Presentamos hoy otro documento excepcional que hace referencia a la "Memoria Histórica". La excepcionalidad viene dada por tratarse de una narración de quien fue testigo directo de un suceso violento en el año 1934, la muerte del comunista Joaquín de Grado. El testigo vive aún para contarlo y así lo ha hecho para la sección "Memoria histórica para todos" de Batiburrillo. No es la primera vez que el autor de estos relatos, D. Rogelio Latorre Silva, nos envía una crónica de la época que directamente le tocó vivir. Considerando el tiempo transcurrido, más de 70 años, y que el autor conserva una espléndida lucidez a pesar de su avanzada edad, sin duda es un lujo que su texto pase a nuestras páginas.
Los editores
He aquí el valioso testimonio:
Contribución a la "Memoria Histórica"
Voy a referirme a la muerte de Joaquín de Grado, jefe del Radio Comunista de Cuatro Caminos (Madrid). Me duele tener que hacerlo, pero me veo obligado a ello para seguir la corriente iniciada hace unos pocos años. Lo contaré en tres párrafos: el primero constituye un a modo de preámbulo, para más fácil comprensión de los hechos por parte del lector; el segundo relata lo que presencié y la información que, acto seguido de que Joaquín de Grado fuera herido, recibí sobre el terreno, que no dudo es cierta puesto que parte lo vi personalmente y el resto lo obtuve preguntando a personas que, tras el suceso, deambulaban por Cuatro Caminos, ya que se había convertido en un hervidero. De estas últimas no me responsabilizo, pero los sucesos estaban muy recientes y a la gente, fuertemente impresionada, no se le ocurre mentir. Tal vez exagerar. El tercer párrafo se refiere a informaciones que obtuve posteriormente, en distintos días y por diferentes fuentes. No era ocasión en que ninguno de aquellos con los que hablé tuviera interés en mentirme, por lo que creo que son hechos ciertos, pero no puedo asegurarlo en la forma terminante como relato el momento en que el comunista Joaquín de Grado fue alcanzado por la bala disparada por el falangista al que perseguía con el propósito manifiesto de lincharlo. Recordemos, al efecto, que Joaquín encabezaba un numeroso grupo de correligionarios que corrían tras el falangista.
Repasando las páginas de Internet, encontré varias alusivas al caso, algunas de miembros del Partido Comunista de España, que se refieren a Joaquín de Grado, "asesinado [según ellos] por los falangistas". Para que, quien quiera, pueda comprobar que lo que digo es cierto, marco el camino más sencillo, que es abrir Google, escribir "Joaquín de Grado" y aparecen varias páginas en español que se refieren a dicho joven. Así:
1ª- En la titulada <El Movimiento de Asturias/Historia del Partido Comunista>, se escribe el párrafo: "de los impresionantes actos de protesta por el asesinato, por los pistoleros fascistas, de la joven socialista Juanita Rico y del joven comunista Joaquín de Grado".
2ª- En HISPANIA NOVA. Revista de Historia contemporánea>, uno de sus párrafos se expresa: "El 29 de agosto murió un miembro del Comité Central de la UJCE, (Unión de Juventudes Comunistas de España) llamado Joaquín de Grado, de 27 años, en un enfrentamiento en Cuatro Caminos, con miembros de los Sindicatos falangistas. El sepelio fue organizado por una comisión formada, entre otras organizaciones, (la mayoría sindicatos de su oficio)". Etc.
3ª- <1934. Comunistas intentan impedir la venta de la revista FE en Cuatro Caminos>. Escrito a modo de Efemérides, en la hoja correspondiente al mes de agosto, día 30, donde figura: "Día 30. Madrid. Comunistas intentan impedir la venta de la revista FE en Cuatro Caminos, muriendo en la refriega Joaquín de Grado, miembro del Comité Central del Partido Comunista".
