viernes, 6 de abril de 2018

Santiago Carrillo y Paracuellos. Testimonios (XII): Ian Gibson

Continuamos con las opiniones de Gibson sobre la involucración de Santiago Carrillo Solares en las brutales matanzas de los meses de noviembre y diciembre en el Madrid frentepopulista de 1936. Si en la anterior entrega Gibson opina que, aunque para él no estaba (en 1983) demostrado, Carrillo tuvo que estar enterado de las matanzas de presos efectuadas los días 7 y 8 de noviembre, la segunda oleada de sacas no deja lugar a dudas de que el genocida gijonés participó muy directamente en las mismas.

Tras recordar, vía Jesús de Galíndez, que las órdenes de evacuación eran firmadas por Carrillo, señala el hombre que tanto lloró escribiendo sobre Machado -sobre Antonio, se entiende, que don Manuel no le conmueve- lo siguiente:


"Si se acepta que la matanza de presos efectuada el 7 y 8 de noviembre se consumó sin que Santiago Carrillo tuviera arte ni parte -algo, creemos que hay que reconocerlo, posible-, nos parece indudable que, a los pocos días de lo ocurrido, éste estaría debidamente informado de lo que había pasado, y en condiciones de impedir su repetición.

Por lo que toca a la segunda oleada de "sacas malas" ocurrida a finales de noviembre y principios de diciembre, la complicidad del Consejillo de Orden Público, si no del Propio Carrillo, nos parece fuera de toda duda, e, insistimos, Carrillo tiene que haberse enterado en seguida que muchos de los presos supuestamente liberados entonces habían sido asesinados.

En definitiva, nos cuesta trabajo llegar a la conclusión de que, en todo lo relacionado con la matanza de presos efectuada entre el 7 de noviembre y el 3 de diciembre de 1936, tanto Carrillo como su delegado, Segundo Serrano Poncela, prefirieron no darse por enterados de lo que ocurría... A la vista de esta situación, tanto Santiago Carrillo como Serrano Poncela, a nuestro juicio, optaron por hacer la vista gorda".


Ian Gibson,  Paracuellos: cómo fue, Barcelona, Argos Vergara, S.A., 1983, p. 235.

Ian Gibson omite deliberadamente algunos datos para condenar a medias a Carrillo. Lo que no puede es evitar decir que, si Carrillo no se había enterado de las matanzas del 7 y 8 de noviembre, cosa extraña, porque como secretario de Orden Público disponía de toda la información necesaria, en las siguientes matanzas ya no se puede alegar desconocimiento de lo sucedido, puesto que ya estaba sobre aviso. Y no sólo no tomó medidas para terminar con el terror rojo en Madrid, sino que -como admitiría en el Pleno Ampliado del PCE- la limpieza contrarrevolucionaria contaba con toda su colaboración, por no decir dirección.

Autor: Smith
Publicado el 29 de agosto de 2006

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