viernes, 16 de febrero de 2018

Daños colaterales de una provocación


Querida Mónica, a pesar de haberte aclarado que mi artículo fue una provocación y que mi talante (horror de palabra desprestigiada) pretende ser tan democrático como el que más (no sé si lo he conseguido), en aras de la buena polémica y de la posibilidad de adentrarnos en la raíz de este debate voy a responder a tu interesantísimo comentario. Lo haré como si fuese un nuevo artículo, que podría titularse daños colaterales de una provocación, y en él aludiré a cada uno de tus párrafos. Espero con ello reavivar el debate e intercambiar nuevas impresiones que nos ilustren a todos:


Mónica: Ay, Policronio, que tanto te puede el amor a España que eres capaz de anteponerlo al amor por la libertad. Cuando precisamente aquí y ahora, lo bueno que tiene esto es que ambas cosas se juntan y que -Escotofia no me dejará mentir- defender la Nación y la Constitución significa sobre todo defender la libertad (la poca que se tiene) de los españoles, empezando por los catalanes y vascos.

Policronio: No concibo una patria sin libertad, no sería patria sino prisión, quizá de barrotes dorados para los de siempre: los chaqueteros, los polancos, los malversadores de la moralidad... La defensa de la Constitución española, aun cuando he declarado en más de una ocasión que no me gusta a causa de su fragilidad y su ambigüedad, la voté favorable en su día y es una de mis prioridades. A la Constitución, muy incumplida ya en determinadas regiones o instancias, se la defiende de dos modos: Confiando en que al final todo se arreglará por convencimiento de los electores, que es algo que equivaldría a esperar a que el cadáver de tu enemigo fuese paseado frente a la puerta de tu casa, o fijando unos límites de incumplimiento y haciendo planes para actuar llegado el caso.  

M: Lo que propones te diré, para empezar, que me parece descabellado. Y, para continuar, que es peor el remedio que la enfermedad. Nada de lo cual empece para que te felicite por la valentía de escribir este gran artículo.

P: En este párrafo vienes a decir que prefieres morir antes que ser muerta. No es mi caso. El remedio sería peor que la enfermedad si consideráramos:

1. Que la deriva de ZP tiene algún límite y no acarreará consecuencias irreversibles. Es decir, si poseyéramos el convencimiento de que no nos íbamos a encontrar con un diagnóstico de enfermedad incurable que desahucie al paciente, España.

2. Si lo que se estuviera propugnando fuese un golpe de Estado con el único propósito de mantener la unidad de la nación a costa de la pérdida por tiempo indefinido de su libertad, en efecto no se hablaría de remedio, sino de una enfermedad de similar gravedad.

Pero no es así ni mucho menos. Particularmente opino, y en esto creo que Jordi ha estado muy acertado, que si me vale un gobierno social-separatista surgido de la agitación del 11-M, también me vale otro, de carácter muy temporal, auspiciado por el rey (que no tendría más opción, incluso para que el Ejército se mantuviese en calma, que apelar a su función moderadora), con el visto bueno de la mayoría de los parlamentarios y el encargo preciso de convocar elecciones constituyentes.

M: De entrada, ve desechando la idea de que eso de que España sea patria común e indivisible de todos los españoles sea algo inmutable. Si los españoles en un momento dado libremente decidiesen cambiarlo, por supuesto que podrían hacerlo. Lo que pasa es que eso sólo se puede hacer siguiendo las reglas de juego y, por tanto, preguntándoles a los titulares de la soberanía, que somos todos los españoles.

P: Nada hay inmutable en la vida. Es algo que tengo asumido desde hace muchos años. Si los españoles decidimos libremente que España debe fragmentarse, créeme, yo jamás diría ni pío en contra. Ahora bien, ¿quién decide si el grado de libertad adecuado existe o no? ¿El gobierno actual? ¿El mismo gobierno de ZP dentro de 4, 8 o 12 años? Por ponértelo más fácil: Ibarreche ha amenazado unas cuantas veces con un referéndum de autodeterminación para que el pueblo vasco hable en libertad, ¿crees, sinceramente, que ese pueblo vasco hablaría en libertad? 

