lunes, 12 de febrero de 2018

Lengua, ley, símbolos... todo ultrajado


La principal consecuencia de un año desastroso en lo político como ha sido 2005, año en el que la Nación española recibió a su vez no poca deslealtad procedente de 2004, es precisamente el hecho de ignorar a dónde conducirá Zapatero a España durante el 2006. Porque cuando el gobernante de mayor poder ejecutivo en un estado no sabe cómo afrontar el mañana, ni qué proyecto confesable quiere ofrecerles a los ciudadanos, siendo su lamentable proceder una serie de continuos bandazos e improvisaciones en función del chantajista de turno, es evidente que nos hallamos ante una de esas etapas negras y desoladoras que nublan cualquier horizonte. 


Decía Antonio Machado que peor que ver la realidad negra, es no verla. Así lo creo yo en relación al presidente del gobierno, quien a mi juicio es incapaz de advertir que España no es un invento franquista que debe purificarse a toda costa y por lo tanto serle desmantelado el concepto de patria común, como pretende el nacionalismo. No, no parece justo que para satisfacer el instinto de los totalitarios deba darse cuenta de uno de los estados más antiguos de Europa, un estado lo suficientemente maduro y enraizado en las entrañas del pueblo como para haber superado durante más de 500 años a toda clase de reyes absolutistas, varias guerras civiles, períodos dictatoriales, etapas revolucionarias, administraciones incompetentes e intentos territoriales cismáticos.

Ahora bien, aún sería mucho peor para un gobernante no el hecho de ignorar la historia y la realidad sino, como parece, la pretensión de cambiarlas y dilapidar de un plumazo, atendiendo al capricho de los separatistas y a su propio instinto, cuanto de bueno y armonioso ha representado para los españoles. Y en ese aspecto, hay que citar sobre todo a nuestra lengua común, que ha sido el medio por el cual un habitante de España podía desplazarse y ser entendido a lo largo y ancho de nuestra patria, lo cual le otorgaba la facultad de asentarse en el lugar escogido y convivir casi desde el primer momento con los lugareños.

Debe reconocerse, pues, que con su franco retroceso en algunas regiones, el idioma español es la víctima principal de una situación política en la que ninguna de las formaciones que ha ejercido el poder ha dado la talla y en la que Zapatero, con su desistimiento y su nulo interés en afrontar el grave problema actual, parece ser el destinado a darle la puntilla al aceptar lo que el nuevo estatuto de Cataluña pretende respecto a la normativa lingüística: A menos idioma español, más nación catalana.

La ley es otra cuestión de no menos importancia que la lengua. A lo largo de los siglos ha servido igualmente para armonizar nuestra convivencia. Hasta el presente hemos contado con una ley común para todos los españoles. Se ha venido aplicando con ciertas peculiaridades regionales, como el derecho civil catalán, pero siempre se ha contado con la posibilidad de apelar a la más alta instancia del Tribunal Supremo, igualmente común para cualquier ciudadano. De cumplirse la pretensión de Zapatero y el deseo de sus socios regionales, en el futuro ya no será así. Cada territorio dispondrá de su propia última instancia de apelación, con toda posibilidad muy politizada y, lo que es más grave, se creará un cuerpo judicial paralelo de base autonómica.

Para no hacer más extenso el artículo de hoy, voy a aludir finalmente a otro asunto que si bien a primera vista no parece de gran relevancia, en el fondo tiene mucho interés por cuanto representa la ruptura del respeto que nos debemos a nosotros mismos. Me refiero a los símbolos de España, comenzando por su bandera y su himno. Hay comunidades, como puedan ser el País Vasco y Cataluña, donde expresamente se incumple la ley de símbolos, por no hablar directamente de agravios hacia ellos, sin que los delegados del Gobierno socialista o los fiscales del Estado hagan nada al respecto. Eso es así, y ninguno de los lectores de Batiburrillo me dejará por embustero. De todos modos, el buscador de Google está plagado de ejemplos acerca de incumplimientos nacionalistas de las leyes. 

La pregunta final sería, ¿qué clase de gobernante debemos de considerar a Rodríguez Zapatero cuando es evidente que durante su mandato, además de poner en flagrante retroceso la libertad de prensa, no hace nada para conservar los valores que a una nación le confieren la armonía y la idiosincrasia, como son la legua, la ley y los símbolos comunes? 

Publicado el 4 de enero de 2006

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