sábado, 24 de marzo de 2018

A tiros con Lavandera


¿Puede alguien explicarme en qué clase de país nos encontramos en el que uno de los testigos del 11-M, Francisco Javier Lavandera, es tiroteado en el interior de su vehículo? 

Tiroteado después de que le fuese retirada la protección policial y, sobre todo, tras del extraño "suicidio" de su compañera sentimental en la playa de San Lorenzo de Gijón a plena luz del día y ante varios testigos. Días después Lavandera recibía las fotos de la autopsia de su compañera con el macabro mensaje: "un recuerdo de tu mujer, para que no la olvides".

Tiroteado supuestamente por unos "malos" -involucrados en el 11-M- que, según insisten en contarnos, o bien están encarcelados o muertos, porque según algunos todo está claro y más que claro.

Algo muy extraño está pasando en relación al 11-M, en donde los testigos e imputados principales para la resolución del caso se suicidan en extrañas circunstancias. Pero veamos el papel de Lavandera en esta "Crónica de una muerte anunciada".


Lavandera actuó como confidente de la Guardia Civil de la comandancia de Asturias revelando a sus controladores la existencia y entresijos de la denominada "trama asturiana" alertando ya en el año 2001 de que Toro y Trashorras -hoy procesados por el 11-M- además de intentar vender explosivos estaban buscando a alguien que supiera montar bombas con móviles.

No solo fueron importantes sus confidencias -pasadas por alto en su momento- si no especialmente el posterior escándalo que se desató al comprobar que las cintas en las que se grababan las conversaciones que Lavandera  mantenía con su controlador -"el agente Campillo"- no fueron entregadas al juez Del Olmo. Este ominoso episodio de la investigación es conocido como el de las "cintas de Cancienes" por ser esta la localidad en las que aparecieron las citadas cintas en una operación de mudanza en el cuartel de la Guardia Civil.

Algo huele a podrido en las circunstancias que rodean al 11-M en general y a la trama asturiana en particular y, parafraseando al bueno del Quijote que tanto parece gustarle al inquilino de la Moncloa, no son rosas precisamente.

Cada vez son más las lagunas y el oscurantismo que envuelve la mayor masacre terrorista de nuestra historia perpetrada a tres días vista de las elecciones generales. Paradójicamente los esfuerzos -nulos por parte del actual gobierno- por aclarar los hechos que en buena lógica y decencia democrática deberian de realizarse en una atmósfera de total transparencia están produciendo los efectos contrarios en una sociedad -o al menos en una buena parte- que todavía se pregunta indignada y hoy, si cabe, un poco más asustada un: ¿quién ha sido?

No obstante dados los antecedentes creo necesario valorar con suma prudencia este nuevo suceso que bien pudiera haberse producido de cara a la GALería desviando así la atención sobre otras cuestiones fundamentales tanto en la investigación del 11-M como en el transcurrir de la vida política nacional.

Autor: John Sherman
Publicado el 6 de julio de 2006

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