M: Segundo, en ningún caso el Ejército -ni con el apoyo del rey ni sin el apoyo del rey- pueden hacer de forma ejecutiva otra cosa que estar a lo que mande el poder civil. Repito, en ningún caso. Hablar los militares sí pueden, que sabes que yo eso sí lo he defendido. Hablar como todo hijo de vecino, como ciudadanos libres que expresan su malestar ante lo que está pasando, sí. Pero lo de ir con sus compañías a Madrid, los arrebatos creativos de tíos con mando en plaza, ni mentarlo.

P: Arrebatos creativos jamás. Lo del capitán que pensó en llevar su compañía a Madrid me parece delirante para el propio capitán. No, no va por ahí el tema. Aquí nos encontramos en un callejón sin salida, en el que es posible que cualquier decisión que se adopte perjudique claramente a la libertad. Pero hay grados y grados de perjuicio. Entre salvar a la madre (España) o al hijo (la libertad), yo me inclino por la práctica de la cesárea (expulsar a ZP del poder) en determinadas condiciones de consenso entre las instituciones y la mayoría parlamentaria. Así se lograría que ninguno de los dos muriese, como probablemente sería el caso si no se hiciera nada, y de inmediato recuperar al pequeñín.

Para analizar un poco más el tema, quizá convendría plantearse alguna que otra pregunta antes de negar con tanta rotundidad la intervención del Ejército: ¿Qué valor le concedemos al poder moderador del rey que la Constitución le asigna? ¿Qué requisitos debe cumplir el poder civil para exigirle obediencia ciega al Ejército? ¿Respeto a la Ley, por ejemplo?

M: El rey puede hacer otras cosas, pero desde luego lo que dices no. El rey lo primero que no es que pueda, es que debe hacer, es dejar de prestarse a hacer de correveidile zapateril para intentar maniatar a Mariano Rajoy. Y luego, dejarse de hacer llamadas al consenso de sentido único, dejarse de discursitos navideños que pintan mundos rosas e irreales -tan irreales como la foto dichosa de infantes sin brazos y reyes sin piernas- y preocuparse por conseguir que tanto él como el resto de la familia real se pongan inmediatamente a trabajar para convertirse en estandarte viviente de una idea de España y de que aquí de estar en una situación normal, nada de nada. Con más o menos sutileza, tienen que estar transmitiendo a todas horas un mensaje de preocupación, de excepcionalidad y recordando que las reglas de juego son sagradas. Además de, por supuesto, dejar de reírle las gracias al de la sonrisita y, el rey, conminarle en privado a cumplir la Constitución. Alberto Aza, a su casa. Y el principito, a españolear diez veces al día, porque si no, ya te digo: muchos haremos ver que eso lo hace mucho mejor su hermana.

P: Un párrafo sin desperdicio, lo secundo. Ahora bien, supón que el rey no se mueve por la razón que sea (amenaza de referéndum para echarlo, por ejemplo) y continúa la deriva de los liberticidas. ¿Qué hacemos? ¿Ocupamos el palacio de verano y lo echamos nosotros mismos? ¿Contribuimos a la cuestación para la compra de barreras que delimitarán las 19 o las 190 nacioncitas que se podrían llegar a crear? Supón, por el contrario, que el rey ha tomado nota de tus planes y los pone en práctica sin que ZP y sus secuaces se den por aludidos. Ellos a lo suyo y a crear nuevas remesas de grietas para el suelo patrio y para la libertad individual. ¿Qué hacemos en ese caso? ¿Volvemos a sentarnos y a confiar en el buenismo de la clase política y el ojo clínico de un electorado embrutecido por la telebasura que tú misma citas?

