Justo al día siguiente de que Zapatero apareciera ante los medios para decirnos ¡Qué guapo soy, qué tipo tengo y estoy mejor que hace un año pero menos que mañana!, una furgoneta con 200 kilos de explosivos le descompuso la figura chulesca, hasta el extremo de hacerle tardar nueve horas en dar la cara, y le dejó como a esos perrillos poco acostumbrados al estallido de los cohetes de feria que bajan la colita y se giran a todo correr hacia la casa del amo. Tal fue la sensación que me dio cuando al saltar por los aires la T-4 de Barajas, tocado y hundido, quedó al descubierto el alelamiento de un tipo simplón que ha venido creyéndose alguien por el simple hecho de sacar el gordo del Euromillones en el sorteo celebrado el 11 de marzo de 2004. En efecto, de bombazo en bombazo y tiro por que me toca, sería una definición apropiada para algunas trayectorias políticas cuando el talento permanece al margen o ha sido puesto en fuga en lo tocante a las labores de gobierno.
A la figura torera de nuestro hombre, que diría la taurófila Narbona, hay que añadirle la cualidad del empecinamiento, algo que traducido al román paladino significa que nos las habemos ante uno de esos elementos que nunca se equivocan y que perseveran tercamente en el traspié que precede al encontronazo, como puede deducirse de sus declaraciones a posteriori, en las que aseguró que había ordenado suspender el “Proceso”. ¿Suspender? Me pregunto si ante la espectacular exhibición pirotécnica de las sabandijas etarras en la T-4, con dos ecuatorianos oficialmente fallecidos a efectos diplomáticos —según le confesó Moratinos al embajador de Ecuador y le negó a la prensa española—, la palabra más apropiada es “suspender”. Aunque pensándolo bien, quizá sí resulte adecuada para definir una trayectoria política, la de Zapatero, que respecto a las cuestiones de seguridad —delincuencia no etarra incluida— ha resultado un auténtico pardillo al que adjudicándole un suspenso se le daría una buena nota.
Ahora bien, el hecho de que sólo se suspenda el “Proceso”, curiosamente llamado de “paz” hasta hace apenas unas horas, acaso querrá decir que tiene intención de reanudarlo en cuanto se haya extinguido la gran fumarola de la T-4. O lo que es lo mismo, aspirará a reavivarlo en cuanto le convenga aplicarse una nueva capa de cremita pacifista en vísperas electorales. No sería yo de los que respondiese con un no a semejante interrogante. Más que nada, porque mi desconfianza en este marrullero es tan absoluta, que donde él dice “suspender” yo leo “ocultar”. Como ocultados fueron, desde el 2004 para acá -otros hablan de 2000 o 2002- y porque así convenía a los entonces ansiosos del poder, los numerosos contactos establecidos entre la franquicia vasca del PSOE, con un Redondo Terreros debidamente puenteado, y lo más granado —marcialmente hablando— de la sanguinaria banda terrorista ETA, valga la “tetradundancia”.
¿A qué conclusión puede llegarse visto el enfurruñamiento temporal —colita baja— del máximo encargado de velar por la seguridad de los españoles? ¿Qué significa ese pueril ¡ahora no juego!, pronunciado por alguien tan deseoso en apariencia de reanudar el partido? Buenas preguntas, ¡vive Dios! Preguntas a las que, me temo, solamente cabe atribuirles una respuesta: Zapatero no cancelará definitivamente sus negociaciones con los asesinos, hagan éstos lo que hagan, simplemente porque no puede: Está atrapado desde hace años por esas partes nobles que tanto duelen cuando son presionadas con saña. ¿La causa? Que cada uno deduzca la que le apetezca sin que falte la que guarda estrecha relación con los atentados del 11-M.
ZP se limitará, por lo tanto, a disimular la fanfarria de la “paz” y a sumergirse de nuevo en las sombras conspirativas, otra de las características innatas de nuestro personaje. Mientras, según corran las elecciones, puede caer Navarra —principal objetivo actual de la ETA—, puede elaborarse un nuevo estatuto vasco —siguiente escalón de la meta peneuvista— y quizá, sólo quizá, servirle todo ello a nuestro hombre para revalidar por los pelos un segundo mandato y mantenerse así en ese poder excitante de la cuerda floja. De modo que no me extrañaría que fuese cierto lo que por ahí se va oyendo: Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
Autor: Policronio
Artículo revisado, insertado el 31 de diciembre de 2006 en Batiburrillo de Red Liberal
Artículo revisado, insertado el 31 de diciembre de 2006 en Batiburrillo de Red Liberal
PD (12-10-2015): ¿Qué sentido tiene volver a publicar estos artículos de hace años? Con distintas palabras reitero la respuesta de otras ocasiones: Leerlos es refrescar el comportamiento socialista de una época que, con el radical Pedro Sánchez más cualquier partido a su izquierda, por antisistema que sea, hoy puede llegar a repetirse y por lo tanto conviene guardarse. No olvidemos que Sánchez ha prometido un apaño con los separatistas catalanes, una gente que está casi a punto de iniciar la violencia, y de inmediato ha surgido el lehendakari vasco a pedir igualmente "mas madera".
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