Con la entrada del 2007 inauguramos una nueva sección a la que vamos a denominar Cuestiones Legales. Pretendemos insertar en ella los artículos que incidan directamente sobre el ámbito de la justicia, con o sin derivaciones políticas, o sobre determinadas normas y reglamentos que cualquiera de las administraciones -nacional, autonómicas, locales- vienen aplicando a los ciudadanos y son, desde el punto de vista de un liberal, manifiestamente abusivas e incluso contraproducentes. Inaugura la sección nuestro especialista en derecho, Carlos J., a quien le auguramos una brillante trayectoria como articulista en Batiburrillo y le animamos a que presente aquí cuantas incongruencias vaya advirtiendo en el mundo de la judicatura o ese otro maremágnum reglamentista que debemos soportar. Comienza hoy Carlos J. por denunciar lo que podríamos denominar la doble tarifa de un servicio público, la recogida de basuras. Veamos su socarrona exposición:
Quiero que me paguen mi basura
La Ley General Tributaria, en su artículo 2.2, letra a), define las tasas, en lo que nos interesa, como "los tributos cuyo hecho imponible consiste en... la prestación de servicios o la realización de actividades en régimen de derecho público que se refieran, afecten o beneficien de modo particular al obligado tributario, cuando los servicios o actividades no sean de solicitud o recepción voluntaria para los obligados tributarios o no se presten o realicen por el sector privado".
En cristiano y respecto del servicio de recogida de basuras que prestan las corporaciones locales: como la basura te la voy a recoger en tu domicilio, más bien en sus proximidades, te voy a cobrar una tasa te pongas como te pongas. Y que duda cabe que cuando la basura era la basura, o sea una inmundicia o mero residuo, la percepción de la tasa de recogidas de inmundicias por el poder público estaba más que justificada.
Pero ahora la basura no es la basura. Ahora la basura es la materia prima de una floreciente industria: la industria del reciclaje. Materia prima gratuita para las empresas concesionarias del Servicio de, manda huevos, de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos, proveedoras de aquella industria.
De modo que nos abruman con las desastrosas consecuencias que un consumo desenfrenado traerá para el planeta. Nos abruman con el Apocalipsis anticipado por empeñarnos en consumir más de lo que necesitamos. Y también con que a este ritmo de crecimiento el planeta antes o después dirá basta. Y todo, para que compremos cuatro cubos de basura para separarla, a saber: Plásticos y envases, no se os ocurra echar aluminio. Papel y cartón. Vidrios, no bombillas, y la estrella, la basura orgánica. Oye, que acaba por darte cargo de conciencia si se te ocurre echar el plastiquillo de la cajetilla de tabaco en la orgánica. Por no hablar del depósito de las pilas: alcalinas, no alcalinas y de mercurio. Recargables y no recargables
Bien. Ya hemos separado la basura. Es decir, ya hemos efectuado un primer trabajo gratuito para la concesionaria del servicio. Ahora, que debemos estar a 2 grados bajo cero, un paseo por la calle, al fresquito, con las distintas bolsas en ristre: la azul a los papeles; "joer", que lleno está. La amarilla en los envases, como pongan el agujero más alto voy a tener que traer una escalera. Y ahora otro paseo hasta la orgánica porque, además, los contenedores no están juntos. A esas alturas ya estamos a 3 grados bajo cero y sin abrigo porque estorba. Y una vez depositada la orgánica, paso a arrojar los vidrios sin bombillas, a refugio de un paseante cotilla que mira sin querer mirar por ver los restos de la última juerguecita.
Dos trabajos gratuitos para la empresa concesionaria del servicio: Separación y traslado al punto de recogida. Más "helao" que una llave, llegas al portal de tu casa y te acuerdas que no recogiste el correo a mediodía. Abres el buzón y ¡Oh sorpresa! En el lenguaje propio de un conocido tuyo, que ejerce la jefatura del Servicio de Gestión de impuestos municipales, tu Ayuntamiento te recuerda que estamos en período voluntario del pago de la tasa de recogida domiciliaria de basura. El plazo finaliza tal día, como se te pase te vamos a cobrar un recargo y demás zarandajas. Y entonces te dan ganas de deshacerte de la pila del reloj, de mercurio, envuelta en una cáscara de plátano. Porque la basura ya no es la basura, ahora es mi basura, la que yo entrego solícito a la empresa concesionaria del servicio para su lucro. Y encima a pagar porque te la recojan. Pues no, quiero que me paguen mi basura.
Presentación: Policronio
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 2 de enero de 2007
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