M: Tercero, yo no veo mayor problema en que, independientemente de si venía o no en el programa electoral con el que concurrieron a las elecciones, un gobierno o incluso la oposición propongan un cambio constitucional en cualquier momento de la legislatura, si creen que las circunstancias lo aconsejan. Lo esencial es que, al hacerlo, se sujeten a los procedimientos fijados en la propia Constitución que, por lo demás, implican disolución de las cámaras, elecciones a cortes constituyentes y hasta referéndum cuando el cambio afecta a las materias medulares de nuestras reglas de juego.

P: Otro párrafo que firmaría con sangre si fuera preciso. No obstante, ¿es esto lo que se está haciendo ahora, sujetarse a los procedimientos fijados por la Constitución? Si la respuesta es no, ahí va esta pregunta: ¿no se te dispara más de una alarma distinta a la de reafirmarte en la bondad del ser humano?

M: La solución a todo este desastre ha de venir, por supuesto, por vías netamente democráticas. La libertad no admite atajos de ninguna clase. Esto hay que hacerlo de la única manera posible: ganando la batalla de la opinión pública. Encontrando la manera de sumar y de movilizar a todos esos votantes socialistas e incluso del resto de la izquierda que no están dispuestos a tolerar esta deriva separatista.

P: Un nuevo párrafo impecable, pero... ¿cómo se hace todo eso si consideramos que la Constitución se está incumpliendo y las leyes se omiten o se orillan, aprovechando el abuso de poder que origina la ambigüedad constitucional? 

M: Lo que pasa es que esa batalla hay que darla, y yo creo que hoy por hoy el PP no está sabiendo darla. Lo he repetido veinte veces por aquí, pero voy a hacerlo una vez más, por si por fin alguien me escucha. Mariano, que esta no es una legislatura cualquiera. Que esta es una situación excepcional, un momento clave en la Historia de España, y que como tal, requiere el uso de armas políticas excepcionales. ¿Lo tuyo no es el Parlamento, hombre? ¿No es allí donde a este majadero de ZP le das sopas con hondas? Pues razón de más para que lo uses. Tienes que arreglártelas para que el foco deje de estar en donde le interese al fotopresidente -entre escolares, por ejemplo, único lugar donde ZP encuentra adversarios de su talla intelectual- y trasladarlo a las instituciones representativas, al Parlamento, que además de ser tu terreno, es la mejor forma para darle al asunto la dimensión que tiene y para así despertar a todos esos que no se están enterando de lo que está pasando, porque están anestesiados a base de telebasura y de membrilladas.

P: Pues si el PP, querida amiga, no está sabiendo dar la batalla, algo en lo que coincidido contigo como se acredita en unos cuantos artículos de esta bitácora. Y lo que no es PP, o sea, todo lo demás, está compuesto por batalladores incansables e insaciables, acabas de definir con notable acierto: 1.- que no hay solución posible o 2.- que ésta no pasa por el PP. Y si no hay solución, ¿qué hacemos? ¿Nos cortamos las venas o nos las dejamos crecer?

M: Tienes que dejarte de convenciones y de gaitas y plantear cuanto antes una moción de censura que, en su programa de gobierno, además de un montón de reformas liberales y de regeneración democrática de fondo de ésas que abandonasteis nada más subir al poder en el 97 (liberalización de los medios de comunicación, vuelta del poder judicial a la independencia primigenia que le asignaba la Constitución, alguna fórmula para impedir que el ejecutivo pueda incumplir las leyes vigentes y las sentencias judiciales, etcétera) incluya una pedazo de reforma de la Ley Electoral que, entre otras cosas, devuelva a los nacionalistas a sus justos términos de representación y les demuestre a los españoles que no hay ninguna necesidad de estar viviendo esta locura.

P: Vuelvo a secundar lo que dices, pero si no hay moción, ni programa, ni proyecto de reformas, entonces, ¿qué de qué?

M: Se trata de llevar a las instituciones representativas el malestar de la gente, que ya estamos viendo que está extendidísimo -también, me consta, entre votantes y hasta militantes socialistas-, y de sumar a todos los que, sin estar de acuerdo con que se carguen España, no se están dando cuenta de que es eso lo que está pasando. Tienes que montarte en esa ola y transformarla en iniciativas políticas que demuestren a la gente que todo esto no es inevitable. Que hay soluciones políticas para evitarlo.

