viernes, 9 de marzo de 2018

Realidad nacional española

El Reino de Pamplona-Nájera en su auge bajo Sancho el Mayor (de 1029 a 1035). Reivindicado por el nacionalismo vasco como un reino propio. Es decir, el Reino Vasco, de ahí que para los euskaldunes la única nación es la vasca y deben absorber Navarra.

España es una nación. Una sola nación. La realidad nacional española, según Andrés Aberasturi,  choca frontalmente con la realidad "nacional" andaluza. Si Andalucía forma parte de la realidad nacional española, la realidad "nacional" andaluza es incompatible con la nación española.


España es un país en trance de disolución. No es catastrofismo. Es la realidad, nacional o no. Las comunidades autónomas reivindican deudas históricas inexistentes. Los nacionalistas se agarran a la nada: los intrascendentes Suevos, la región mitológica Euskal-Herría o el reino fantasma de Cataluña. Tres ficciones, tres mentiras, tres nadas.

Mientras tanto, las regiones cuya historia fue realmente importante, callan. La Ley de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra de 1982, sancionada por Juan Carlos I, comienza así: "Navarra se incorporó al proceso histórico de formación de la unidad nacional española manteniendo su condición de Reino, con la que vivió, junto con otros pueblos, la gran empresa de España. Avanzado el siglo XIX, Navarra perdió la condición de Reino, pero la ley de veinticinco de octubre de mil ochocientos treinta y nueve confirmó sus Fueros, sin perjuicio de la unidad constitucional, disponiendo que con la participación de Navarra, se introdujera en ellos la modificación indispensable que reclamara el interés de la misma conciliándolo con el general de la Nación y de la Constitución de la Monarquía". Anoten la diferencia entre la fidelidad de Navarra y la traición de otras comunidades cuya historia no llega a la suela del zapato al viejo reino pirenaico.

Cuatro mamarrachos han impuesto su definición de Andalucía como "realidad nacional", eliminando cualquier referencia a la "unidad indisoluble de la nación española". Repito: son unos mamarrachos. Durante la transición española los Estatutos solían aprobarse después de haberse consensuado. Imagínense una Constitución Española sin un consenso mínimo. Pues trasladen la idea a los Estatutos. El PSOE ha pasado de ser el partido del odio de clases al partido del odio interregional. Javier Arenas ha denunciado que los social-federalistas no han aceptado durante los trabajos de la ponencia parlamentaria ni una sola enmienda de fondo del PP. ¿Por qué? Pues porque son unos sectarios.

Autor: Smith
Publicado el 18 de abril de 2006

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