El rumor de los 50 diputados encabezados por Alfonso Guerra y rebeldes al Estatut, finalmente quedó en agua de borrajas. |
Estos días corre un rumor en el mundillo de la política: Hay al menos una cincuentena de diputados socialistas que están esperando a que el nuevo Estatut catalán llegue al Parlamento para unirse al PP y secundar una enmienda a la totalidad o abstenerse en la votación. Un columnista de El Mundo, cuyo nombre no recuerdo en estos instantes (y bien que lo siento), alertaba la semana pasada en ese mismo sentido y añadía que los diputados socialistas aguardan a un líder que les permita desbancar al nefasto Zapatero.
La pregunta es: ¿Hay socialistas decentes? Así, a bote pronto, uno diría que sí, que los hay. Sobre todo aquellos que no dependen en exceso del sueldo parlamentario o de los privilegios e influencias del cargo para ponerle el plato de comida a su familia. Lo que ocurre es que a ese respetable grupo de diputados socialistas no siempre les acompaña el valor suficiente para encararse con el inconsciente de su jefe y cantarle las cuarenta. Luego la pregunta anterior acaso debería transformarse en esta otra: ¿Hay socialistas valientes?
El asunto parece, pues, un problema de valor, de la falta de valor en los socialistas que pudiéramos considerar gente de bien. Porque a los otros, a los que en Las Cortes obedecen ciegamente a Zapatero o a su sicario Rubalcaba, a esos hay que declararles cuanto antes como lo que son y demuestran: Unos malvamos de tomo y lomo, que no de otro modo puede definirse a quien pretenda destruir España y, con ella, sus instituciones seculares. Unos malvados o unos vendidos, o unos vendidos malvados no exentos de cinismo, porque de cínico puede ser catalogado también el que conoce el precio de sus acciones y no les conceden ningún valor con tal de seguir en la poltrona.
Sea como sea, lo cierto es que en el Grupo Socialista del Congreso existe un mar de fondo que hace pensar, como mínimo, en una revuelta de brazos caídos ante el proyecto de alta traición al Estado que ZP promueve. Ello es lógico en quienes aún sienten algo por la Nación que representan. Ya nos lo decía Aristóteles: A la corrupción de una cosa [pongamos la idea de España] corresponde necesariamente la generación de otra. Lo que significa que a la España corrupta en ideas y hechos del presidente por accidente, debe seguirle antes o después la generación de una reacción contrapuesta.
Nadie espera que esa corriente opositora surja con fuerza del PP, partido legalista donde los haya que sólo aspira a que las siguiente generales lleguen pronto y, entretanto, no desean pasar de la denuncia con sordina y en local cerrado. Luego en buena lógica la reacción fulminante deberá surgir en las propias filas del PSOE, lo que quizá determinará que el partido se escinda en dos corrientes irreconciliables y podamos contar en las siguientes elecciones con un Partido Socialista auténticamente español que disputará su espacio de izquierdas a ese PSOE corrompido de ideas y de espíritu que seguirá a Zapatero con la intención de no perder el pesebre hasta el último minuto.
La Razón nos ofrece hoy unos comentarios de Alfonso Guerra, presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, en los que desmiente cuanto queda apuntado más arriba. Si sabemos analizar las palabras de Guerra, un individuo curtido en mil batallas parlamentarias, debemos deducir que si afirma: No veo riesgo de ruptura en el PSOE por el Estatut, y aconsejo no dramatizar, en realidad está queriendo decir todo lo contrario, e incluso cabe deducir de sus palabras que no sería nada bueno que el Estatut llegase a Madrid. Todos sabemos cuál es el estilo de Guerra. De no existir una base bien fundada para el rumor, ante las preguntas que apuntan a la ruptura en el PSOE, el político hubiese salido con uno de sus clásicos disparates y hubiese hecho recaer en el PP la posible culpa de todo ello. Ha sido muy formalito en su respuesta y eso lo dice todo, al menos para mí. Y espero no pasarme demasiado de listillo.
Quizá parezca algo insignificante, pero declaraciones como las del alcalde socialista de Lorca, principal población de Murcia en manos del PSOE, en las que llamaba "políticos ineptos" a gentes de su propio partido, me parecen sintomáticas de esa marea de racionalidad que a no mucho tardar deberá ser mayoritaria en la izquierda decente. Que haberla, hayla. Ahora lo que hace falta es que salgan cuanto antes del zapatero y declaren su españolidad en el momento más adecuado: A la hora de las votaciones.
Habría que añadir, además, la noticia que recoge nuestro amigo Luis en Desde el Exilio, que hace referencia a una reunión de Alfonso Guerra con el Foro de Ermua. Luego aquí cabe la siguiente pregunta: ¿Con este tipo de actos se estará postulando Guerra como el líder que esperan los socialistas españoles para eliminar al más incapaz y dañino de todos ellos? Ojalá sea así, al menos temporalmente, mientras a Zapatero no se le mande a su casa o él mismo decida marcharse al exilio de Cuba o Venezuela para evitar que se le acabe juzgando por alta traición. Por cierto, tendrán algo que ver con todo ello las invitaciones a Castro y Chávez.
Publicado el 28 de septiembre de 2005
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