domingo, 29 de abril de 2018

Curioso debate en Radio Intereconomía sobre la masonería

Símbolismo de la Logia masónica.

Eran eso de las 23:00 horas del día de ayer cuando conectábamos Radio Intereconomía, en el preciso instante que se estaba comentando un libro de Manuel Guerra Gómez, Consultor de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, en el que se daba cuenta de la condición masónica de Rodríguez Zapatero en calidad de Gran Maestre grado 33 y de Alberto Ruiz-Gallardón, éste en situación de "durmiente", o sea en stand-by para entendernos.


La realidad es que mientras Zapatero nunca ha desmentido su condición masónica, Alberto Ruiz-Gallardón sí lo ha hecho hace tiempo mediante una carta dirigida -creemos recordar- al diario ABC, otrora medio de comunicación liberal-conservador, actualmente punta de lanza del Grupo Prisa en la lucha mediática que mantiene el progresismo mediático contra todo lo que quede fuera de su órbita: léase Cadena Cope, El Mundo, Libertad Digital, etc.

Volviendo al debate de Intereconomía sobre la masonería, no faltaron injustas coces contra la Cadena Cope, medio radiofónico del que se dijo mantiene una dura campaña contra la orden secreta, como si los autores del libro La Gran Revancha, Isabel Durán y Carlos Dávila no condujeran cinco días a la semana una tertulia en la que la francmasonería no sale precisamente bien parada.

El caso es que mientras el director de Más se Perdió en Cuba leía un correo electrónico de un masón, este se decidió a llamar al programa, que le dio paso rápidamente y le dejó explayarse todo lo que quiso y más.

El sujeto, que confesó ser Gran Maestre, no quiso desvelar su nombre, y ello a pesar de las reiteradas peticiones del presentador y el resto de contertulios. Aducía para ello el misterioso  -como toda la orden lo es por definición- personaje que es mejor mantener en secreto el nombre de su persona por lo que pudiera ocurrirle. Argumento que ipso facto fue rebatido por los periodistas del programa, que le recordaron que España es una democracia en la que no cabe persecución alguna contra nadie. Y que mucha gente, como los militantes del PP en el País Vasco, defiende sus principios arriesgando su integridad personal. Cosa que en ningún caso ocurre con los masones. Pero al grado 33 parecía darle igual todo este tipo de argumentos: seguía erre que erre argumentando que lo mejor era no desvelar el nombre de su persona.

Preguntado sobre la implicación de la masonería en asuntos políticos, este bulto sospechoso reconoció que la orden se había inmiscuído en la política en la Segunda República y que estos masones habían violado el precepto de las Constituciones de Anderson sobre la no intromisión de los cofrades en asuntos profanos de esta índole. Asimismo desmintió los datos aportados por Manuel Guerra sobre la pertenencia de los políticos arriba citados a la masonería, aunque, eso sí, sin aportar pruebas ni datos concluyentes. Iba en contra de Guerra un poco porque sí.

Luego quiso defender a la francmasonería de la perpetua acusación de anticatolicismo. Dijo que la masonería regular (anglosajona) a la que pertenecía no era anticristiana, aunque sí las otras dos ramas: la oriental (laicista) y la luciferina. El comentario de un interviniente fue sencillamente demoledor: si de tres ramas de la sociedad secreta, dos no son precisamente respetuosas con los cristianos, pues ya está todo dicho.

Y colorín colorado...

Autor: Smith
Publicado el 4 de diciembre de 2006

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