miércoles, 7 de febrero de 2018

Network, un mundo implacable

Peter Finch recibió un Oscar póstumo por su magnífica interpretación del periodista enloquecido.

Aparte del hecho de que esta gran película de 1976, dirigida por Sydney Lumet, me fascinara en su momento, siempre he tenido presente los grandes diálogos retóricos que contiene y que describen a la perfección el mundo de intereses económicos en que nos movemos, dando pié a una reflexión sobre ese mundo de la televisión en el que todos quieren estar y que nadie renuncia a controlar. Nos habla de poderes fácticos fácilmente reconocibles empeñados en el dominio de nuestras mentes y el control de nuestras vidas, a base de suministrar mensajes que nos mantengan encandilados, contemplando la vida a través de visiones preparadas para subjetivar y adormecer nuestros propios mecanismos de raciocinio, promocionando nuestra adopción de las tesis “razonables” de los nuevos profetas de las ondas.

La audiencia lo es todo para ellos. El “share”, nuestra suscripción “voluntaria” a estos servicios de conciencia colectiva y de criterios prefabricados para nuestra comodidad. Si hay excepciones entre los profetas y sus diatribas, sólo nosotros podemos decidirlo. El ejercicio de la comunicación informativa resulta ya un trabajo tedioso de no venir acompañado de una opinión con cara y facciones reconocibles. ¿Es eso hoy el periodismo televisivo? Parafraseando al músico Frank Zappa diría que “El periodismo televisivo consiste en gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer”.


Para no “manipular” más las mentes de nuestros queridos lectores de Batiburrillo, incluiré ahora dos fragmentos discursivos de este extraordinario film que me he permitido transcribir. El primero de ellos es una de las mesiánicas arengas que el profeta iluminado Howard Beal (Óscar póstumo a Peter Finch) dirige a su audiencia:

¡Edward George Ruddy murió hoy! Edward George Ruddy era el presidente de la junta de la Unión de Sistemas de Radiodifusión y murió a las once en punto esta mañana de un ataque al corazón! ¡Y pobres de nosotros! ¡¡Tenemos un montón de problemas!!

Así, un pequeño hombre rico con pelo blanco ha muerto. ¿Qué tiene eso que ver con el precio del arroz, verdad? ¿Y por qué pobres de nosotros?

Usted y otros 62 millones de americanos están escuchándome ahora. Porque menos del tres por ciento de ustedes leen libros. Porque menos del quince por ciento de ustedes lee periódicos. Porque la única verdad que ustedes conocen es la que se cuenta a través de la televisión. Justo ahora, existe una generación completa que nunca ha conocido nada que no salga del tubo de la televisión. Este tubo es el evangelio, la última revelación. Este tubo que puede fabricar o derribar Presidentes, Papas y Primeros ministros. Ese tubo que es la más terrible, la más maldita fuerza divina en un mundo global sin Dios. Y pobres de nosotros si alguna vez cae en manos de la gente equivocada y es por lo que, pobres de nosotros,  Edward George Ruddy murió. Porque esta compañía está ahora en manos de la CCA, la Corporación de Comunicaciones de América. Hay un nuevo presidente de la junta, un hombre llamado Frank Hackett que se sienta en la oficina de Mr. Ruddy en el piso veinte. Y cuando la doceava mayor compañía en el mundo controle la más terrible, la más maldita fuerza divina de propaganda en un mundo global sin Dios, quién sabe que mierda será pregonada como la verdad en esta red televisiva. ¡Así que escúchenme! ¡Escúchenme! La televisión no es la verdad. La televisión es un maldito parque de atracciones. La televisión es un circo, un carnaval, una "trouppe" itinerante de acróbatas, cuentistas, bailarines, juglares, monstruos de barraca de feria, domadores de leones y jugadores de fútbol. Estamos en el negocio de matar el aburrimiento. Si quieren saber la verdad, acudan a Dios, acudan a sus gurús, búsquenla en ustedes mismos porque es en el único lugar donde van a encontrar la auténtica verdad. Pero amigos, nunca van a obtener ninguna verdad de nosotros. Nosotros les diremos cualquier cosa que quieran oír. ¡Nos encanta hacerlo! Les diremos que Kojak siempre atrapa al asesino, y que nadie tiene cáncer en la casa de Archie Bunker. Y no importa en qué problemas se halle nuestro héroe favorito, no se preocupe. Sólo mire su reloj, y dentro de una hora, él saldrá airoso de cualquier situación. Nosotros le diremos cualquier mierda que quieran oír. Manejamos ilusiones, amigos. ¡Nada de ello es verdad! Pero ustedes sentados ahí día tras día, noche tras noche, gente de todas las edades, colores y credos – nosotros somos lo único que conocen. Están empezando a creer en las ilusiones que tejemos aquí. Están empezando a creer que este tubo es la realidad y que sus propias vidas no son reales. Hacen lo que el tubo les dice. Visten como el tubo les dice, comen como en el tubo y educan a sus hijos como en el tubo. Incluso piensan como en el tubo. Esto es una locura colectiva. Ustedes son maníacos. En el nombre de Dios, ustedes son la realidad. Nosotros somos ilusión. Así que apaguen sus televisores. Apáguenlos ahora. Apáguenlos y déjenlos apagados. Apáguenlos en medio de esta frase que les estoy dirigiendo ahora. ¡Apáguenlos!.

