viernes, 5 de enero de 2018

Oportunismo y demagogia, claves de un Presidente y de una ideología

Incendio de Guadalajara en 2005. Se cobró la vida de 11 personas y el área quemada fue de 10.352 Ha, incluyendo varias zonas de gran valor ecológico

Dos ejemplos muy recientes han puesto de manifiesto con meridiana claridad lo que un Presidente del Gobierno nunca debe ser: oportunista y demagogo. Por otra parte, parece incuestionable que oportunismo y demagogia están a la cabeza de las características más recurrentes del socialismo contemporáneo. La débil estructura ideológica y práctica del socialismo obliga a sus directivos, cuando alcanzan alguna cuota de Poder, por pequeña que sea, a desenvolverse bajo parámetros diametralmente opuestos a los usados en anteriores etapas de oposición política y confrontación social. Entonces, muchas de las ocurrencias de sus doctrinarios y razoneros baratos pasan inmediatamente al baúl de los recuerdos, porque en caso contrario, el caos terminaría enterrándoles a ellos mismos. A pesar de ello, hay que señalar que en España, ideas estrambóticas como la infantiloide utopía de la “Alianza de Civilizaciones” o las infumables “soluciones habitacionales” parecen mantener el pabellón de del disparate bufo bastante alto.


En líneas generales, José Luis Demagóguez Zapatero ha seguido puntualmente la tradición abierta por Felipe González consistente traicionar sus endebles principios de sus épocas de oposición. Recuerden, por ejemplo, la evolución del pensamiento felipista respecto a asuntos tan relevantes como la OTAN o la misma economía capitalista. En cuanto a Zetapé, si hasta el 14-M-2004 todo parecía ser válido con tal de hacerse con el Poder (desde reducir la oposición al ámbito de las catástrofes naturales y humanas, hasta potenciar los asaltos y amenazas a las sedes y militantes del PP –y dejamos el macroatentado del 11-M al margen), desde el preciso instante que este mediocre pisó el Palacio de la Moncloa, toda su política parece estar orientada a su permanencia en la Presidencia del Gobierno.

Veamos los dos siguientes casos, tan recientes como clarividentes al respecto de lo que estamos comentando:

1) Zapatero admite ahora que la Guerra de Irak nada tiene que ver con el terrorismo islámico. ¿Por qué? Pues por oportunismo; porque le conviene decir eso en Londres y punto. Hace un año, lo oportuno y rentable electoralmente era acusar al PP de ser el responsable de las matanzas islamistas por haber involucrado a España en la Guerra de Irak. Era lo más fácil y lo más rentable electoralmente, aunque fuera demagogia pura. Siguiendo el razonamiento zapateril, los crímenes nazis estarían motivados por el Tratado de Versalles. En fin…

Pero, ¿qué es lo que ha cambiado para que el “genio” tancredil renuncie a su anterior posición de culpabilizar a los gobiernos occidentales de la existencia de Al-Qaeda? Pues muy sencillo: ahora se entrevistaba con su colega de la Internacional Socialista, Tony Blair. El inquilino del número 10 de Downing Street ahora manda mucho: es el líder político más presentable de la desgastada Europa. Además hay que tener en cuenta que Blair es de su cuerda izquierdista, que no es el Presidente Aznar o el contendiente Rajoy. Por ello, a Zapatero le ha entrado un arrebato de “cordura” (temporal, no se emocionen) y ha dejado la demagogia para mejores ocasiones. Nada importa ahora que Inglaterra haya participado en la Guerra de Irak enviando tropas de combate y no como España, que mandó soldados en misión humanitaria, hospitalaria y de reconstrucción. Estos detalles, para el demagogo tancredil no cuentan nada. Si trata distinto a sus dos abuelos igualmente fusilados en la guerra civil (cada uno en un bando), ¿no lo ha de hacer con Aznar/Rajoy y Tony Blair, aunque opinen lo mismo sobre la Guerra de Irak? Así de oportunistas y demagógicos son los principios de Rodríguez Zetapé. Honor, coherencia, principios… ¡clichés de otras épocas!

2) Zapatero no declara la comarca incendiada de Guadalajara como zona catastrófica. Sabido es que nuestro Presidente del Gobierno estaba muy ocupado en sus actividades estivales durante las largas horas en las que Guadalajara sufría el azote de uno de los mayores incendios que se recuerdan en aquellos lares. Sus ocupaciones veraniegas le impidieron ponerse al frente de un gabinete de crisis que, al menos, quizás hubiese evitado la muerte de los voluntarios que dieron sus vidas por defender las vidas, haciendas y espacios naturales de los demás. Naturalmente que un buen oportunista y demagogo, como acredita ser Rodríguez Zetapé, no podía dejar pasar la ocasión para, al cabo de una semana, visitar la zona afectada y sacarse unas fotitos con la prensa amiga y los alcaldes de su cuerda llorando en su hombro de gran estadista. El Presidente no dudó en comunicar a la prensa presente sus impresiones del asunto: el hombre y su actividad son los responsables del deterioro de la naturaleza. Habló Ecologístez Zapatero. Las fotos, naturalmente, tenían que ir acompañadas de algo más sustancioso, por lo que al oportunista Zapatero se le ocurrió la oportuna idea de asegurar que la zona sería declarada como catastrófica. Muy oportuno y muy rentable electoralmente. Pero hete aquí que, no ha pasado ni una semana y el Gobierno ya se ha retractado de la promesa de Zetapé.

Autor: Smith
Publicado el 28 de julio de 2005

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