Tras el éxito de la manifestación de ayer en Madrid, todo apunta a que Zapatero sigue en sus trece y no renuncia a una solución negociada con los etarras, los cuales, a su vez, han dejado claro en numerosas ocasiones hasta dónde quieren llegar en sus exigencias. No, no renuncia porque no puede hacerlo, ya que es una víctima de su propia trampa. Lo que ocurre es que en esos planes de Zapatero respecto a la ETA, planes que ahora desarrollará en secreto, hay dos circunstancias llamativas que conviene airear a fin de que vaya en aumento el número de españoles que se muestren en contra y lo castiguen en las urnas cuando llegue el momento:
a) El PSOE no llevó en su programa político de 2004 la negociación con la banda terrorista, todo lo contrario. En la bitácora de Luis del Pino puede observarse el siguiente texto extraído del programa socialista: Nos comprometemos al cumplimiento escrupuloso y estricto del Pacto de Estado Por la Libertad y Contra el Terrorismo suscrito entre el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Popular y el Gobierno de la Nación y, en especial, a renunciar a la utilización política del terrorismo; nos comprometernos a mantenerlo vivo y en vigor hasta la derrota total de ETA o su disolución efectiva. Luego es muy posible que de haberse incluido en el programa esa cosa rara que ahora llaman “Plan de Paz” —y más si se reflejaba con la ambigüedad y el ocultismo que se practica en nuestros días—, unos cuantos miles de votantes no lo hubieran visto claro y quizá le hubiesen retirado su voto a los socialistas.
b) Si se tiene en cuenta que el PSOE está negociando con la ETA desde el año 2002, como se ha reconocido incluso en el diario El País, edición de 30 de marzo de 2006, “Los compromisos de Otegi”, algo que tampoco era del dominio público en las elecciones generales de 2004, ¿qué hace pensar en un resultado satisfactorio para la continuidad de la vida democrática en el conjunto de España, tras cinco años de negociaciones con los etarras? O lo que es lo mismo, ¿se ha alcanzado ya un acuerdo que supone cesiones inaceptables y a estas alturas lo único que se discute entre la ETA y Zapatero es el momento de hacerlas efectivas? Da la impresión de que los etarras quieren ya lo que sea, no vaya a ser que en el 2008 acabe por ganar el PP y se queden colgados de la brocha tras el trabajo sucio del 11-M, un trabajo sin duda realizado siquiera parcialmente por el terrorismo vasco. Como también da la impresión de que los socialistas no concederán nada aún, porque sería motivo de escándalo en cuanto se supiera hasta dónde han cedido, y prefieren aguardar al resultado de las generales de 2008, que aún confían en ganar “como sea”.
Ahora bien, considerando que, según el programa socialista, el pacto con la banda etarra no era obligatorio y vista la desastrosa trayectoria que han llevado las negociaciones, asunto de lo que incluso el bobo de Zapatero debe ser consciente, qué sentido tiene continuarlas cuando al mismo tiempo, como se ha visto, hay cientos y cientos de miles de españoles que están en contra y desconfían del Gobierno. A mi juicio, la respuesta encaja de lleno en la forma en que llegó Zapatero al poder, es decir, mediante la manipulación de un atentado horroroso que probablemente siempre supo que iba a producirse. Hay que recordar, al efecto, la alusión socialista al “supermisil” relacionado con el terrorismo de la ETA y el vuelco electoral que debía producir.
Visto el asunto con la perspectiva de tres años y relacionándolo con el deseo reiterado de Zapatero para seguir las negociaciones con la banda, más la puesta en juego de los poderes del Estado para evitar que se sepa la verdad del 11-M, no queda más remedio que llegar a la siguiente conclusión: Zapatero necesita seguir negociando con la ETA porque la ETA -no voy a decir que por encargo del propio Zapatero y a través de gente como Egiguren, pero lo parece- fue quien organizó la masacre del 11-M y utilizó a los moritos en calidad de extras de la película y más tarde de chivos expiatorios suicidados por terceros. Unos moritos facilitados por las catacumbas de Interior, manejadas aún por Vera.
Ni yo ni nadie —salvo la ETA—, tenemos pruebas por el momento de que algo así hubiese ocurrido, luego es de locos afirmarlo con rotundidad. Pero el convencimiento es tal, que no dudo en exponer aquí mis conclusiones. Es decir, Zapatero necesita de una ETA que no hable, no para conservar el poder, que también, sino para evitar su procesamiento. Un procesamiento, todo hay que decirlo, que debería haberse producido ya por alta traición a la nación española.
Pese a todo, las pruebas llegarán tan pronto como el socialismo abandone el poder. Un poder que Zapatero se resiste a perder —repitámoslo— porque en ello le va la prisión o el exilio a un país comunista, de ahí —ojo al dato— su otra necesidad imperiosa: Llevarse bien con tiranos como por ejemplo el venezolano Cháves, que deberán alojarlo en su momento si es que consigue huir de la justicia y no acaba por burlarse de ella para convertirse en un segundo Mister X, destino final, al parecer, de los socialistas que han llegado a presidir el gobierno de España.
Lo que quizá no sea capaz de advertir un inmoral como Zapatero, porque no ve más allá de sus narices, es que día a día, mes a mes, es mayor la cantidad de españoles que desean verle fuera del poder en España. Una España en rojigualda que está comenzando a ser consciente del peligro que afecta a su propia existencia. Y es que nada hay más importante para la unión de un pueblo que contar con un enemigo común, de ahí que el nacionalismo se lo invente siempre. Pues bien, ahora son varios los enemigos que nos unen: el terrorismo etarra, el separatismo de vascos y catalanes y el muñidor de todas esas fechorías, es decir, Zapatero.
Autor: Policronio
Publicado el 4 de febrero de 2007
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