P: Si a ti te consta ese malestar extendidísimo, con más motivos para que les conste a los personajes que disponen de la mejor información: el rey, ZP, Rajoy y... ahí vamos acercándonos a la madre del cordero: el Ejército. Una institución (he aquí el grave riesgo que yo veo y que he expresado en mi artículo como una de las dos opciones a cual peor) de cuyas filas podría surgir un espadón con ganas de perpetuarse en el poder, que es algo muy distinto a una declaración de la JUJEM, sin que pasase de ahí, en apoyo de un poder moderador que a su vez haya efectuado consultas con diversas instancias como, por ejemplo y entre otras, con el Consejo del Reino, que también tienen reservado su papel constitucional. 

M: Las mociones de censura, por supuesto, ya se sabe que inicialmente no se presentan para ganarlas. Pero eso no importa, como no le importó a Felipe González en su momento. Lo esencial es intentar forzar ese vuelco en la opinión pública. Yo creo que el ocupa de la Moncloa se iba a llevar una semana sin dormir sólo de saber que iba a tener que enfrentar ese trance. Y luego, los ibarras y todos éstos, todos esos socialistas que en privado ponen a caer de un burro a ZP, tendrían que mojarse. Si hay socialistas decentes que de verdad creen que su partido no se merece tener al frente a estos zoquetes, ése sería el momento de hacer algo al respecto. De ahí sí que podría salir una gran coalición -que lo de gobierno de concentración me suena Carrillo, su gran defensor antes del 23 F- capaz de reafirmar y blindar el pacto constitucional. O, si no, un gobierno cuyo único objetivo fuese cambiar la Ley Electoral (Ibarra, ahí te quiero ver) para inmediatamente proceder a convocar elecciones. Incluso, constituyentes.

P: Mónica, créeme si te digo que te entiendo y que valoro muchísimo tu afán de no apartarnos ni un milímetro de lo correcto. Pero si la solución a lo que ya es muy grave, y puede llegar a ser irremediable, tiene que venir dada por un Rajoy convertido de la noche a la mañana en un émulo del ZP más agitativo y populista, cuando se sabe que a él lo que le gusta es el toreo de salón, y encima debemos confiar, al mismo tiempo, en que determinados barones del PSOE se tomen la cápsula de la decencia, vale más que esperemos sentados y no dejemos de aprovisionarnos de unos cuantos cojines que eviten se nos llague cierta parte. 

M: En fin, que -como poco- ésa es la única forma de lograr que las encuestas pudieran dar un vuelco espectacular y, por tanto, el desgobierno no tuviese más remedio que recular y pensara dos veces seguir por este camino. O tal vez de algo más, pero siempre siguiendo escrupulosamente los procedimientos democráticamente fijados.

P: Sí, en efecto, yo también creo que mediante un par de milagros, como los que describes en el párrafo anterior, las encuestas darían un vuelco. Lo creo.

M: Y si Mariano no manifiesta pronto señales de animarse a ello, yo creo que en la convención ésa a lo mejor iba a haber que dar alguna voz más alta que otra. No precisamente sobre economía ni sobre las desastrosas y antiliberales Leyes Antitabaco y de Dependencia. O no sólo.

P: ¿Voces en voz alta en la convención de un partido? ¿Qué pides, un tercer milagro?

M: Ese es el marco apropiado para que los liberales del PP -caso que de verdad los haya- expliquen a los otros que éste es un momento extraordinariamente propicio para dejarse de hacer seguidismo socialdemócrata y retomar viejas banderas liberales, la agenda de regeneración democrática: Ley Electoral, Financiación de los Partidos (menudo lo que está saliendo de CIU), separación de poderes, reformas en el TC para hacerlo más independiente, fin de los medios de comunicación públicos, eliminar constitucionalmente cualquier posibilidad de CAC; lograr que la Constitución ampare a los catalanes y vascos, y también a los castellanoparlantes de Baleares, Valencia y Galicia; fin de esa intromisión intolerable y montillescas de los políticos en la economía que son las cajas; blindaje de los órganos reguladores (la mayoría están de más, pero en fin) a las intromisiones políticas castigándolas penalmente, etcétera.

