El cuatro de Julio de 2006 (Independence Day) será un día que pasará a los anales de la historia militar por la aguerrida actuación del sempiterno ejército rojo. Ayer, en una brillante misión internacional, y tras 70 años de lucha -y fracaso-, las tropas republicanas dirigidas en esta ocasión por el catalán Borrell (no me gusta que a los toros vayas en helicóptero), tomaron la ciudad de Estrasburgo derrotando una vez más al enemigo fascista que azota con furia los designios de la España actual.
Y no es un tema baladí queridos lectores. La victoria de ayer, ya conocida como "Batalla de Estrasburgo", se une a otros grandes éxitos estratégicos y militares como la "Operación Nuevos Ministerios" en donde tras una exquisito ejercicio de estrategia -planificado al detalle durante los últimos treinta años- las huestes rojas dieron caza al General enemigo, quién para sorpresa de los participantes en tan gloriosa batalla no opuso resistencia alguna y se mantuvo estático en el transcurso de la contienda. Pero la "Operación Nuevos Ministerios" no iba a terminar en aquella gloriosa noche del 17 de Marzo de 2005, tras agasajar a "Santiaguin" cerebro de la misma y artífice de otras míticas campañas de exterminio -que modestamente le cuesta reconocer- como "Fosas de Paracuellos" o "Rendición en el Cuartel de la Montaña" las alarmas saltaron 11 días después. El reo había conseguido huir y había sido avistado en Guadalajara. En una implacable operación relámpago, el glorioso ejército republicano se anotó una nueva victoria a sumar a la lista de las que, sin oposición alguna, viene cosechando desde el año 1975 y capturó al infame General huido y al líder del partido fascista al que se daba por muerto -gracias a otra inmaculada operación de exterminio de las fuerzas frentepopulistas- desde el año 1936. Todo un éxito operativo.
Debemos estar agradecidos a estas nuevas generaciones de luchadores, tan al día de los actuales problemas de la sociedad española, por sus gestas y su valor extremo. Esta nueva generación, heredera de aquellos prohombres que, tan novedosamente y sin escrúpulos aplicaron la revolucionaria técnica del "desgaste", a saber: dejar agonizar con gran saña durante cuarenta años al terrible dictador para que sufriera y se retorciese de dolor, están demostrando que la Historia y sus límites no los marca el tiempo y los acontecimientos sino su soberana voluntad.
Después de este éxito, yo me sigo preguntando: ¿qué hay de mi hipoteca?
Autor: John Sherman
Publicado el 5 de julio de 2006
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