domingo, 15 de abril de 2018

Todos los jueces son Su Señoría

Baltasar Garzón, antiguo juez, ahora inhabilitado.

Espero que Carlos J. sepa disculparme por elevar a la categoría de artículo su excelente comentario en Batiburrillo. Otras bitácoras, creo que con buen criterio, no eluden usar tal procedimiento de realce y aquí no vamos a ser menos. Para facilitar la lectura de cuanto opina Carlos J., al que le pediría que no dudase en abundar sobre el tema, he separado los párrafos de su lograda nota. Veámosla: 


Por mi profesión todos los Jueces son Su Señoría, incluidos los que han ejercido de pasantes en mi despacho. Lo de Garzón es otra cosa. Me voy a ahorrar cualquier comentario al respecto de lo que, como ciudadano, merece el Auto perpetrado en el asunto de la falsificación del informe del ácido bórico. Me voy a centrar en el aspecto técnico. Y en esto me sobra la Ley de Enjuiciamiento Criminal, me basta la cultura general jurídica que se le presupone a cualquiera que haya estudiado Derecho Procesal en cualquier Universidad Española. Y en esto el Sr. Garzón se ha adelantado a la máquina, que diría el inolvidable, para mí, Don Luis Prado, uno de los folkloristas más insignes de nuestra Nación y empleado de Unión Fenosa.

Mediando querella por falsedad en documento público, presentada ante el que fue Juzgado de Guardia, cuando se perpetró la misma, por una asociación cívica, parece ser que creada a propósito, llega al Juzgado del ya otro innombrable el asunto de marras. Sin perjuicio de que el asunto ha sido asignado por la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, mediando denuncia del Sindicato Manos Limpias, a los Juzgados de Instrucción de Madrid, por reparto, el Sr. Garzón ha ignorado un principio fundamental del derecho procesal: "no entiendas de lo que no se te ha planteado".

Al Sr. Garzón, en resumen, se le planteó si el informe firmado por Ramírez, amputando el elaborado por los "tres ciudadanos honrados" es falso o no. Si en el curso de la causa aparecen datos reveladores de hechos que pudieran ser constitutivos de delito, que no tienen nada que ver con lo que se le ha planteado, no tiene más que pedir al Secretario Judicial que deduzca testimonio y dando cuenta de ello al Ministerio Fiscal, remitir lo actuado al órgano que entienda competente para la instrucción de la nueva causa, motivada por los hechos conocidos sorpresivamente.

De modo que el Sr. Garzón se ha ahorrado esos trámites tan engorrosos, para hacerse con un asunto que, a todas luces, no le corresponde. En cristiano: ¿Qué cojones tiene que ver la investigación sobre la utilización del ácido bórico por cierto comando islamista, con una presunta falsificación de un documento, donde aparece esa expresión, a propósito de la investigación del 11-M? El principio de conexión de las causas, llevado al extremo, como fundamento del reparto de asuntos en función del criterio de competencia, nos llevaría a asignar esta cuestión a la Oficina Española de Patentes y Marcas, ¿Quién mejor para disertar sobre el estado de la técnica?
Carlos J.

La primera conclusión a la que llego, tras conocer el auto de Garzón y algunas opiniones al respecto, entre las que incomprensiblemente no faltan las que secundan la actitud del juez (evito el enlace, es vomitivo y no merece que se le haga propaganda), es que en España no se cumple ni de lejos la condición más esencial para que se nos considere una nación democrática. En pocas palabras: No hay separación de poderes. Un hecho que hasta ahora venía cuestionándose con más o menos argumentos, según favorecían a unos u otros las decisiones judiciales, pero que ahora, en la era ZP, ha quedado marcadamente claro. Es más, ya no se disimula que se está utilizando a algunos jueces para la toma de decisiones políticas o para la ocultación de determinados delitos generados para llegar al poder o mantenerse en él.

Presentación, compilación y conclusión del artículo: Policronio
Publicado el 30 de septiembre de 2006

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