martes, 10 de abril de 2018

Respuestas a Berlin Smith


Había pensado contestar a una larga nota de Berlin Smith, a propósito del artículo de Janario referido a “La muerte de lo español como reclamo electoral”, pero si su nota fue extensa, la mía lo es aún más. De modo que abro un nuevo artículo y dejo reflejadas aquí mis impresiones. 

Berlin, si bien sólo en los dos últimos párrafos me respondes a mí (o así me lo parece), como quiera que haces afirmaciones que no comparto, voy a tratar de aportar mi opinión a todo lo que me resulta llamativo. Tus frases irán en cursiva y luego mi respuesta:


Existe nacionalismo siempre que se genera un concepto de identidad por encima de los derechos de los individuos y la creencia en una patria mítica que ya no existe.

Cierto, así es cuando hablamos de una patria mítica que no existe o incluso nunca ha existido: Pongamos Euskal Herria. No es el caso de España, considerado uno de los estados más antiguos del mundo, sobre el que muchos españoles conservamos un sentimiento denominado patriotismo, cuya diferencia respecto al nacionalismo es la falta de imposición de ideas y el deseo de sustentarse en realidades. Que un español se sienta orgulloso del brillante pasado de España, valorando sus luces y sus sombras, no significa necesariamente que desee volver a esos tiempos. Al contrario que les ocurre a los nacionalistas, propensos a incorporarse a una patria de ficción.

Es decir, el tradicionalismo español, o llamado de otra manera, la suma de catolicismo, absolutismo (antiliberal) y sus expresiones derivadas (carlismo y falangismo) reconvertidas por Franco en el Movimiento, son un claro exponente de nacionalismo español (si quieren patria mítica, la versión de la historia de España y su imperio ultramarino que gustaban de contar).

A mi juicio, lo que tú denominas “tradicionalismo español” (en el que en ningún caso incluiría al catolicismo actual) figura hoy representado en la sociedad por una serie de grupúsculos marginales a los que democráticamente se les impide el acceso al Parlamento. Si pudieran reunirse todos los votos emitidos a favor del nacionalismo español, probablemente no llegarían ni al 2% del censo, de donde se deduce que la derecha no es nacionalista ni quiere volver al pasado, pero sí conservar una serie de valores que aún estima apreciables: familia, religión, libertad individual, valoración del esfuerzo, iniciativa privada, etc. Así, pues, quien considere que la derecha en España es continuadora del franquismo y persigue unos fines muy semejantes, o no conoce la realidad o no quiere conocerla. Para la gente que se confiesa de izquierdas, apuesto por lo segundo.

Yo sí creo que existe un nacionalismo español en mucha gente: lo hay democrático y lo hay nacional-católico.

No puedo estar más en desacuerdo contigo. De entrada te diré que a mi juicio no existe ningún nacionalismo que sea democrático, su propia ideología se lo impide. Creo que este tema lo has analizado poco. Veamos: Los nacionalismos en España (incluido al español residual, nunca compuesto por mucha gente como tú dices) no se muestran más totalitarios y fanatizados, e incluso más violentos, sencillamente porque no pueden, les falta aún la fuerza necesaria para enseñarnos su verdadera faz. En el momento en que alguno de esos nacionalismos llegase a controlar un estado propio y dispusiera de un ejército, veríamos qué uso le daba para reivindicar sus siguientes objetivos: la expansión territorial. Porque así como no hay nacionalismo que sea democrático, sino que lo simulan salvo en el caso de la ETA, tampoco existe ninguno que no sea expansionista, ETA incluida.

En cuanto a tu referencia de nacionalismo español nacional-católico usada como antónimo de nacionalismo democrático, digamos que simplemente te ha faltado añadir “catolicismo preconciliar”, una vertiente del catolicismo que hoy es tan residual como el propio nacionalismo español. Salvo que hablemos de ese clero vasco o catalán que antepone lo nacionalista a lo cristiano. Ya sabes.

Esta simbología, si queréis percepciones psicológicas, el miedo subyacente a la represión (conviene no ignorar que por muy poco digerible que fuera la izquierda republicana, la derecha vencedora no fue especialmente tragable, y que la represión de posguerra existió, y muy dura, con muchas personas que siguieron escondidas durante años y otras cositas son lo que hace que, para muchos, lo de España no sea "digerible".

