miércoles, 21 de febrero de 2018

¿Hay tolerancia en el progresismo?

Bajo el título "Falangistas taxidermistas", el periodista Oriol Malló dedica un artículo en el diario Avui a la reciente plataforma catalana no-nacionalista Iniciativa Ciudadana (hoy partido político Ciudadanos) y, en especial a tres de sus promotores, "mis buenos amigos" Albert Boadella, Arcadi Espada y Félix de Azúa. Desde el victimismo del catalanismo perseguido, Malló les amenaza, después de algunos rodeos, y llama a generalizar el acoso contra ellos: "Pues nosotros también queremos exterminaros, qué caray. Divirtámonos hasta morir que la guerra, a cara descubierta, tal vez ya ha empezado". Fuente Libertad Digital. Lo cierto es que los tres personajes citados no tardaron demasiado tiempo en asentarse fuera de Cataluña.

Cuando en el terreno de las ideas comienzan a ser rebatidos los planes arbitrarios de los progresistas, mejor dicho, de quienes en actitud ilusoria y cínica se colocan una honorífica medalla que, en ellos, resulta ser de cartón y purpurina, surge la siguiente etapa de los que en el fondo no son más que gente totalitaria. Me refiero a la violencia o las amenazas de muerte. Sí, la violencia, que al parecer constituye el plan B de los inmorales -o de sus resabiados comandos de élite-, para amedrentar a quienes se les oponen y alegan la necesidad del respeto a la ley. Veamos un par de ejemplos de los muchos posibles:


Agreden a una militante del PP por recoger firmas a favor del referéndum”. El agresor, ¡pásmense!, gritó que lo que hacían era ilegal e increpó a las militantes llamándoles "hijas de puta, fachas y desgraciadas". Se indica en femenino, porque la agredida fue una señora que acabó en el hospital. ¡Todo un valiente el progresista! Da la impresión que el agresor, sin duda un pobre diablo notablemente influenciado por los portavoces del PSOE o del Gobierno, que a los cuatro vientos han tachado de ilegal la recogida de firmas, actuó como suelen hacerlo muchos de los que tienen su voto embargado de por vida por la izquierda o el nacionalismo, es decir: Sin la más mínima meditación y bajo los nocivos efectos de la propaganda “progre”.

Un grupo de rock catalán amenaza de muerte a Federico Jiménez Losantos”. El estribillo de la canción, todo un poema de amor hacia el director de “La Mañana” de la COPE, reza así: “Veinte agujeros en la nuca, por facha y por cabrón, por fascista y por cabrón”. Está claro que a los componentes del grupo Antitank, cuyos espíritus democráticos se perciben en el más puro estado de ausencia, no les basta con que Federico fuese ya tiroteado en las piernas por Terra Lluire, esa ONG del terror catalán de la que proceden innumerables miembros de Esquerra Republicana de Catalunya. No, no les basta. Para ellos, para los nacional-punkis catalanes, que actúan al estilo Carlos Fanlo, ese juez que habló de disparos en el corazón hacia Federico, priva la necesidad de que los balazos se dirijan a zonas vitales de quien les avergüenza a menudo con sus argumentos. Aquí ya no hablamos de un pobre diablo que se dedica a pegar a las señoras, nos encontramos ante un grupo de jovencitos surgidos del adoctrinamiento pujolista, ese adoctrinamiento que fue creando en numerosos ámbitos afines la necesidad de que Cataluña fuese una nación, algo que la Historia no respalda ni de lejos.

Podrían citarse con detalle otros ejemplos de violencia o amenazas que entrarían de lleno en el citado plan B, como el caso de Oriol Malló, ese periodista repugnante acogido a la cloaca de un medio, AVUI, co-propiedad del gobierno catalán, que pidió el exterminio de sus oponentes. También los reiterados intentos por parte de las juventudes nacionalistas catalanas para evitar que se celebren conferencias o debates acerca del nuevo Estatut o, simplemente, sobre la necesidad de no discriminar al idioma español en Cataluña. No voy a hacerlo. Baste citar hoy los dos casos de más actualidad para que quede claro que la tolerancia del progresismo no es más que una fachada para ocultar las miserias morales que acarrea buena parte del nacionalismo o la izquierda, como ya se demostró en los innumerables asaltos o incendios a sedes del Partido Popular en las jornadas de reflexión. ¿Serán la violencia y las amenazas hacia los oponentes el resultado de la reflexión de unos cuantos sedicentes del progresismo? No quiero ni creerlo aunque a ojos vistas lo parezca. 

Publicado el 9 de febrero de 2006

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