claro, como los mantenidos del poder desean conservar la canonjía, pocos faltaron a los pasacalles de ayer en apoyo de sus respectivos amos.
No entraré a valorar la hipocresía de unas pancartas en las que se pedían paz o diálogo, como si nos encontráramos en guerra frente a una gran potencia o no fuese posible hablar de la forma más nítida en la que un ciudadano puede hacerlo, mediante el voto. Tampoco destacaré lo acertado del PP y de la AVT al eludir unas marchas que iban descaradamente en contra de ambas organizaciones, como así se demostró con la exhibición de carteles y gritos insultantes hacia ellas. Ni me interesa subrayar, y por eso lo eludo, que las concentraciones de allegados al poder estaban destinadas a reforzar la autoestima de un gobierno nacional (¿?) y otro nacionalista (¡!) venidos a menos como consecuencia de sus desastrosas trayectorias políticas, sus muchas arbitrariedades y sus numerosos enredos.
Lo que sí quisiera comentar, quizá con un cierto optimismo, es la debacle que para Zapatero e Ibarretxe suponen unos resultados tan magros a pie de calle. Veamos: Si desde ese poder que no dudan en usar al modo más caciquil y partidista, contando con cuantos medios de difusión apetecen y echando previamente la carnaza de los llamados artistas e intelectuales -que en realidad no son más que bucelarios al servicio del hampa gubernamental-, han logrado juntar a cuatro gatos desmelenados, eso quiere decir que el pueblo es más sabio de lo que ellos suponen y que ese pueblo comienza a rechazarlos por considerarlos nocivos a sus intereses. Porque esta es la cuestión de fondo: El conjunto de los ciudadanos suele valorar muy negativamente que un gobierno -sea nacional, sea regional- se dé el pico a todas horas con una banda de terroristas mientras éstos, entre bombazo y bombazo, no dejan de practicar el terror en forma de asesinatos, extorsión, violencia callejera o intimidación.
Es preciso añadir, finalmente, que circulan encuestas recientes en las que aparece el rechazo de entre el 70 y el 80 % de los ciudadanos a la negociación con la banda terrorista ETA. O para ser más preciso, esas encuestas representan desmantelar unas manifestaciones compuestas esencialmente por mercenarios y radicales de todo pelaje. Y es que, cuando a un Gobierno, como logro más característico de su política, sólo le es posible aportar una continuada traición a la patria, algo que ha venido efectuando mediante la elaboración de leyes perversas concertadas con los partidos que desean destruirla, entonces no hay más remedio que definir a ese gobierno como inmoral y básicamente dañino. Cuando el mismo gobierno ha logrado, además, la división de los ciudadanos en dos grandes bloques irreconciliables, y lo ha hecho para encubrir su trayectoria transgresora de la ley, en tal caso es lógico afirmar que el conjunto de los españoles hemos sufrido un tremendo golpe de infortunio.
Decía Aristóteles que "en las adversidades sale a la luz la virtud". Es muy posible que la adversidad o infortunio de contar con políticos manifiestamente dispuestos a la creación de regímenes totalitarios -casos descarados de Zapatero e Ibarretxe- al fin lleve al pueblo español, más correoso y menos resignado de lo que piensan, al convencimiento de que no le conviene en absoluto secundar unas posturas tan infames que, por otra parte, no fueron incluidas en los correspondientes programas electorales. Lo más fácil para muchos ciudadanos, de momento, ha sido no acudir a las citas de Madrid y Bilbao. Lo segundo más fácil está por llegar: Escoger la papeleta adecuada en las elecciones de este mismo año -autonómicas y locales- y especialmente en las de 2008, momento ideal para darle un portazo en las narices al nocivo malversador de la patria española.
Autor: Policronio
Publicado el 14 de enero de 2007
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