El segundo injerto es la explicación que da el magnate y presidente de la CCA, Arthur Jensen, (interpretado por Ned Beaty en la cinta), intentando “reconducir” al astro televisivo disidente y apocalíptico, explicándole la realidad y el verdadero sentido de la vida.

Arthur Jensen: ¡Se ha entrometido con las fuerzas primitivas de la naturaleza, señor Beale, y yo no se lo tolero! ¿Está claro? Usted cree que solamente ha impedido un negocio, pero ese no es el caso. ¡Los árabes se han llevado millones de dólares de este país, y ahora tienen que reponerlos! ¡Es el flujo y reflujo, es el ritmo de las mareas, es un equilibrio ecológico...! Usted es un viejo que sólo piensa en términos de naciones y pueblos. ¡No existen naciones, no existen pueblos, no hay rusos, no hay árabes, no existen Terceros Mundos ni Occidente! Existe únicamente un Gran Sistema de Sistemas, un vasto y salvaje entretejido, intercalado, multivariable, multinacional dominio de dólares. Petrodólares, electrodólares, multidólares, marcos, yens, libras, francos y rublos. Es el Sistema Internacional Monetario, que determina la totalidad de la vida en este planeta. Ese el orden natural de las cosas de hoy día. ¡Esa es la estructura atómica y subatómica y universal que configura las cosas de hoy día! ¡Y usted se ha entrometido con las fuerzas primitivas de la Naturaleza! ¡Y usted debe repararlo! ¿Me entiende usted, señor Beale? Usted aparece en su pequeña pantalla de veintiuna pulgadas y grita sobre América y la Democracia. No existe América. No existe la Democracia. Sólo existe la IBM, la ITT, la AT&T, y Dupont, Down, Union Carbide y Exxon. Esas son las naciones del mundo hoy día. ¿De qué hablan los rusos en sus Consejos de Estado? ¿De Karl Marx? No. De sistemas de programación lineal, de teorías sobre estadística, de problemas económicos, y computan costos de sus transacciones e inversiones, como hacemos nosotros. Ya no vivimos en un mundo de naciones e ideologías, señor Beale. El mundo es... un colegio de corporaciones inexorablemente dirigido por los estatutos inmutables de los negocios. El mundo... es un negocio, señor Beale. Lo ha sido desde que el hombre salió arrastrándose del barro. Y nuestros hijos vivirán, señor Beale, para ver eso. Un mundo perfecto en el que no habrá guerra ni hambre, opresión ni brutalidad. Una vasta y ecuménica compañía asociada en la que todos los hombres trabajarán para servir a un beneficio común. En la que todos los hombres poseerán una cantidad de acciones. En la que se les cubrirán todas las necesidades, se les modelarán todas las ansiedades... y les divertirán para que no se aburran... Y le he elegido a usted, señor Beale, para predicar este Evangelio.

Howard Beale: “¿Y por qué a mí?”.

Arthur Jensen: “¡Porque sale usted en televisión, tonto! ¡Sesenta millones de personas le ven cada noche de la semana, de lunes a viernes...!”.

Howard Beale: “¡He visto el Rostro de Dios...!”.

Arthur Jensen: “Puede que tenga usted razón”.

Autor: Perry
Publicado el 8 de diciembre de 2005

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