Lo bueno de poseer unos lectores de primera fila, como los que visitan y anotan en Batiburrillo, es que con sus anotaciones acaban por solucionarle a uno el artículo del día. Debo confesar, por lo tanto, que las apreciables ideas y puntos de vista de nuestros visitantes han inspirado las siguientes líneas. Vayan, pues, a ellos dedicadas y el que se sienta identificado en este o aquel párrafo que levante la mano y exija su "copirait". Agua va:
Lo que ahora nos gobierna no es una representación del Partido Socialista surgida de sus cuadros más preparados y eficaces, que en algún lugar deben de permanecer agazapados, sospecho que criogenizados y a la espera de... Tampoco parece una delegación facultada por el partido que aspire a promulgar iniciativas sociales en su línea ideológica y a mejorarnos la vida, más o menos, a los que circulamos por la calle. No señor, ni lo uno ni lo otro es lo que ahora nos gobierna aun cuando un congreso del PSOE, con la intención de escoger al menos molesto de sus candidatos, se ocupó de poner en órbita a aquel tipo alto que desde el atril hablaba con la voz impostada y no dudaba en prometer el oro y el moro a todo el mundo, comenzando por uno de sus padrinos, Maragall, al que defenestró tan pronto pudo.
Lo que ahora nos gobierna es más bien una camarilla de amigotes y compadres, con bastante "malaleche", compuesta de alfeñiques mentales y algún caimán, que tiene como propósito señalado darle gusto a quien preside -un sujeto adventicio en las labores de Estado- y satisfacerle su mayor deseo: la revancha de cuanto aconteció hace tres generaciones. Para ello, para ejercer debidamente la misión fundamental de la revancha, es preciso poner patas arriba y hacer tabla rasa de una nación que cuenta con más de cinco siglos de historia unitaria y varios milenios de concepto geográfico en los que por sus tierras pasó casi todo el saber de este mundo.
Luego la clave de cuanto desea lo que ahora nos gobierna, es decir, su norte de apetencias, vendría definido por un simple enunciado: La revancha basada en el rencor, la necesidad de perpetuarse en el poder para lograrla y la creencia de que mediante la destrucción de la nación española habrá alcanzado la codiciada meta. Ocho de cada diez miembros del Partido Socialista no son capaces de ver tan infame propósito, los otros dos de cada diez están convencidos de salir beneficiados a título personal si el objetivo de la revancha se mantiene.
En el propio Gobierno se ha escogido a un grupo de floreros con faldas, incapaces de decirle al Jefe algo distinto al "como tú mandes", y encima se ha vendido algo así a la sociedad como si de un avance paritario se tratase. Incompetentes con rabia todas ellas, Vogue incluida aunque se haya ganado fama de algo distinto entre tanta cretina, son la muestra más que evidente de que no se quiso formar un Ejecutivo con alta capacidad de gestión, sino más bien con bajo riesgo de contestación ante las ideas arbitrarias que se avecinaban. Incompetentes con rabia todos ellos, Solbes incluido aunque se haya ganado fama de algo distinto al mantener la política económica del PP, son la muestra irrebatible de que al sujeto que los eligió no le interesaba para nada la eminencia. Dos excepciones a la camarilla: el cesado Bono, tuerto en el país de los ciegos, y el azaroso Rubalcaba, calvo en el país de los ciegos y quintacolumnista desde el primer día en el Gobierno. De hecho, es él quien se ocupa de ir rectificando más de una torpeza de su patrón.
Porque ZP "reina", pero no gobierna, se limita al reconocido arte de improvisar sus instintos, de cara a la revancha, y a decirnos a los españoles que no nos preocupemos si miramos la Luna y vemos que atrasa la hora, porque esa Luna está hoy mejor que ayer pero menos llena que mañana. Es más, ZP "reina" pero no gobierna y la causa es simplemente porque no trabaja -¡gracias a Dios le sean dadas!, puesto que un sujeto con tales instintos de revancha, o sea, lunático de luna llena, de trabajar como un hombre en lugar de hacerlo como un haragán nos tendría mucho más corroídos a todos, que ya es decir.
Lo último que se comenta entre los asiduos de Batiburrillo es si ZP practica la felonía o en realidad no es más que un bobo. Hay quien se decanta por lo primero y lo llama directamente traidor, calificativo que secundo, y hay quien simplemente lo considera muy cortito de luces. Creo que ambas consideraciones no son incompatibles entre sí, porque bien mirado hay que ser muy bobo para actuar de un modo tan traicionero respecto a la nación cuyo gobierno preside. Es como escupir contra el viento sin temor a salpicarse, una bobada. Ahora bien, en cuanto a la condición de traidor, pocas dudas caben, le avala toda una trayectoria de más de dos años en los que ha practicado toda suerte de indignidades contra la nación.
Autor: Policronio
Publicado el 3 de enero de 2007
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