domingo, 22 de abril de 2018

Montse, no me convences

Montserrat Nebrera, o demasiado lista para camuflarse en lo político o... en exceso ingenua.

Montserrat Nebrera ha declarado en la COPE que "El programa político [de Ciutadans] no se resume en la lengua, aunque sea fundamental". La noticia la recoge LD, que ofrece una síntesis de la entrevista. Bien, pues a mi juicio esta señora ha cometido dos fallos imperdonables: 1. Intentar descalificar a Ciutadans mediante la parodia-resumen de lo que se pretende en el partido que lidera Albert Rivera. Y eso no me parece demasiado ético. Es más, los que hayan creído de buena fe a esta señora, no tienen más que descargarse el programa electoral de Ciutadans (pdf) para convencerse de que no es cierto lo que ella dice. Se trata de todo un programa de 31 páginas -el de 2006 tenía 41-donde se exponen otros muchos aspectos de la política catalana que no están relacionados con la lengua. Y 2. La señora Nebrera minusvalora (acaso ingenuamente) la fuerte influencia del idioma catalán en cualquier movimiento (siempre retrógrado) o aspiración de los nacionalistas.


Para el nacionalismo, el mal llamado idioma propio es algo sagrado. Toda su filosofía separatista o de adoctrinamiento se sustenta en esa base y gira alrededor de ella. Incluso hay quien se ruboriza de una posición tan rupestre -no todos los nacionalistas poseen la misma radicalidad y desfachatez- por eso tiende a disfrazarla y habla de cultura o de historia propias. Pero ello es falso, rematadamente falso. La cultura de los territorios nacionalistas y su historia han sido compartidas con la del resto de los españoles en una proporción tremendamente superior a lo que ellos denominan singularidades, que son circunstancias perfectamente localizables en cualquier comunidad, nacionalista o no, y, dentro de ella, entre una y otra provincia e incluso entre comarcas vecinas. 

No, Montserrat Nebrera no valora debidamente ese comodín bueno para todo que los nacionalistas propugnan a partir de una lengua que han declarado sacrosanta y que utilizan para definir con claridad al enemigo interno. Decididamente, si a los nacionalistas se les quitara la opción de imponer su lengua se convertirían en nada, serían entonces gente corriente, de izquierdas, de derechas o de centro, que es esa cosa rara que nadie entiende y que se constituye en refugio de vergonzantes. Los nacionalistas no pueden soportar el bilingüismo, es hiriente para ellos, especialmente cuando advierten que en una situación de libertad su sagrada lengua pasa a un segundo plano y no posee el mismo prestigio ni la misma fuerza que el castellano. De ahí que precisen obstaculizar al rival idiomático e incentivar su propia posición mediante leyes-trampa o conculcaciones de la ley. 

La lengua, para el nacionalismo, es coartada de sus fechorías, fobias, abusos y codicias. A favor de esa lengua denominada absurdamente propia desarrollan siete octavos de sus instintos totalitarios. Subvencionan asociaciones en defensa de una lengua convertida hoy en opresiva, de una cultura casi toda ella creada a costa de magnificar folclore rancio, de una historia que posee mucho más de ficción que de realidad. Pero la base es siempre la lengua. Tratan de imponerla en cualquier actividad privada que guarde una mínima relación con lo público, véase si no el caso de las sanciones a los comercios que no la usan según los cánones decididos por una clase política especialmente confabulada para convertirla en algo digno de reverenciarse.

Sí, Monserrat, la lengua en Cataluña constituye la nueva idolatría de nuestro tiempo, a partir de la cual se ha establecido todo el ceremonial que convierte a esa región en un territorio donde la democracia no existe, salvo que llamemos demócratas a unos políticos que lo único que permiten en tal sentido es el voto cuatrienal, uno de los escasos momentos, junto a la petición de impuestos, donde estos fariseos usan el folleto bilingüe. Ciutadas ha comprendido cuál es la base que hay que resquebrajar, el monolingüismo, mientras que vosotros, los del PPC, seguís aspirando a gobernar con el partido causante de esta situación despótica que se da en Cataluña, de ahí que le hayas vuelto a tirar los tejos a CiU, como hace tu jefe Piqué, y no os importe a ambos arrejuntaros con esos doctrinarios herederos de Pujol. Un arrejuntarse, repito, que encima se justifica mediante la ingenuidad de pretender influir en una coalición, la convergente, que no ha cedido ni un miligramo de despotismo ni piensa cederlo. Bendita seas. 

Autor: Policronio
Publicado el 30 de octubre de 2006

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