Parador de Carmona (Sevilla) |
Los políticos catalanes llevan dos años pelando la pava de su estatuto y, de momento, lo único que han logrado es tirarse los tratos a la cabeza, alumbrar un feto de colmillos retorcidos y la promesa del barcelonista Laporta para sacar una pancarta en el Camp Nou a favor del feto. Son, “tots plegats”, una “colla” de “malparits” que no paran de darnos disgustos. A mí lo que de verdad me gusta es el estilo pausado de la gente del sur, donde se asienta esa otra gran “nación” ibérica que desde el parador nacional de Carmona, ozú cómo sufren, decidirán algún día, si Dios no lo remedia, su estatuto-constitución correspondiente.
Y es que tiene perendengues el asunto. Los políticos andaluces, movidos por la envidia contagiosa de ser una nacioncita más, ¡digo!, se muestran incapaces incluso a la hora de redactar el “me lo quedo todo” de los catalanes. Ahora resulta que “no han alcanzado ni un solo acuerdo sobre la redacción de los artículos” de la nueva Carta Magna verdiblanca. Debe ser cosa del mucho fino que por allí corre y lo “agustito” que se está entre las sombras del parador mientras el pueblo les paga sus francachelas estatutarias. Qué narices, hagamos que dure lo bueno, debe de pensar más de un estatutario andaluz (ganas me dan de escribir patibulario), no vaya a ser que de repente se acabe el cuento y alguien decida que esto de 17 naciones se pasa de castaño oscuro. Porque no hay ZP que esté libre de un balonazo en la cabeza, siquiera sea de “basket”, que le haga recobrar la cordura. Tomemos como referencia al ilustre Sabino, cuerdo un cuarto de hora antes de quitarse de en medio.
Hay que ver la cantidad de dinero y esfuerzo ajenos, porque ellos ni palo al agua, que gastan los nacional-egoístas para no trabajar y desfilar por las pasarelas del buen comer, beber y figurar. ¿Le habrán dicho alguna vez a estos politicastros que hay vida más allá de los pelotazos y las maquinaciones para llenarse la bolsa a costa del erario público? La situación que ahora vivimos, superlativamente enfeudada por las aristocracias políticas regionales y locales, cada día me recuerda más a los años que precedieron a esa España que surgió de la Edad Media y se incorporó al mundo moderno gracias a unos consortes conocidos hoy como los Reyes Católicos. La política, como la Historia, posee sus ciclos, de modo que no descarto que a este principio de siglo se le conozca como las décadas de la ignominia y sirva para que nuestra patria se vacune durante tres o cuatro siglos de la peste secesionista y ruin. ¿Dónde hay que firmar?
Publicado el 9 de septiembre de 2005
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