4ª- <Nuestra Revolución. Página dedicada a Ramiro Ledesma Ramos>, en uno de sus párrafos escribe: "En vista del éxito [de la propaganda falangista entre los obreros, en su intento de captar a aquellos que, hartos de huelgas e incidencias, no deseaban más que paz], el Partido dedicó toda la atención posible a estos trabajos sindicales. Grupos de obreros nacional-sindicalistas, con la colaboración de los demás camaradas del partido, iban a los barrios proletarios y repartían profusamente hojas de propaganda, invitando a todos los trabajadores a ingresar en estos sindicatos y a abandonar la disciplina roja. El propósito era arduo. Y más cuando culminaba la preparación revolucionaria marxista. El día 30 de agosto se produjo en Cuatro Caminos un choque violento entre los que distribuían hojas nacional-sindicalistas en esa Glorieta, dirigidas a los parados y un nutrido grupo de marxistas. Los dos bandos hicieron uso de las armas y resultó muerto uno de los dirigentes del partido comunista, Joaquín de Grado, que tomaba parte en la pelea".
Este relato es el que más se aproxima a la verdad, pero tiene la influencia de la propaganda comunista: Ni hubo enfrentamiento entre grupos, ni los grupos hicieron uso de las armas. Hubo un solo disparo y fue en la calle de María de Guzmán. En aquellos días, el paro y la penuria entre los obreros eran pavorosos. Desconozco en que forma, pero Falange había conseguido una oferta por parte de empresarios gallegos (no estoy seguro, pero creo que eran de Villagarcía de Arosa) para dar trabajo a obreros de sus sindicatos, en aquella época la CON-S (Central Obrera Nacional-Sindicalista que, con posterioridad a la guerra se denominaría la CNS,) a cuyo frente estaba Manuel Mateo, un obrero (creo que del Sindicato del Metal), de unos 40 años, afable, inteligente y muy trabajador, ilusionado, como todos los falangistas, en redimir al obrero de la aterradora miseria en que se encontraban sumidos. Esta es la razón del reparto de hojas a que se refiere este apartado y esto es lo que estaban haciendo los dos falangistas asaltados por Joaquín de Grado y sus hombres en Cuatro Caminos. Empezaron a repartir las hojas y no encontraron oposición. Tal vez, malas caras. Pero alguno de los presentes fue al local donde se asentaba el Radio Comunista de Cuatro Caminos, donde en aquellos momentos estaba Joaquín de Grado y un grupo de correligionarios. Joaquín salió disparado al frente de ellos hacia la glorieta de Cuatro Caminos y, en su marcha, se agregaron otros de ideología semejante, hasta alcanzar unos 40 o 50. Al verlos llegar, los dos falangistas, en evitación de lo que les auguraban, salieron corriendo. Lo que siguió ya lo relato más adelante.
Numerosas páginas de Google son idénticas a las expuestas o con variantes insignificantes. Pero en todas, aparece la versión: "asesinato por los falangistas" o, en el mejor de los casos, "encuentro entre falangistas y comunistas". No hubo tal: los falangistas eran solo dos.
Expuesto el preámbulo, inicio el primer párrafo: En aquella fecha yo vivía en la calle de María de Guzmán, en el primer piso de la casa entonces número 3, actualmente 9. La parte de la manzana enfrente de mi casa correspondía, y sigue correspondiendo, en su totalidad a la tapia de un convento de religiosas dedicado a la enseñanza, colegio denominado La Divina Pastora. Era agosto, hacia calor y teníamos las ventanas abiertas, lo que nos permitió sentir un fuerte tumulto y griterío amenazador. Nos asomamos al balcón en el momento que, por la calle de Santa Engracia, procedentes de Cuatro Caminos, aparecían dos jóvenes corriendo, distanciados uno de otro unos 25 metros. A unos 50 del último, una masa de 40 o 50 personas, aproximadamente de la misma edad, encabezada por un hombre joven, (luego me enteré que tenía 27 años), fuerte, de apariencia deportiva, corrían tras ellos, vociferado amenazas de linchamiento. Perseguidos y perseguidores tomaron la acera de enfrente de mi casa y siguieron corriendo.
Pero el más rezagado de los perseguidos iba poco a poco perdiendo terreno, por lo que, en un momento dado, al pasar junto a un farol que estaba aproximadamente a media manzana, se paró, apoyó la mano izquierda en él, tal vez agobiado por la fatiga y extrajo un arma de la cintura, con la que hizo un solo disparo, disparo que alcanzo a Joaquín de Grado, que encabezaba a los perseguidores. Todos los componentes de este grupo se detuvieron a recoger a Joaquín, mientras que el falangista reanudaba la carrera, perdiéndose de mi vista al tomar la calle Alenza en dirección a Ríos Rosas. A Joaquín, que lo habían recogido entre cuatro o seis compañeros suyos, le transportaron en volandas, calle arriba, en dirección a la Casa de Socorro de Cuatro Caminos (estaba situada en un edificio de ladrillo rojo, propiedad del Ayuntamiento, en la confluencia de Santa Engracia con la Glorieta de Cuatro Caminos, edificio que todavía existe). El herido debió ser alcanzado por la bala en el vientre, en alguna arteria muy importante, pues a pesar de la ropa, manaba la sangre a borbotones, probablemente en consonancia con los latidos del corazón, en forma espectacular y verdaderamente sobrecogedora.
