Las relaciones internacionales de España se han degradado hasta tal extremo en la era ZP que en el Consejo de Ministros de hoy, en el apartado correspondiente a Asuntos Exteriores, sólo ha sido posible encontrar cuatro acuerdos de cooperación con Mauritania y otro con las Naciones Unidas, en este caso relacionado con la gestión el agua. Curiosa batería de acuerdos, casi todos con una gran potencia, si se considera que es uno de los primeros consejos en varias semanas.
Mientras, el francés Sarkozy le saca los colores a nuestro gobierno (por llamarlo de alguna manera) y afirma que: España no puede decir a Europa que decide sola regularizar a 500.000 inmigrantes y luego pedir socorro. Me temo que Sarkozy, un buen amigo de España, en esta ocasión se ha quedado corto y los emigrantes regularizados fueron muchos más. Pero bueno, dejémoslo ahí.
Otro dirigente que no duda en afear la conducta del gobierno socialista es nada menos que el ministro del Interior de Senegal, Ousmane Ngom, el cual ha declarado en una entrevista a la Agencia de Prensa Senegalesa (APS) que la legislación vigente en España constituye un estímulo a la emigración. La frase no puede ser más rotunda y vergonzante para el (des)gobierno de nuestro país al proceder directamente de una de las partes más afectadas por el efecto llamada del reglamento Caldera.
Por si fuese poco lo del ministro Ngom, el que recibió el regalo español de unas cuantas motos de agua, el propio presidente de Senegal, un tal Abdoulaye Wade, culpa a España del problema inmigratorio y, ante una emisora alemana, declara que: España no ha cumplido con sus compromisos dentro del marco del acuerdo recién firmado para luchar contra la emigración ilegal.
A todo esto, la vicepresidenta Fernández resta importancia a las críticas y asegura que los controles en la costa de Senegal están comenzando a funcionar razonablemente, que es la respuesta que el régimen zapaterista ofrece siempre que se le pilla en falso y se destaca su gran incompetencia.
La verdad sea dicha, uno no puede dejar de sentir vergüenza de que a España la represente esta caterva de indocumentados, comenzando por un ministro de Exteriores al que no recibe a gusto nadie que no sea un tirano, un comunista o un populista, valga la triple redundancia. Porque cuando viaja a la capital de otros estados que de verdad cuentan en el mundo, siempre mendigando la visita, sólo sirve de hazmerreír o para que le saquen los colores. Y lo malo no es eso, sino que a su vuelta nos vende la burra de unos logros conseguidos que siempre son fruto de su fantasía, como lo acreditan más de 100.000 páginas de Google que aparecen tecleando Moratinos y fracaso.
Autor: Policronio
Publicado el 8 de septiembre de 2006
Publicado el 8 de septiembre de 2006

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