Hemos de decir que, aunque a veces parezca lo contrario, quienes estas líneas escribimos sentimos bastante respeto por quienes portan ideologías distintas a las nuestras pero mantienen un mínimo de honradez intelectual y personal, que fue el caso de Fernando Buesa. No ocurre así, indudablemente, con un tipejo sinvergüenza llamado José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de España por accidente y cuyo currículum personal apenas superaba hace dos o tres años al cabeza de lista número diecisiete de Madrid del Partido Popular. Nada a destacar en el ámbito profesional; nada a destacar en el ámbito político; nada a destacar en el ámbito intelectual; nada a destacar en el ámbito universitario; nada a destacar en el ámbito periodístico… en fin, todo un Presidente por accidente, matanza sangrienta en Madrid y consiguiente campaña prisaica de por medio.
Las primeras impresiones que teníamos de José Luis Rodríguez -las pueden cotejar en nuestros artículos de hace un año- eran las de ser un personaje curioso, algo enigmático, que se dejaba arrastrar por los radicales, ignorante y un tanto idealista. El paso del tiempo nos fue desvelando otras facetas bastante menos “neutras”, aunque igualmente desechables: laicista, paramasónico, guerracivilista, radical, republicano, frentepopulero... Creemos que hemos demostrado hasta la saciedad todas y cada una de estas características zapateriles con ejemplos más que evidentes: su secretismo, su clerofobia, sus alianzas radicales, sus continuas referencias al pasado más negro de nuestra Historia, sus querencias por la tricolor y por una monarquía republicana (¡), etc.
Pero con el fluir de los meses hemos podido profundizar un poco más en la verdadera faz, sin antifaz, de este personajillo que se sitúa a medio camino entre el impresentable Kirchner, el demagogo populachero Lula, el fracasado Schroeder y sus invitados marxistas Castro y Chávez. En estas aguas se mueve Rodríguez. Ahora bien, si algo caracteriza de verdad a Rodríguez Sinvergonzonero es su cara dura. Tiene la cara más dura que el Kachinko (la aleación más dura del planeta). Lo único que quiere es mantenerse en el Poder y toda su política está orientada a ello y no al bien común. ¿Bien común he dicho? Perdónennos esta expresión agustiniana y fascistoide. Rodríguez Zapatero sabe que en España el electorado está bastante dividido y que con conseguir unas cuantas bolsas de votos, las próximas elecciones las tendrá casi ganadas: los homosexuales matrimonializados, los militares paniaguados, los inmigrantes nacionalizados, los musulmanes favorecidos, los aragoneses y catalanes másqueblindados, los anticlericales satisfechos, los delincuentes reinsertados… todo vale con tal de una sola cosa: ganar, ganar y ganar.
Pero hay un aspecto del lúgubre panorama, con aspectos un tanto chuscos, que atenaza hoy mismo a España del que no podemos por menos que decir unas palabras: José Luis Rodríguez Zapatero es un tipejo sinvergüenza. Como casi todos los políticos gnósticos (que no agnósticos) españoles del siglo XX. Un personaje corrompido, sin moral y sin principios de ninguna clase. Recuerden cuando José María Aznar era calificado como duro, intolerante y conservador cuando hacía determinadas declaraciones en contra del terrorismo nacional e internacional, en contra de los separatistas, en defensa de nuestra Constitución… Todo valía contra Aznar. Que si antes no era constitucionalista, que si era un facha, que si era un catastrofista... El caso era que, cuando quería sentar cátedra (en sentido figurado) como corresponde a cualquier Presidente del Gobierno que se precie como tal, Aznar era vapuleado desde el PRISOE y el mundo de los secesionistas vascos y catalanes.
Bien, ahora es el tiempo de Rodríguez. Nos gustaría saber si alguien ha oído alguna vez al vacío Rodríguez posicionarse claramente en torno a estas cuestiones: Unidad nacional (tema genérico), terrorismo (genérico), Estatuto de Cataluña (concreto), inmigración (genérico), asalto a las vallas de Ceuta y Melilla (concreto), Plan Ibarretxe (concreto)… ¿alguien conoce las líneas maestras del pensamiento de Rodríguez en estas cuestiones? Porque en política no sirve decir que en tal ocasión a nuestro discreto Presidente se le escapó tal frase en referencia colateral a determinado asunto, el cual tiene relación con alguna de las cuestiones expuestas. No. En política se ha de sentar cátedra todos los días, porque si no, los que hablan a diario (Carod, por ejemplo), terminan ganando la partida.
Aaah, que me dicen que Rodríguez no quiere enfadar a sus socios de Gobierno. Bien, bien, por eso digo que es un tipejo sinvergüenza. Sin principios y sin moral. ¡Todo por el cargo!
Por cierto, y aviso para navegantes. Esta mañana ha comentado magistralmente Federico Jiménez Losantos que nuestra monarquía (con minúsculas, porque el respeto hay que ganárselo) está instalada en el colesterol. Ya nos gustaría que los gastos de la Casa Real se redujeran a unos huevos fritos con panceta. Enriquecidos misteriosamente a lo largo de treinta años como nadie en España, los Borbones tampoco parecen estar muy interesados en mojarse en torno a ninguna cuestión candente. Nos preguntamos qué pensará Juan Carlos I acerca de la inclusión del término “nación” en el Estatuto de una región de su reino. ¿No sabe, no contesta? ¿No entra a determinadas cuestiones de política de baja estofa? ¿O le pasa como a Zetapé, que su silencio es la mejor garantía para seguir subiendo el nivel de colesterol?
Aaah, que me dicen que el Borbón no quiere enfadar a Polanco. Bien, bien, por eso digo que...
Autor: Smith
Publicado el 29 de septiembre de 2005
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