Sin descartar la parte de razón que pueda asistirte, porque hay quien puede vivir hasta los 120 años y no cesar de inculcarle odio a toda la parentela, yo voy a dar otra explicación que creo se ajusta más a la realidad, o al menos complementa la tuya: Por mi edad, he vivido con plenitud de raciocinio los últimos años del franquismo. Y además lo he hecho desde posiciones de izquierda en las que militaba. Aceptando que al finalizar la guerra se produjo más represión de la cuenta, algo verdaderamente condenable, puedo asegurarte que en los años del franquismo tardío no hubo represión alguna y la cosa quedó en “dictablanda”, con unos cuantos sindicalistas de Comisiones que entraban y salían de la cárcel cada dos por tres. Y no hubo más, de ahí que considere argumentos de poco peso, tras casi 30 años de democracia y otros 20 o 30 de ausencia de represión, las razones que tú alegas: Simbología, percepciones psicológicas y miedo subyacente a la represión. A menos que...

A menos que la izquierda y muy especialmente el nacionalismo se hayan encargado de mantener durante todo este tiempo ese miedo subyacente, esa presión psicológica y una crítica feroz a la simbología de la dictadura. Y este es el punto donde encajan tu versión y la mía: Lo que tú dices parece cierto, y probablemente sea la causa del odio hacia España, pero creo que es un sentimiento de rechazo que no existiría de no haber sido convenientemente agitado por quienes fingieron sumarse a la Transición política, hablo de los nacionalistas vascos y catalanes, sólo cuando Suarez les prometió que les concedería las competencias en educación, a partir de cuya concesión se inició la deriva. 

Esta es la puta España de Rubianes: yo soy de una generación que veía en su colegio a chicos de dieciséis años con un bate en la mano, una camisa azul y una bandera de España en la hebilla del reloj. Y ahora no me digan que otros... la cuestión es que este imaginario de España es preponderante, por no hablar del inveterado recurso de los españoles a la chapuza, el repudio del dinero y el comercio, la ciencia, etc. que hacen poco atractivo en un mundo moderno la idea de ser español. 

No sé cuándo verías a los chicos del bate, la camisa azul, etc. Ni cuándo, ni dónde. Desde luego, a mi juicio no representan a una España generalizada ni en la segunda mitad del franquismo y ni en toda la democracia. Al contrario, hace muchos años que lo usual es ver “escamots” campando libremente por Cataluña, asediando a gente del PP, y también a otros nazis practicando la kale borroka en el País Vasco. Quizá valdría la pena que te hicieras un reset y actualizaras tu información respecto a la proliferación de determinados actos de fascismo. Luego esta frase con la que te curas en salud: “no me digan que otros...” ya ves que no me ha impedido tratar de ponerte al día.

No creo en absoluto que el “ideario” de España que tú describes para rechazarla sea preponderante, como afirmas; eso sí, salvo en las regiones o núcleos de población donde se ha ido recordado con gran entusiasmo e interesadamente ese falso ideario. En cuanto a esta parrafada: “por no hablar del inveterado recurso de los españoles a la chapuza, el repudio del dinero y el comercio, la ciencia, etc. que hacen poco atractivo en un mundo moderno la idea de ser español”, seguramente la has escrito abducido por alguna nave de extraterrestres nacionalistas, puesto que incluso has asumido su propia jerga. Toma nota: España tiene un rango determinado en el mundo, se encuentra entre las 10 o 12 potencias económicas principales y toda su personalidad como nación va acorde con ese rango. Luego hay ciudadanos para todo y para todos los gustos, unos más y otros menos en lo que sea. Generalizar sobre si el español es chapucero, poco amante del dinero, el comercio o la ciencia (salvo que no te haya entendido bien) es de la misma categoría sociológica que los discursos de Arana respecto a los maquetos. En resumen, una desgracia como otra para justificar el odio inculcado hacia lo español. No digo yo que de seguir por este mismo camino de complicidad social-nacionalista, no acabemos siendo lo que tú dices. Pero en la actualidad, “nimijita”.

