Aunque ya trató el tema nuestro colega de Etimologías (blog desaparecido), vamos a ahondar un poco más en el batasunismo de el infame diario polanquista El País, cuya generación de odio y rencor no parece tener límites. Ayer, un tal Jordi Gracia pedía, desde las páginas del panfleto progresista, un "escarmiento" para los historiadores César Vidal y Pío Moa, llamándoles reiteradamente neofranquistas. Se ve que todo aquel que denuncie las atrocidades del PSOE en la II República y sus multitudinarias matanzas socialistas de la Guerra Civil, es decir, todo aquél que cuente las cosas de hace setenta años tal y como fueron, está condenado por el polanquismo a ser llamado "neofranquista". Ellos, los neomarxistas. Tiene gracia.
El sectario artículo del tal Jordi Gracia, profesor de Literatura Española de la Universidad de Barcelona (pobre Cervantes), no hubiera pasado de ser la clásica patochada publicada en El País, de no haber sido porque detrás de la sarta de insultos y dicterios del sujeto polanquista había una descarada amenaza a los dos historiadores más leídos de la España actual. El descerebrado sujeto señala que algunos historiadores "están tentados de pensar que los neofranquistas de la cuerda de Pío Moa y César Vidal necesitan un escarmiento". Es la típica forma que tienen los batasunos de poner en la diana de ETA a sus víctimas. Posiblemente el señor (?) Gracia provenga de alguna escuela próxima al batasunismo o quizá haya adquirido los usos y costumbres estalinistas de tanto leer al neomarxista Santos Juliá, al mediocre Enrique Moradiellos o al guerracivilista Julián Casanova, autores cuya envidia hacia Vidal o Moa es tan notoria que, en ocasiones, para vender un poco más, han tenido que poner en la portada que replicaban a los "neofranquistas". Triste destino el de los cronistas "oficiales" del régimen. Y es que, de no ser por los apoyos institucionales, alguno de estos deformadores de mentes no habría pasado de ser un aficionado más a la Histeria. Perdón, Historia, que nos ha dado un ataque de "bonotis".
Ya ven, queridos amigos cómo se las gasta El País: como Pasionaria y Nelken en 1936, hablando de "escarmientos" y demás zarandajas totalitarias. Se les nota un poco nerviosos, la verdad. Las audiencias de La Cutre, perdón, La Cuatro (es que lo de Bono, de verdad, es una epidemia) no las remontan ni contando los finales de las series de las televisiones rivales. Por cierto que el trabajo sucio se les va a acumular a las huestes de Prisa, la sociedad del odio, porque llegan nuevos canales. Por su parte, la cadena del odio, la Cadena Ser -ya saben, la de los "terroristas suicidas" que nunca aparecieron en los trenes y cuyos atentados auparon a Zapatero a la Moncloa- insiste en que Francino y Herrera superan a Jiménez Losantos por la mañana, un poco al más puro estilo de la propaganda bélica republicano marxista, que iba contando la guerra, de derrota en derrota hasta la victoria final. Ya decimos que Polanquia está nerviosa. Toda ella. Las audiencias se derrumban y la mentira no llega a tanta gente. Esperemos que no lleguen a la situación de Mundo Obrero. Pobrecillos. El lumpen proletariado tiene que sobrevivir a Bush y a Rajoy, ¡por Dios!.
Y del artículo, ¿qué quieren que les contemos, amigos? Lo más razonable es que los odiadores acudan a las fuentes más "fiables" que tengan a mano, para que nos cuenten cómo fue la II República, la Guerra Civil y el Franquismo. Por ejemplo, a Josep Vilarasau Salat, todopoderoso patrono de La Caixa, quien fue tan franquista como José Antonio Girón; al padre del portavoz parlamentario del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien fue suboficial del Ejército del Aire, instituido por el régimen de Franco; al padre del magistrado del Supremo, José Antonio Martín Pallín, que era un capitán de Carabineros que el 18 de Julio del 36 se unió a los rebeldes; o las propias Sonsoles Espinosa de Zapatero y Carmen Romero, hijas de militares franquistas. Incluso podrían consultar los neotusellianos a algún familiar del ex colaborador del diario del odio -El País-, Haro Tecglen, un hombre tan consagrado a la libertad y tan conocedor de la realidad del franquismo que su primera boda la ofició el capellán del general Franco. Quizá entonces el Señor (?) de los Escarmientos, con todos estos testimonios, pueda recomponer la verdad histórica de aquellos años. Quizá.
Autor: Smith
Publicado el 18 de diciembre de 2005
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