Siempre dudé de que hubiera llegado vivo al puesto de socorro, pues tuvo que perder muchísima sangre. Y aunque para trasportar al herido bastaban seis hombres, el resto del numeroso grupo abandonó la persecución, no sé si con el propósito de ayudar a los porteadores o convencidos de que seguir con el propósito de linchar a los falangistas podía tener malas consecuencias para ellos. Esto me recuerda un cuento que se hizo muy popular durante el siglo XIX: Falta Castilla de personal suficiente para llevar a cabo la siega, acudieron segadores de otras provincias. Acabada la faena, y cobrado su dinero, regresaba un grupo de unos 40 o 50 hacia sus casas, cuando al atravesar el Alto del León, fueron asaltados por un bandido que llevaba un revolver. Los desvalijó del producto de su trabajo y de todo objeto de valor del que eran portadores y huyó. Cuando presentaron la denuncia, el juez, asombrado, les preguntó: "Pero, ¿cómo se dejaron atracar?". A lo que contestaron: "¿Y qué íbamos a hacer? Estábamos solos". Volviendo al año 1934: esto es lo que vi y aseguro que lo narrado es totalmente cierto.
Lo siguiente, el segundo párrafo, son comentarios e informaciones obtenidas a posteriori y, por tanto, lo relato como complemento, pero sin asegurar su total veracidad: Bajé a la calle, a la glorieta de Cuatro Caminos, que estaba efervescente, todo el mundo comentando los hechos, pero que, al ser "noticias frescas", es muy probable fueran veraces. Todos eran, al menos lo parecían, correligionarios de Joaquín o de ideas políticas afines. Me contaron que dos jóvenes se habían puesto a repartir unas hojas a la salida del Metro y que, al comprobar que era propaganda "fascista", algunos fueron a informar de ello al Radio Comunista de Cuatro Caminos, donde se encontraba el que me dijeron era su jefe, Joaquín de Grado. Joaquín emprendió la carrera hacia Cuatro Caminos, seguido de un grupo que cada vez se iba engrosando más. Los falangistas, repito que solo eran dos, al ver lo que se avecinaba y el propósito manifestado a voces de lincharles, sin dudar se dieron a la carrera por Santa Engracia, descendiendo luego por María de Guzmán y a partir de este momento ya he expuesto lo que vi.
No hubo más enfrentamientos en la zona, como hubiera sido natural en el caso de que los falangistas hubieran constituido un grupo numeroso. La única arma de fuego de la que se hizo uso, fue la que ocasionó la muerte a Joaquín. El falangista que hizo el disparo pudo matar a mansalva a más personas, pues tenía un fácil blanco en el compacto grupo que le seguía. No quiso hacerlo o consideró preferible huir, al ver que los perseguidores abandonaban la caza. Estos no debían tener ningún deseo de proseguirla, pues lo lógico es que, al ser muy superiores a sus oponentes, hubieran continuado la persecución. Precavidos, los 40 o 50 optaron por renunciar a sus presas y se dedicaron, todos, a trasladar a Joaquín, donde tanta gente no hacía más que estorbar, pues cuatro o seis eran suficientes para tal menester.
El tercer párrafo constituye el relato de datos obtenidos con posterioridad a aquel día. El falangista que hizo el disparo se apellidaba G-R (apellido compuesto, que no debo dar, pues no he recabado, ni he podido hacerlo, autorización para ello). El mismo día de los hechos, tal vez el siguiente (recibí ambas versiones), se trasladó a Ferrol (La Coruña), donde un tío suyo era Comandante del Cuerpo Jurídico de la Armada, ingresando en el de Infantería de Marina. Y ya no he tenido más noticias de él. Supongo que la guerra le sorprendería en la zona nacional y tomaría parte en ella. Del otro falangista, no tuve información alguna.
Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 22 de febrero de 2007
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