Este es el PSOE de principios de 2016. ¡Líbranos, Señor! |
Del mismo modo que la caída del muro de Berlín se convirtió en el símbolo de un comunismo soviético que expiraba a causa de sus muchos males y patrañas, la aprobación final y puesta en marcha del nuevo estatuto catalán juraría que supondrá el inicio de una agonía (al menos en Cataluña) del incorregible socialismo español, que es una ideología dispuesta con frecuencia a regurgitar bilis con la intención de volver a las andadas e inocularnos el afán de las dos Españas, un escenario en el que solamente Dios sabe cómo es posible que ellos crean que les favorece.
Es indiscutible que no puede tener mucho futuro un partido político capaz de escoger como líder al farsante Rodríguez Zapatero, que a la par aúna -además de farsante- la condición de incompetente definitivo. No, no puede tener futuro un partido dispuesto a dejar sin patria y sin libertad a los españoles, creando a cambio dos o tres nacioncitas tan de diseño como totalitarias. Y mucho menos cuando los socialistas se regocijan en asignarle a la derecha democrática la "cualidad" de fascista y se muestran entusiasmados por arrinconarla mediante el “todos contra uno”. No, el socialismo no puede tener más futuro que los años indispensables para que el pueblo, a pesar de la caterva de propagandistas que querrán impedirlo, acabe por comprender que el socialismo español representa el deseo de entontecer la voluntad de los ciudadanos y fraccionarlos en buenos y malos según sea su grado de complacencia con la Secta. Sí, porque el socialismo, igual que el separatismo, necesita fijar un enemigo mortal.
A diferencia del socialismo de la etapa anterior, donde abundó el latrocinio y el crimen de Estado, hoy no hay institución que en menos de dos años no haya sido maltratada a conciencia por el actual socialismo de ZP: Las comunidades autónomas de signo contrario, casi olvidadas en los presupuestos del Estado; la Iglesia católica, humillada; el Ejército español, despreciado y convertido ante el mundo en una banda de cobardes tras la "fuga" de Irak; la Justicia, manipulada; la enseñanza, vulgarizada; la solidaridad interterritorial, casi suprimida. Eso sí, a cambio el socialismo ha creado instituciones de nuevo cuño, como ese matrimonio gay que la moral de una sociedad no puede permitirse sin resultar estupefacta, o se ha posicionado en la permisividad criminal con ese aborto libre que el año pasado (2005) costó 86.000 vidas inocentes y que en 2014 alcanza las 120.000.
Todo unido, y otras mil bajezas más en complicidad con los nacionalistas, como los intentos de golpe de Estado civil que, contra la Constitución, representan el nuevo estatuto catalán, del que la vicepresidenta De la Vega dijo que se aceptaba para el preámbulo el término nación y la obligatoriedad del idioma “propio”, o como la negociación-sometimiento a los dictados de la banda asesina ETA, cuyos dos primeros plazos abonados han sido el PCTV legalizado para las autonómicas y el mirar hacia otro lado ante el próximo congreso de Batasuna, lo que determinará tarde o temprano que el PSOE, un partido incapaz de integrar alguna idea sensata y beneficiosa para el conjunto de los españoles, puesto que siempre actúa a favor de la parte menos leal con España, algún día acabe arrinconado incluso por sus votantes más adictos, quedando en poco menos que testimonial y siendo sustituido por alguna coalición de ciudadanos no maleados ni maleantes, a los que la sociedad deberá darle su oportunidad para que regenere la podredumbre de la izquierda.
Llegará un momento, estoy casi seguro de ello aunque no pueda verlo, que declararse socialista provocará no poca repulsión en quien lo escuche, y que de la misma manera que hoy son escasos los ciudadanos que desean ser encuadrados como franquistas, habrá quien cambie su etiqueta política, como hacen ya los comunistas, para camuflarse con otros nombres y que no se les identifique con una ideología izquierdista que ha venido atentando desde siempre contra la libertad y la equidad. Luego el socialismo, especialmente el socialismo zapateril (la socialdemocracia nórdica es algo muy distinto), a no tardar será una corriente del pasado.
Las preguntas son: ¿Hay alguien con narices en el PSOE capaz de encabezar la regeneración del partido? O todos son borregos. ¿Existe el patriotismo español, siquiera sea en grado mínimo, en las filas socialistas? O lo que les mola es la pluri-diversidad que reclaman los separatistas para luego negársela a los demás. Si la respuesta es no en ambos casos, la aprobación del estatuto catalán habrá marcado el principio del fin del socialismo, ya que si a la condición de ser unos frescales le sumamos la falta de valor de sus militantes, sin que entre sus barones asome algo distinto a la cobardía ante Zapatero, entonces es que no hay remedio posible y se consumará la gradual desaparición de un partido que habrá pasado por la sociedad, como el comunismo (otra variante del socialismo), para servir de ejemplo a futuras generaciones sobre el comportamiento inmoral en la actividad política. ¿Hay socialistas decentes? ¡Por supuesto, a miles! Pero no son los que mandan.
Artículo revisado, insertado el 13 de enero de 2006 en Batiburrillo de Red Liberal
PD: Después de nueve años y un estatuto liberticida impulsado a medias por los socialistas catalanes, el PSC ha pasado de 52 diputados autonómicos en la era de Pascual Maragall a los 18 de la legislatura catalana que ha terminado hace poco. Para las elecciones del 27 de septiembre de 2015, los escaños que anticipan las encuestas para los socialistas son 15 o 16. Bien, pues esta misma progresión a la baja parecen llevar los socialistas de otras comunidades, quizá salvo Andalucía, de ahí que un tipo tan simple como Pedro Sánchez no pare de dorarle la píldora a cualquier formación política, por radical que sea, con la que considera que puede llegar a pactar después de las generales y en una nueva edición esquizofrénica del "todos contra uno".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.