Ser catalán, en este ultimo sentido, es mucho más interesante, sobre todo si no te dejan o no te han dejado serlo: ¿recordáis la prohibición de inscribir a tus hijos con su nombre en catalán? ¿Vemos por qué odiando a Franco hemos odiado a España?

Me río de janeiro de lo muy interesante que sería ser catalán para algunos que conozco, tras haber residido 40 años en Cataluña, de no haber mediado un adoctrinamiento radical, durante más de 25 años, a favor de todo lo catalán (fantasía incluida), mientras se producía al mismo tiempo una crítica no menos radical hacia todo lo español. Estoy convencido de que si tomamos cualquier región o estado de Alemania, Francia, EE.UU. o el país que se considere más patriota y le transferimos a un gobierno regional de carácter nacionalista la educación, la televisión, la radio y la capacidad de subvencionar a otros medios..., al cabo de 25 años mucha de esa gente no se sentiría alemana, francesa, etc. Lástima que no sea posible hacer algo así, me jugaría la vida a que el resultado sería el mismo que en Cataluña, el País Vasco, Galicia y... los que sigan. De hecho, en el Québec que tú citas ha ocurrido algo semejante: Se partió de cero y comenzó el adoctrinamiento al llegar al poder una formación nacional-francófona. Ya veremos cómo acaba allí ese asunto. Por el contrario, fíjate en el patriotismo español de Navarra o Valencia, cuya gente tiene las mismas razones “diferenciales” para odiar lo español y no lo hace. ¿Razón? Nunca han estado gobernados por partidos nacionalistas y la izquierda ha durado poco en el poder.

Ser español no requiere ningún esfuerzo: depende de para quién, ¿no crees? La realidad nos muestra día a día que hay mucha gente a la que le supone mucho esfuerzo.

Las encuestas de la propia Generalitat aún hablan de una mayoría de personas en Cataluña que se siente tan español como catalán. Es cierto que la cifra va disminuyendo con cada encuesta, pero es lógico que sea así por todas las razones expuestas en mi comentario anterior.

Pero, por poner un ejemplo, con toda la bibliografía que existe demostrando las mentiras del nacionalismo vasco, los independentistas vascos no dejan de serlo. Incluso supongamos que llegan a admitir esas estupideces, pero que, no obstante, siguen prefiriendo no ser españoles: ¿qué se hace?

Si un nacionalista llegara a admitir esas estupideces, dejaría en el acto de ser nacionalista y una de dos: O se volvería un demócrata o se iría a su casa. Claro que también puede darse el caso del nacionalista amargado que siga profesando de boca para afuera porque le va en ello el plato en la mesa. Si le echas un vistazo a la nómina de nacionalistas apóstatas incluidos en el “Bucle melancólico” de Juaristi, advertirás dónde han ido a parar muchos de los desengañados del nacionalismo. Preguntas “¿qué se hace?” La respuesta tiene un nombre: Libertad. Libertad de decisión de la ciudadanía para que escoja lo que le conviene en todo momento y sobre cualquier actividad. Pero libertad con fundamento, para lo cual es preciso corregir el proceso y que sea el Estado quien asuma la educación e imponga en los próximos años la neutralidad en la enseñanza. Es tal la desidia del Estado respecto a lo que sucede en ciertas regiones españolas, como por ejemplo la nula actuación de la Alta Inspección del Estado en materia educativa, que me gustaría conocer un solo caso en el extranjero de similar abandono, al menos en un país del primer mundo. Fíjate en Alemania, por ejemplo, y eso que son federales. La educación común es sagrada y el equivalente a la Alta Inspección del Estado no cesa de actuar. 

Sí, la educación puede ser una de las muchas cuestiones, junto con la privatización de los medios informativos en manos del poder regional, y un largo etc., para ir poco a poco recuperando la simpatía recíproca. Ni Cataluña ni el País Vasco (ni otros) pueden querernos solamente para lo que a ellos les convenga, es una inmoralidad de tal calibre que si no fuera por el destino de la población que allí quedase preferiría que se declarasen independientes.

