Ahora que finaliza el año, hay que reconocer que no sería un asunto fácil si uno tuviese que escoger un adjetivo para calificar el comportamiento de Zapatero a lo largo del ejercicio que concluye. Podría afirmarse que a este hombre le ha definido la bobería —más o menos solemne— si es que tenemos en cuenta las decisiones que ha ido tomando en Europa, como por ejemplo su renuncia pardilla a la defensa de los intereses de España en la última Cumbre, que concluyeron en un rotundo fracaso que transformó, a posteriori, en la vanagloria de todo lo contrario. Sí, lo suyo fue un sacar pecho para contentar a esos que siempre le aplaudirán con las orejas, haga lo que haga.
Otra característica que debería considerarse en ZP, a efectos de definirle la "virtud" principal, es su falta de lealtad a la nación española, como se acredita tras una serie de cesiones ante las fuerzas nacionalistas, sean separatistas o no, a las que parece tenerles una obligada simpatía no exenta de pánico. Cesiones que concluirán en un nuevo estatuto completamente liberticida para Cataluña y expresamente perjudicial para los catalanes, que como es lógico en la gente aficionada a la tramoya, y ZP se acomoda siempre en primera fila, quiere vendernos muy reformado y encajado en la Constitución, pero que, en todo caso, no pasará de muy maquillado y adornado con leyes complementarias, como la reforma judicial, que lo disfracen aún más y lo hagan menos árido. Y a pesar de ello, está por ver si los propios nacionalistas no lo retirarán por insuficiente o piden que se vote en contra.
Tampoco andaría desacertado quien afirmase que al presidente por accidente le define la arbitrariedad compulsiva, ya que no hay más que ver cómo reparte dádivas entre sus compinches o el destino de las diversas partidas de los presupuestos generales del Estado, encaminadas a contentar a determinadas autonomías de regímenes autonómicos amigos. Otras decisiones, como la “Y” ferroviaria vasca del AV(E) dejada en manos del PNV y que, con los mismos derechos, le ha negado a Navarra, dan fe igualmente de su carácter despótico. Eso sin hablar (no debe dejarse de hacerlo) de las promesas hechas a Murcia sobre la llegada de agua antes de un año, sin que hasta el momento, cuando nos acercamos a la segunda anualidad, aquí no se haya visto ni una gota adicional atribuible al gobierno socialista.
Quizá la mentira descarada, a menudo ceñida de hipocresía, sea otra de las particularidades definitorias de quien se hartó de usar el eslogan “no a la guerra” y al año y medio de la huida espantadiza de Irak no tuvo reparos en enviarles a los americanos, a la chita callando y sin conocimiento del Parlamento español, nuestra mejor fragata para que integrase un grupo de combate dedicado a bombardear determinadas posiciones. Falsedades imputables al fulano de marras, que no de otro modo debe llamársele a quien actúa con semejante espíritu, serían asimismo sus afirmaciones grandilocuentes, para más inri efectuadas en la misma COPE, en el sentido de que durante el mandato socialista aumentaría notablemente el grado de libertad de expresión, así como la pluralidad en los medios informativos dependientes del Estado. Y qué tenemos hasta ahora: Una RTVE cuyo grado de sectarismo se acerca a los valores que se salen de la escala, una campaña anti COPE y anti Grupo Intereconomía y una ley en preparación, similar al CAC de los escasamente demócratas tripartíticos, que quizá acabe por dejarnos huérfanos de información y de opinión a los miles y miles de discrepantes.
Con todo, el rasgo más específico del nefasto talante de ZP ha sido una cobardía pertinaz que no duda en recubrir con engaños y añagazas. Los españoles nos hemos encontrado con un hombre incapaz de condenar los atentados de la banda terrorista ETA y abierto a conceder un partido testaferro (PCTV) para acceder al Parlamento vasco, todo ello como concesión inicial a unas negociaciones afrentosas para las víctimas del terrorismo y para los españoles en general. Quien le haya preguntado al mandatario socialista sobre la cuestión de los atentados (a él o a su gobierno), habrá escuchado siempre la misma respuesta: llevamos casi dos años sin muertos. Y uno se pregunta: ¿Es que no cuentan los estragos, las amenazas, las extorsiones y la violencia verbal (a veces algo más que verbal) que los etarrófilos practican a diario sin que se haga nada para contenerlos? ¿Es que nadie es capaz de advertir que regalándoles el reino de la impunidad se les está rearmando para que en la siguiente etapa de discrepancia asesinen a manos llenas? Y por si fuera poco la cobardía interna, disimulada las más de las veces con desistimientos y pagos a cargo del erario público, el individuo que nos manda ahora se destapa con el apocamiento exterior y anuncia que cuando se decida a visitar nada menos que dos ciudades españolas, Ceuta y Melilla, primero avisará al tirano marroquí, su amigo el morito Mohamed, que es uno de los componentes del conjunto guacamayo, junto a Castro, Chávez y algún otro “demócrata” de la misma ralea, únicos amigos que aún le dirigen la palabra y además lo hacen por interés.
Publicado el 28 de diciembre de 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.