P: Digamos que este párrafo sería más apropiado para otro debate. Omito una respuesta aun cuando comparto, con matices, casi todo lo que dices.

M: A lo mejor a Mariano lo que le hace falta es que le demuestren que, si él no sabe estar a la altura, a lo mejor otros sí. No hay tónico mejor para un político que notar que les pueden mover la silla.

P: Tendremos que llamar a Rodrigo Rato, porque si no, quién es el guapo que se postula para el siguiente congreso del PP. Y aún así, el tal Rato esperará a que Rajoy haya perdido otra vez. No sé yo si no sería el momento de que algunas voces en el PP comenzaran a murmurar el nombre de Aznar. No sé, no sé...

M: Y luego, aparte, estamos nosotros los ciudadanos. Tenemos que armar todo el ruido que podamos, como estamos haciendo aquí, y también fuera. Quejándonos de la pasividad del rey (o presionándole a él y al príncipe de cualquier otra forma), de Rovireche, de los chalaneos con la ETA, de la blandura de Mariano y de lo que haga falta. Con cartas al director en los periódicos, en Internet, en todas partes. Alzando la voz cada uno de nosotros allá donde podamos. Pero no proponiendo supuestas soluciones que son peor que la enfermedad, hombre, Policronio, y que además dan armas a nuestros enemigos, sino tratando de explicar bien qué es lo que está pasando, y luego el abismo de incertidumbres que se abre con esto. Que esto no acaba aquí, sino que detrás van a venir otras autonomías pidiendo lo mismo, y que va a llegar un momento en que ni va a haber caja común, ni estado viable ni nada. Y que, como les de por subir los impuestos y por acabar con la unidad de mercado, la economía se va definitivamente al garete.

P: Este párrafo sería un resumen de toda tu respuesta, en él pides determinada iniciativas, me haces el reproche acerca de lo que se supone que he propuesto y acabas describiendo el peligro que acecha, algo que no deja de ser una contradicción. Como he ido contestándote, no voy a repetir lo anterior. Simplemente piensa que he tenido la osadía de interpretar el papel de poli malo para que no decaiga el debate frente a los liberticidas.

M: En Andalucía -y mira que hay voto socialista que arrastrar en Andalucía, y de gente que se siente más española que todas las cosas y que podría ser la clave- ya veo que Arenas se está dejando enredar en la trampa de la financiación, como predije. Y además está quedando como Cagancho en Almagro por no haber negado a tiempo la mayor, que es la necesidad de reformar el estatuto andaluz y haberse puesto a lo que se tenía que poner, que es a explicar que a la larga son los andaluces los que más tienen que perder con todo esto, y que el PSOE utiliza a Andalucía de coartada para sus intereses partidistas y para acabar con España.

P: Vuelves a destacar con argumentos, en este caso en Andalucía, la impotencia del PP para hacer frente a una situación largamente enquistada en esa querida tierra. Luego das una nueva prueba de que no tenemos más remedio que encomendarnos a  San largo me lo fiáis o al convencimiento de que no existe solución posible. Mientras tanto, como es lógico, los liberticidas no cesan en su avance y cada vez ocupan mejores posiciones para que su poder y el de sus asociados sean irreversibles. Al efecto, anoto aquí el vínculo a un artículo que escribí en mayo del año pasado, titulado La república neofeudal y que ya describía un posible escenario que se va confirmando. Valdría la pena que lo leyeses porque creo que tú entonces no frecuentabas esta bitácora. 

