jueves, 22 de febrero de 2018

Viento racheado


Cuando nos vemos obligados a coincidir con extraños en lugares comunes como ascensores, taxis, trenes o cualquier otro momento circunstancial y el silencio resulta algo embarazoso, acostumbramos a recurrir al tiempo como medio socorrido de superar el trance, y hasta solemos ponernos en plan meteorólogo, aventurando diagnósticos y adelantando previsiones. A veces, una vez ya lanzados al coloquio, solemos recordar el frío o calor que hizo en el año tal, o nuestra participación en la gran nevada que nos tocó sufrir estoicamente, convirtiendo, gracias a nuestra imaginación, aquellos eventos en el relato de aventura del que fuimos protagonistas. A fin de cuentas, quien se va a enterar.


¡Ah, el viento! Rodríguez ZP echó mano de la ráfaga de viento que vino en segundos…y plaff!, para explicar la tragedia de Guadalajara de la que naturalmente sólo fue un espectador asombrado, ya que gracias a la diligente labor oficial y coordinación de medios, sólo hubo que lamentar once muertos. Sus familias aún continúan comentando los caprichos de la Naturaleza. Ni que decir tiene que los males que causa el viento, en circunstancias desgraciadas como esta, nadie los olvida, y en especial los sufridos responsables de prevenir y compensar sus estragos, siempre diligentes y colaboradores en la evaluación de las consecuencias.

¡Ah, el viento! Diecisiete militares murieron por su culpa, al estrellarse el helicóptero en el que daban un paseo armados hasta los dientes por tierras de Afganistán. Sus compañeros, que en un segundo transporte los acompañaban en la misma excursión, quedaron tan afectados por ese mismo viento que fueron excluidos como testigos no fiables debido a la ceguera y sordera que un céfiro inesperadamente crecido les produjo, incapacitándoles para ofrecer un testimonio fidedigno de lo acontecido. El encargado de las explicaciones oficiales, así lo concluyó incluyendo el ingrediente meteorológico entre las causas del accidente.

Con tantos vientos con nombre propio como existen, aún no ha sido posible descubrir al culpable de que la fragata Álvaro de Bazán derivara peligrosamente junto a portaaviones norteamericanos en aguas del Golfo Pérsico. Tal vez, y para problemas de tempestades generadas por la siembra indiscriminada de vientos, sea inteligente tener a mano un glosario con los principales que puedan afectarnos, ya sean estos el Mistral o la Tramontana, que últimamente sopla de lo lindo, o el Sirocco, mucho más al Sur, que a buen seguro no tardará en dejar sentir sus efectos. Estamos en racha ¡Ah, el viento!

Autor: Perry
Publicado el 11 de febrero de 2006

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