Fernando Moraleda, secretario de Estado de Comunicación (2006). |
La verdad es que no salgo de mi asombro. Ahora resulta que el ministro de propaganda del III Reich, el doctor Goebbels... ¡Ostras!, no sé en que estaría yo pensando, quería decir que el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, ha acusado a Mariano Rajoy de “usurpar la legitimidad” de los españoles con “unos pliegos de firmas”. Así lo cuenta Europa Press, que también pone en boca de Moraleda la siguiente reflexión “filosófica” respecto al jefe de los populares: “Ha dado ‘buena muestra’ de la ‘política apocalíptica e hiperbólica’ que ha adoptado la ‘línea dura’ de su partido con su iniciativa para que los españoles se pronuncien en referéndum sobre el ‘Estatut’...”. Y concluye el segundo propagandista oficial del reino de Zapatilandia -el primero es sin duda alguna Rubalcaba-: “¿Cómo cree que van a sentirse los ciudadanos catalanes, los españoles bien pensantes, cuando alguien pretende usurpar su legitimidad con unos pliegos de firmas?”.
Si no lo leo, no lo creo. ¿Es posible que haya alguien con la suficiente caradura para acusar a otro, cuya pretensión es que se consulte al pueblo -nada más noble-, de usurpar la legitimidad de los españoles? Los pliegos de firmas, difamador Moraleda, no son un fin en sí mismos, sino el mecanismo por el cual, de no evitarlo un Parlamento español secuestrado por el golpismo civil nacionalsocialista, en su momento debería acordar la celebración de un referéndum para que la ciudadanía decidiera si es válida o no esta forma subrepticia que se está usando para cambiar el modelo de Estado. Vosotros, los ocupas del Poder, los que llegasteis hasta las páginas del BOE en trenes de cercanías, sois los únicos usurpadores de la legitimidad que la Constitución española define claramente. La conculcáis cuanto os viene en gana y lo hacéis apedreando las farolas para que no haya transparencia alguna.
No soy capaz de entender que el jefe de prensa de quien acordó mediante el método conspirativo -al más puro estilo del conciliábulo- que España dejaba de ser una nación, lo que representa decidir entre dos personas algo que afecta a 44 millones de españoles, nos venga ahora, escarneciendo demagógicamente el asunto, con que se usurpa legitimidad alguna si se promueve una iniciativa ciudadana. ¿Es que no crees en el valor de un hombre un voto? Evidentemente no cuando esos votos recontados pueden llegar a dar al traste con la inmoralidad política que este gobierno nihilista (sin patria, sin Dios y sin principios) está promoviendo con un único objetivo: Deshacer cualquier valor moral que le impida perpetuarse en el Poder.
Ya lo decía el clásico: “Todos los hombres nacen sinceros y mueren mentirosos”. Algunos, podría añadirse sin pizca de exageración, mueren podridamente mentirosos. Tal sería el caso de los moraledas de turno, cuya muerte política, eso que suele conocerse como cesar en el cargo, se ha convertido en una necesidad para nuestra patria. No, no les basta a los moraledas con postergarla y entregársela atada de pies y manos a terceros, sino que además practican la miserable costumbre de culpar de todo ello a quien pretende evitarlo.
Me es imposible concluir el artículo de hoy sin copiar aquí un cuarteto que estos días corre por ciertas páginas de Internet y que parece destinado a los liberticidas:
Mortal, advierte, que aunque
de Dios el castigo tarde,
no hay plazo que no se cumpla
ni deuda que no se pague
(Antonio de Zamora, siglo XVII)
Publicado el 26 de enero de 2006
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