M: Bueno, pues los andaluces, a darle también a Arenas, a ver si reacciona y cambia el rumbo, que de verdad que podría ser muy importante. O, si no, a pedir que deje sitio a otros con más vista y más ideas, que ya va siendo hora. Y que se lleve también a Esperanza Oña, a Alicia Martínez y a los hipersocialistas del grupo municipal de Sevilla, que ya nos tienen hartos, y aquí si que no hay medios para quejarnos.

P: Pues si en Andalucía no hay medios, clave esencial que justifica la implantación del régimen en el que nos hallamos, imagínate en Cataluña, PV y Galicia, que con Andalucía suman más de la mitad de los electores de España. Eso sí, todos bien adoctrinaditos desde hace un cuarto de siglo, otra de las claves del régimen.

M: La gran manifestación -no de millón y medio de personas, sino de cinco-, precedida de otras más pequeñas pero simultáneas en todas las capitales, a ver si se va haciendo de una vez. Con el Foro de Ermua, Basta Ya, la fundación de Santiago Abascal y todo aquel que quiera sumarse. Pero a lo bestia. Y ya.

P: Esas manifestaciones quizá fuesen un principio de solución, si se hiciesen cada fin de semana y durante los dos próximos años. A condición, claro, que luego el oligopolio informativo de la izquierda y el nacionalismo no las divida por 100 y deje los 5 millones en 50.000 manifestantes fascistas a los que Tele5 y ahora la Cuatro, más TVE, y pronto la Sexta y las autonómicas les concederán 11 segundos de pantalla para convertirlos (a los manifestantes) en delincuentes.

M: Aquí los socialistas constitucionalistas del País Vasco creo que están llamados a tener un papel importante también. Porque lo que, entre todos, tenemos que lograr es un poco lo que lograron ellos cuando Nicolás Redondo y Jaime Mayor: articular un gran frente cívico y democrático de resistencia a los liberticidas que amenazan nuestra libertad, nuestra convivencia pacífica, las reglas de juego y, en último término, la propia capacidad de supervivencia de la sociedad abierta.

P: He aquí un nombre, Nicolás Redondo Terreros, a quien le ofrecería gustoso mi voto si supiera que iba a servir para sustituir a ZP. Le votaría por decente. Claro que por decente lo botaron. La cruda realidad, amiga mía, no se concilia fácilmente con nuestros deseos.

M: Vamos, por resumir, que hay muchísimas cosas que hacer, y hay que hacerlas. Cosas que, siendo excepcionales -porque excepcional es la situación-, no se aparten un ápice de la normalidad democrática y constitucional, y buscando siempre sumar a gente más o menos de izquierdas pero decentes. Pero lo que de ninguna manera se puede hacer es perder los nervios.

P: Sí, hay mucho que hacer. 

M: Aparte, no me preguntes por qué, pero llevo un par de días con la corazonada de que no va a haber estatuto...

P: Pues yo tengo la corazonada contraria y además te la argumento: Salvo golpe de timón dentro del PSOE, que sería un auténtico campanazo, el estatuto catalán se aprobará porque forma parte de un todo consensuado por los liberticidas; los de un bando, porque creen que han contentado casi definitivamente a las alimañas y tienen un cuarto de siglo para vivir de las rentas; los del otro, porque ven que este siguiente paso adelante, nunca el definitivo, en realidad ha sido una gran zancada. ¡Cómo me gustaría equivocarme! 

M: Y de todo esto debería salir un gran debate social sobre la necesidad de revisar toda esta insensatez del Estado de las Autonomías.

P: En efecto, hay quórum entre tu opinión y la mía para calificar como insensato al Estado de las autonomías. Lo que ocurre es que mientras el gran debate social, que ya se está produciendo, llega a quién debe decidir si lo aprueba o no con su voto, la marabunta avanza a galope tendido. 

Para finalizar, te reitero mi papel de poli malo y aspiro, como es lógico, además de a llevarme unos cuantos coscorrones a que Batiburrillo se llene de argumentos en contra que a la postre nos convenzan a todos. 
Saludos cordiales.

Publicado el 21 de enero de 2006

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