HONOR Y GLORIA a los intelectuales (los de verdad) que vivieron en la oposición sistemática, arriesgando vidas y haciendas contra el poder establecido. Subsistieron en el lado perdedor, vencidos pero henchidos de dignidad y orgullo.
El gran referente de esta estirpe de grandes entre los pequeños fue Francisco de Quevedo, que vivió cárcel al no verse el Conde-duque convenientemente reflejado en sus versos.
En Francia hay una obra que sirve para ensalzar a la provocación, Cyrano de Bergerac, en la que se rinde admiración a un personaje que muere de manos de los poderosos criticados en sus obras.
Muñoz-Seca, en el paredón, con la muerte tan cercana como certera alcanzó a decir a los integrantes del pelotón que lo había de fusilar: ¡Me lo quitaréis todo, menos el miedo que me dais!. Hace falta ser genial para tener tanta grandeza en esos momentos.
En nuestros días, Boadella es una rara avis de las que se ciscan en las subvenciones pesebreras para no debilitarse en la lucha contra quien, a menudo, detenta el poder. Antifranquista cuando tenía que serlo, no como los actuales, que lo son de nuevo cuño; anticonvergencia en los momentos más opresivos del poder de Pujol, que controlaba todos los ámbitos catalanes; antisocialista ahora, que ha de volver a poner la cara para seguir pensando lo mismo, contra los mismos, contra los que mal-mandan, contra los que creen que el poder emana de sus poros y no de los votos de la ciudadanía. Provocador que provoca a la provocación.
Éstos y muchos otros, no esperaron mayor gloria de sus obras que las gratificaciones que obtuvieron del público, a pesar de las presiones ejercidas por los personajes criticados y sirviéndose de todos los resortes del poder. Estos y otros muchos engrandecieron sus figuras por no dar la torcida de cerviz como respuesta. Por sostenella y no enmendalla. Por no poner la otra mejilla, sino golpeando argumentadamente la mano que les hubiera dado de comer para acallarlos.
Ese fue su honor. Su talento no se vio prostituido. Su voluntad no fue mutada y pasaron a la Historia con la mayor dignidad. Y estoy seguro que con la secreta admiración de sus oponentes y verdugos. Así los recordaremos al menos algunos de nosotros.
Por eso, da una pena terrible escuchar al aspirante a provocador Rubianes (1) y advertir cómo se agacha, se hace pequeñito, se desdice buscando excusas de mal pagador y entona el mea culpa. ¡Qué bajeza! Así que aquello, don Pepe, ¿no fue más que un calentón?, pues que pena. Creí que había sido una osadía mal (o demasiado bien) medida, la muestra de mala educación de un supuesto genio malcriado. Una provocación para que saltáramos sus oponentes a responderle, para despertarnos.
Con sus palabras, Rubianes no solo rebaja hasta la gilipollez supina aquella intervención al límite de la verborrea sin sentido, sino que se ejemplifica en su propia figura como un memo inconsciente capaz de decir las mayores tonterías cuando se calienta. Es decir, que se sitúa en el lugar de alguien al que no merece la pena escucharle porque no se concede la mínima importancia a sí mismo, ni a lo que dice. Un tontorrón. Un tontorrón útil, por cierto.
Útil a los que mandan en Cataluña, ¡a los que mandan!, a los poderosos, a los que subvencionan. Agradando a los que agreden, agrandando a los que ya son grandes, provocando a los que tienen todas las de perder. En el canal público, jugando a árbitro casero, a lameculos, a pelotillero. Qué feo, don Pepe, pasar los calentones así, desprestigiándose y adulando al poder catalán (en Cataluña, qué casualidad).
Y ahora, en Madrid, sin el calor de los cojines tripartitos del sofá de TV3, se acuerda de que es español. No. Más español que nadie, dice. Y traicionando a los que aquí le aplaudieron y rieron sus gracietas, afirma que lo es, porque vive en Cataluña y habla castellano (2), arrojándose a los brazos de los que nutren el bando contrario, los que creemos que, en efecto, vivir en Cataluña en castellano es complicado y en ocasiones heroico. Pero desengáñate Rubianes, no te queremos en nuestro equipo. Roma no paga traidores, por lo menos traidores con tan poco talento.
NOTAS:
(1) PEPE RUBIANES (entrevista en el IDEAL): ahora estoy metido en medio de unos intereses políticos tremendos, que me sobrepasan. No sé dónde me he metido, se me llenó la boca y metí la pata, como le puede pasar a cualquiera.
(2) PEPE RUBIANES (entrevista en EUROPA PRESS 13-09-2006): para español yo, que soy gallego, vivo en Cataluña y hablo castellano.
Autor: Pedro Villa Isorna
Publicado el 19 de septiembre de 2006

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