viernes, 4 de mayo de 2018

Inmoralidad de la clase política izquierdista

Solio un verdadero anormal, como le sucedió a Zapatero, puede llegar a creer que es posible pactar con estos degenerados etarras. 

Entre los años 1977 y 1981, es decir, durante los años más duros -los años de plomo- del terrorismo vasco, del aranismo escindido del PNV, la banda terrorista marxista-leninista ETA se llevó (oficialmente) por delante la vida de 321 personas en 325 atentados, amén de miles de heridos de diversa consideración. Añádanse a ello la friolera de 40 secuestros y las víctimas, que todavía no sabemos por qué no se computan, del Hotel Corona de Aragón: 78 muertos y más de 130 heridos. Una verdad ocultada por las autoridades del momento, tan tramposas respecto a la verdad de este atentado, como las actuales respecto al 11-M. Por lo visto, estamos en un país en el que la verdad duele a las clases dirigentes. Si Ortega levantara la cabeza...


En aquellos años, a nadie se le hubiera ocurrido abrir un "proceso" de las características del abierto por el abyecto Rodríguez Zapatero. Todo lo más, si algún terrorista sin delitos de sangre dejaba las armas, estaba un tiempo en la cárcel y posteriormente se reinsertaba. Hubo también el caso de los famosos “polis-milis”, que se disolvieron, integrándose en su mayoría en Euskadiko Ezkerra. A nuestro juicio, esta fue una metedura de pata de la UCD, puesto que ETA continuó como estaba y muchos ex etarras participaron de la vida política como si no hubieran hecho nada. Pero bueno, valga a efectos dialécticos que esta "gente" entró al terrorismo durante la Dictadura y que entonces aceptaron la democracia.

En los años 90 se puso de moda la siguinte secuencia temporal: 1) atentado de ETA; 2) repulsa del Lendakari y demás patulea nacionalista; 3) y al cabo de los días, replanteamiento y petición de diálogo para solucionar una cosa que llaman "konflikto". Aquí Arzallus tenía un papel preponderante en sus pláticas auxiliadoras de etarras. Normalmente, los políticos españoles todavía guardaban un mínimo de decencia. A felipistas y aznaristas ni se les pasaba por la cabeza hablar de diálogos ni puñetas de esa clase, salvo para negociar la entrega de las armas. Lo que se decía era que los asesinos terminarían pudriéndose en las cárceles, que los terminarían cogiendo estuvieran donde estuvieran, etc. aunque luego, por desgracia, se aplicaban todo tipo de beneficios penitenciarios. Pero ya decimos, todavía quedaba un mínimo de dignidad.

Hoy, al filo del año 2007, se ha puesto de manifiesto que un sector de la clase política española está enferma. Existe una degradante degeneración mental que ya se puso de manifiesto en los últimos atentados mortales de ETA hace unos años, cuando los periodistas e ideólogos más radicales de la izquierda (María Antonia Iglesias, Rafael Torres, Jorge Vestrynge, Antonio Álvarez-Solís, Rodríguez de Miñón, etc.) pedían con toda su cara en las tertulias inclusive el mismo día de los atentados que el Gobierno se sentara a "hablar" con ETA y a entregarles todo lo que hiciera falta para que no hubiera más atentados. Defendían la misma sórdida "paz" que la de los nazis austriacos en 1938. Quizás porque habían aprendido mucho de ellos. 

Escuchar a un sujeto de la calaña de Llamazares que es "necesario tomar nota de la ruptura unilateral de la tregua por parte de ETA", como si los meses de terrorismo que lleva padeciendo el País Vasco no hubieran constituido pruebas suficientes; o decir que "Arnaldo Otegi no ha estado a la altura", como si un terrorista tuviera alguna altura moral de la que esperarse algo... resulta sencillamente repugnante.

Igualmente escandaloso nos parece escuchar a Rodríguez Zapatero, desde su atalaya virtual, que no va a romper, sino a "suspender" los contactos con los asesinos vascos. Después de que durante tantos meses nos había dicho eso de que primero la "paz" y luego la "política" y que no habría contactos mientras no se verificase la voluntad inequívoca de ETA de abandonar las armas. Pero ¿es que no ha quedado completamente clara la voluntad asesina de los terroristas vascos? ETA ha dicho en infinidad de ocasiones que se debía hablar de política y jamás ha mencionado la entrega de las armas o la rendición de ningún tipo. Lo de Zapatero es patético: 24 horas después de presumir de que en estas Navidades ya no habría bombas, ETA le de con un bombazo en las narices. Más patético todavía es escuchar al Presidente hablar de "suspensión" del diálogo con ETA, como si fuera él y no ETA quien lo ha roto. ¿Cómo se suspende lo que está ya suspendido por una de las dos partes?

La clase política izquierdista ha perdido el norte. Aquí ya se habla de diálogo a las pocas horas de cometer un brutal atentado en el que han fallecido dos personas, existen decenas de heridos y el Equipo de Emergencia de Cruz Roja tuvo que atender a 500 viajeros afectados. Es una vergüenza. Es patético. Qué izquierda más degenerada tiene España.

Autor: Smith
Publicado el 31 de diciembre de 2006

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