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Andreu Buenafuente |
Anoche comprobé de nuevo cómo el humorista Andreu Buenafuente encierra bastante mala uva en ese cuerpecillo de apariencia estándar, con tendencia a esmirriado, y en cuya cara se percibe una aspiración intensa de llegar a ser algún día un clon de Woody Allen. Un clon en lo gestual, por supuesto, que la faceta intelectual es cuestión más peliaguda y además requiere quedarse al margen de ciertos compromisos sectarios como los que el graciosillo de Reus asume de oficio. Media docena de guionistas —dicho a ojo— probablemente trabajan para que Buenafuente luzca en el empeño de parecer ingenioso y al efecto le preparan unos monólogos que el hombre, entre ademanes destinados a esa clac predispuesta a aplaudirle, va leyendo de corrido en el teleprinter.
Digo lo de la mala uva, puesto que el muchacho tuvo una muy buena ocasión —totalmente desperdiciada— para darle un merecido repaso al inepto gobierno que ha consentido durante meses y meses —dejadez contumaz, suele llamársele a semejante actitud— la presencia insensata de ese barco gasolinera recién embarrancado en Algeciras. Pero no, la mención del “Sierra Nava” y sus toneladas de vertidos contaminantes en la costa gaditana sólo fue el ligero preámbulo de un chistecillo punzante, probablemente de encargo, para acabar por referirse a Rajoy y los famosos hilillos de varios años atrás, asunto sobre el que sí machacó cuanto pudo, hasta el extremo —puesto a disimular el desastre de Algeciras— de contarnos a los espectadores que el pote gallego se denomina desde entonces “chapa-pote”. Y es que no hay nada como un estómago agradecido a la concesión de ese canal televisivo denominado Sexta (léase Secta) en el que tanto tienen que ver la productora del progre Buenafuente y un tal ZP, el “Concededor”.
Lo mismo pasa con las entrevistas que le preparan al tal Andreu, ramplonas o sectarias las más de las veces y capadas en cuanto a profundizar en la personalidad del invitado de turno. Unas entrevistas acerca de cuyos guionistas diríase que piden a gritos un cursillo acelerado de dos tardes y a poder ser a cargo del “Loco de la Colina”, por ejemplo. Con este hombrecillo Buenafuente, siempre se queda uno pendiente de que surjan dos o tres preguntas arracimadas que le rediman a él, a sus guionistas o a su interlocutor. Porque claro, si desde su posición elevada —materialmente elevada— respecto a un invitado al que acostumbra a sentar casi en el suelo, el tipo no es capaz de sacarle el jugo a nadie, qué podemos esperar de quien dedica la sátira humorística a recordarnos que el jefe de la Oposición lo tuvo más negro y que la Loles León —sirva al caso— las tiene más gordas. Con lo de gordas, naturalmente, me refiero a ese otro episodio en el que la grosera actriz le plantó el canalillo en todos los morros al Andreu y lo hizo, además, tras varias aproximaciones frustradas, en una escena final cogida de perfil y probablemente pactada entre ambos.
No, no soy nada amigo de Sardàs, Fuentes(1) ni Buenafuentes. Para mí estos paniaguados practican un tipo de humor que cuando se adentra en la crítica política suele poner la munición al servicio de la misma causa: La del poder que les permite medrar en lo económico. Eso sí, el resto de sus programas lo usan para el entretenimiento zafio, con no pocos momentos soeces, de un público al que no debe interesarle nada conocer —tal es la consigna— los derroteros por los que nos conduce el socialismo radicalizado que sufrimos. En ellos, en los titiriteros de plató televisivo, predomina con mucho la representación escabrosa o irreverente a la que a menudo le aderezan, como pago a las dádivas recibidas, una burla más o menos subliminal hacia la única formación política que aspira a la regeneración de España. Y claro, regenerar en lo político este maremágnum de insensateces, atropellos y cobardías que hoy vivimos, y que tan útil les resulta a los antisistemas, es algo que no está bien visto por los bufones del “progresismo”. ¡Así nos va, y así nos irá de no cambiarse una parte de la chirigota por algo de cultura!
(1) Reconozco que me he reconciliado con Fuentes (año 2016 y siguientes), sobre todo desde que abandonó el programa de radio que presentaba en Barcelona.
Autor: Policronio
Publicado el 31 de enero de 2007
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