La escuela pública obligatoria, francesa y en francés, con maestros pagados correctamente se extendió por todo el territorio consolidando la república (ojo al dato) francesa y sus símbolos: la libertad con un pecho desnudo, el laicismo (Francia es fanática del laicismo) y la tricolor.

Según tu teoría, ¿dónde encajaría el Reino Unido? Porque me suena que es una monarquía, con religión oficial del Estado (anglicana, la reina es su cabeza visible), si bien tibiamente tolerante respecto a otras religiones, e impulsora de una escuela pública no demasiado reciente, puesto que la primera ley de educación pública se promulgó en 1870 e incluía la enseñanza religiosa oficial. La segunda reforma fue en 1944 y hasta 1994 no se equiparó a la educación pública más extendida en Europa.

La derecha debe encontrar la manera de presentarse a la sociedad como un partido que puede tener tendencias democristianas, sí, pero que antepone la libertad de conciencia y que no hace de los principios morales de los católicos una teoría del café para todos.

Espero haberte entendido mal y que “los principios morales católicos” no sean uno de esos cadáveres que el PP posee en el armario, según tú. El matrimonio gay, la educación no consensuada objeto de millones de firmas y manifestantes, los 80.000 abortos anuales que se practican en España, me parece que son problemas lo suficientemente serios como para haberse enfocado de otra manera por parte del gobierno socialista, cuanto más, si se tiene en cuenta que el 80% de la población española se declara católica, practicante o no, y por lo tanto sujeta en buena medida a esos principios morales. Pero no, que cambie el PP, que sólo tiene 10 millones de votantes. Ahí, ahí, con un par. Además pones el ejemplo de CiU, cuyos representantes de Unió a la hora de elegir entre el nacionalismo y la religión casi nunca dudarán en quedarse bajo el amparo de la sombra que les alimenta. 

El otro cadáver es el estigma de un origen no democrático por ser heredero de los jerarcas franquistas y su asociación a la sagrada unidad de la patria. Quitar el estigma de franquismo sólo puede hacerse con su rechazo público, aunque le duela a un sector de sus votantes o haya riesgo de que se vayan y monten otro partido: no tienen ningún futuro electoral. Fuerza Nueva no pasó de UN diputado en Madrid. El riesgo es mínimo y el espectro que se abre, enorme: se recupera por el centro. Y a la sacra unidad de la patria hay que quitarle lo de sacra y dejarla en voluntad de los ciudadanos, y proponerse conquistarla por la vía del voto y la razón. Hay medios: hay que tener la valentía de asumir que España puede no existir para aflorar los costes de la no España: sólo así se puede encontrar un discurso que mueva al electorado nacionalista moderado (ese que vota nacionalista conservador antes que votar al PP por lo que este representa). Sé que es muy simplificado, pero es la única manera en la que creo que se puede terminar con el discurso de la España facha y cutre.

Este último párrafo lo he tenido que leer hasta tres veces para creerme que lo habías escrito tú y no un nacionalista furibundo. Pues bien, todo el párrafo entero se desmonta mediante dos afirmaciones de cajón: 1. Por cuestiones cronológicas es imposible que el PP (salvo en el caso de Fraga, que ya pinta poco) sea heredero del franquismo. De modo que, a mi juicio, no deben pedir perdón por lo que no son ni han hecho. Y mucho menos cuando el socialismo o el independentismo de ERC se declaran orgullosos seguidores de sus homónimos genocidas en la II República, con homenajes a Santiago Carrillo incluidos. 2. La “sagrada” unidad de la patria (dicho así suena a insulto o menosprecio) no es un invento del PP, sino uno de los artículos de la Constitución española. Ahora bien, si te molesta esa parte de la Constitución, ¿no crees que sería más correcto propiciar su cambio en lugar de llamar facha a quien la defiende? Más correcto y, sobre todo, más demócrata. ¿Qué historia es esta de justificar el odio a España, que a fin de cuentas es de lo que va el artículo origen de la polémica, poniéndose a favor de los totalitarios? ¿No se te ha ocurrido pensar, puesto que pareces preguntarte siempre el porqué de las cosas, cuál es la razón para que la izquierda y el nacionalismo obren así?  

Autor: Policronio
Publicado el 17 de septiembre de 2006

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