El ensayista salvadoreño Federico Hernández Aguilar ha escrito un más que interesante artículo titulado Defendiendo el liberalismo de las precariedades conceptuales, del que conviene empezar analizando la siguiente parte del texto: "A todo lo largo del siglo XX, el desconocimiento de los términos básicos —de ese “andamiaje conceptual” que ilumina los idearios—, favoreció las visiones hemipléjicas de las más importantes doctrinas sociales y económicas, provocando serias confusiones y no pocas inconsecuencias de orden histórico. En Latinoamérica, la víctima más ilustre de esta precariedad ha sido, sin ninguna duda, el liberalismo".
Está claro que el liberalismo es el centro de la mayor parte de los ataques ideológicos de los políticos e intelectuales hispanoamericanos. No hace falta más que darse una vuelta por las distintas cancillerías de la región (Castro, Chávez, Lula, Morales, Kirchner...) para comprobar cómo -cada uno a su manera, eso sí- desde las altas instancias políticas se presenta al "neoliberalismo" como ese mal absoluto sin mezcla de bien alguno.
Señala Hernández Aguilar que "los continuos ataques al liberalismo como una doctrina “economicista” no sólo tergiversan el verdadero espíritu liberal, sino que desnudan a los enemigos del mercado en su imposibilidad de producir una alternativa convincente". Y es que eso es así, amigos de Batiburrillo. Estamos hartos de ver demoledoras críticas que rozan el absurdo en muchas ocasiones y en las cuales no sólo no se aporta nada positivo, sino que desde una extravagante óptica -generalmente neomarxista- se acusa al neoliberalismo de cosas tan absurdas como ser el causante del cambio climático o el responsable de los fracasos económicos de los gobiernos intervencionistas y socialistas de Iberoamérica. ¿La culpa del atraso de Brasil, Bolivia, Venezuela...? ¡El neoliberalismo! ¿Qué tiene que ver que los ministros de economía de tales países no sean para nada neoliberales?
Por último, apunta Hernández Aguilar: "los liberales seguimos siendo perjudicados por la costumbre política de exhibir los errores del contrario con la pretensión de vigorizar los aciertos propios". Posiblemente sea cierto. Nosotros mismos hemos refutado en numerosas ocasiones los disparates de demagogos, intervencionistas y socialistas. Ahora bien, siendo algo compleja la elaboración de un discurso liberal coherente que llegue al gran público, quizás haya llegado el momento de prepararnos para dar el gran salto y exponer las líneas maestras del liberalismo político y económico del siglo XXI. Seguro que el esfuerzo habrá merecido la pena.
Autor: Smith
Publicado el 14 de enero de 2006
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