El alcalde Pedro Rico en el centro de la imagen. |
En unas líneas relativas a Juanita Rico, he mencionado al que fue alcalde de Madrid, don Pedro Rico. Aprovecho la ocasión para relatar ciertos hechos anecdóticos sobre este pintoresco personaje, del que, aunque mi información sobre él no es demasiado profunda, creo que no era un sujeto malvado, como en algunos sitio he visto reflejado, sino un “bon vivant”, un perfecto caradura al que le gustaba darse la vida padre y supo aprovecharse de la idiosincrasia de la masa.
Se le consideraba masón pero, si por ello no le fue imputada ninguna mala acción, como creo, viene a ser similar a acusarle de ser del Real Madrid, F.C, o socio del Canoe. Desde luego, pienso que su meta fue lograrse una vida holgada, sin esas complicaciones que debían horrorizarle. Así, pues, Pedro Rico fue un sibarita, pero no un malvado, ya que no hay nada que le acuse de hacer daño injustificado. Como relato anecdótico, puedo agregar que, sobre el año 1933 o 1934, leí en el periódico que editaba la Sociedad Protectora de Animales (de la que éramos socios la familia), un relato de sus directivos que rebosaba indignación, donde contaban que una representación de ellos se había personado en el Ayuntamiento para exponer, ante el Alcalde, la queja de que en una “tasca” de la plaza Mayor se servían, como tapa, pajaritos fritos. Asunto vedado por la legislación vigente. Contaban que don Pedro les escuchó atentamente y al término de la reunión preguntó con vivo interés la dirección de la “tasca”, y les despidió agradeciéndoles la información facilitada. Eso sí, asegurando que “mañana mismo iré allí, para darme una buena zampada de gorriones fritos, pues me gustan con delirio”.
Cuando los nacionales llegaron a las proximidades de Madrid, intentó fugarse a Valencia pero, detenido en Tarancón por los milicianos anarquistas, fue devuelto a la capital, como otra serie de altos cargos del gobierno de Madrid, con la orden de que debían quedarse a seguir la suerte del pueblo. Así lo hizo (a la fuerza ahorcan) y al llegar a Madrid, se fue derechito a la Embajada de México, donde pidió asilo político, que le fue concedido y en ella estuvo hasta que le evacuaron al extranjero. No creo que su permanencia en la embajada mexicana fuera muy agradable, pues estaba llena de otros refugiados, pero éstos partidarios de los nacionales. A veces se leen aseveraciones terminantes que dejan asombrado. En varias de ellas, se asegura que, en abril de 1939, don Pedro Rico entregó Madrid a los nacionales. En aquella fecha, estaba en el extranjero, disfrutando de la vida que siempre deseó y a la que estaba acostumbrado. A finales de marzo de 1939, el alcalde de Madrid era el socialista don Rafael Henche de la Plata, que permaneció en la capital de España casi hasta el último momento, en que huyó a Alicante, donde llegó ya sin tiempo de embarcar. Detenido, fue juzgado y estuvo en prisión cinco años.
Un personaje realmente malvado fue el doctor Negrín, hombre depravado en todos los sentidos, de instintos sanguinarios, sobre el que ya he escrito en líneas aparte.
Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 18 de marzo de 2007
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