jueves, 18 de enero de 2018

Silencio, se rema


El pasado condiciona al hombre mientras este se ocupa afanoso en condicionar su futuro, intentando con empeño, rectificar u ocultar ese pasado sin aprender nada de él. El círculo se cierra, pues las condiciones de hoy dependen de las de ayer y en ese momento justo del ayer, condicionábamos el hoy. Esta fatalista y kármica visión de la realidad que nos envuelve, nos lo pone difícil. Para detener la recurrencia, se debe hacer un esfuerzo consciente que rompa con el círculo vicioso. Si lo pensamos bien, esa precisamente y no otra, es la verdadera idea del progreso y del coste que lleva aparejado. La clase de esfuerzo que se precisa, empieza por una evidente voluntad de querer hacerlo. Cualquiera, ejerciendo de ecléctico, puede adoptar el método. No obstante, no se garantiza el éxito, salvo que querer sea también poder.


Los entrenadores de traineras saben bien lo importante que son el silencio y la concentración para rentabilizar el esfuerzo. Sobre todo, el silencio. Su falta desconcentra a los remeros de la voz única del patrón. Remar en silencio y hacerlo en la misma dirección. El objetivo no tardará en alcanzarse. A algún sitio se llegará. No será extraño, que al meditar alguna vez sobre nuestro destino kármico, de pronto nos sobrevenga una imagen subliminal de galeotes remando. Por si la imagen nos sobresalta, debemos recordar que además existe el deber de pasividad, que consiste en esperar en silencio a que nos despojen de todo lo que nos pertenece sin oponer resistencia. Quizá sea una versión del famoso: “Pague, y luego reclame”. Al maestro armero, se entiende.

Reclamar es querer y no poder. No reclamamos bien. Olvidamos nuestros deberes primeros: silencio y pasividad.

Otras tripulaciones de remeros se hallan a pocas millas de su objetivo. La travesía ha sido larga y costosa. La rivalidad entre las distintas tripulaciones por remar más lejos que cualquier otra, con el consiguiente peligro de encallar, amenaza con amargar la celebración de la victoria. No obstante, todos se avendrán a que conviene un ganador, antes que dejar el premio desierto. Remar y remar, todos en la misma dirección. Otras regatas habrá para acumular éxitos. El futuro es suyo y los patrones técnicos están al mando, eliminando la posibilidad de quedar a sotavento y aprovechar cualquier leve brisa que pueda garantizar el desembarco. 

Se acerca de nuevo el momento en que el pasado alcance de nuevo a nuestro futuro. Recurriremos una vez más, según la doctrina budista: Empezaremos otra vida, sin recuerdo de la anterior y precisamente con el pretexto de la búsqueda de nuestra identidad. Tanto sufrir y remar para averiguar ahora que los únicos requisitos para el progreso por nuestra parte son el silencio y la pasividad. Olvidar nos impedirá de nuevo alcanzar el futuro.

Autor: Perry
Publicado el 22 de septiembre de 2005 

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