Jóvenes musulmanes parisinos atacan a la policía (2005) |
Durante los últimos años toda la política de Occidente había girado en torno a dos grandes bloques: el atlantista y el franco-alemán. Es curioso, porque los dos países que habían sumergido a Europa en costosísimas guerras desde la contienda franco-prusiana (1870), tenían todavía el valor de presentarse como los países defensores del orden universal y de la democracia perfecta. Menudas ínfulas, las del eje francoalemán.
El Presidente Rodríguez, cuyo antiamericanismo demodé y carcundio a tope lo estamos pagando bien caro, se había sumado con todas las alharacas al decadente mundo parisino-berlinés. Tan sólo ciertas obediencias de corte político y masónico podían explicar el brutal giro que el “rojo” Rodríguez había impreso a la política internacional española. Si Aznar se había aliado con países prósperos y liberales, Zapatero ha preferido tratar con los más decadentes de Europa y las dictaduras bananeras.
En la Europa Occidental del naciente siglo XXI había países en plena ebullición (Irlanda), países en crecimiento (España), países consolidados (Gran Bretaña) y países en completa decadencia (Francia y Alemania). Francia y Alemania estaban despeñadas por el barranco del hundimiento económico: esclerotización, intervencionismo, déficit público, crecimiento negativo, estado de bienestar en quiebra… Franceses y alemanes no se habían adaptado, ni mucho menos, a los nuevos tiempos económicos: desregulación, mercados emergentes, librecambismo, desestatalización… Mientras casi toda Europa estaba regida por partidos liberal-conservadores, el eje franco-alemán permanecía atado y bien atado por los socialistas del PSF y el SDP. Las locomotoras del proceso de integración europeo de los años cincuenta y sesenta pasaban a ser la rémora, la carga y el lastre de Europa. Y a ella nos había atado el jacobino Zapatero.
Ocurre que Francia vive desde los años setenta un complicado y complejo proceso de integración de inmigrantes. Provenientes generalmente de sus antiguas colonias, los inmigrantes residentes en Francia son en su mayor parte musulmanes y, durante muchas décadas, han estado acostumbrados al trabajo más o menos seguro y al estado providencia montado en Francia. Hablamos de estado providencia porque ustedes verán qué tipo de estado es ese que, a la par que iban perdiendo toneladas de competitividad respecto a los dragones asiáticos y Europa del Este, sus ciudadanos todavía exigiendo 35 horas laborales a la semana. Un poco más y terminan pidiendo trabajarlas del tirón y disfrutar de cinco días y medio de vacaciones.
Al final, el sueño eurosocialista se ha ido al garete. Son demasiados años los que lleva de decaimiento económico una nación tan importante como Francia. Por eso, no es extraño que los inmigrantes más jóvenes, en su mayor parte musulmanes, se hayan lanzado a las barricadas, recordando las “gloriosas” jornadas de la Comuna de París o del Mayo del 68. Solo que esta vez, a nada que se tenga un mínimo de visión geoestratégica, nos daremos cuenta de que estas revueltas pseudointifadescas están inmersas en medio de la War on Terror que, desde el 2001, enfrenta a dos civilizaciones de difícil acople: Occidente e Islám. Como ha recordado un exblogger de RedLiberal, imagínense la que le estaría cayendo a Bush si todo esto estuviera sucediendo en los EEUU: fracaso del neoliberalismo, rebelión de las razas, los oprimidos del capitalismo buscando justicia, gangrenación del imperialismo yankee…
Ya no sirven excusas. El multiculturalismo está siendo uno de los mayores fracasos de los proyectos europrogresistas. En España, si algún disparate se ha reiterado en los últimos treinta años de bibliografía histórica, ha sido el del mito de la convivencia de las tres culturas en la Reconquista. ¡Pobre Vicens-Vives! ¡Pero qué sabría del tema! Pero ahí estaban la revista Historia 16, los coleccionables de El País, los libros de texto educativos de la Editorial Santillana, la propaganda de localidades y comunidades autonómicas, la historiografía marxista, los alumnos de la Escuela de Frankfurt… todo el estercolero intelectual para mentir sobre la Historia, engañar a los españoles y enmascarar la verdad de la Reconquista; un período de la Historia en la que Castilla y Aragón, se diga lo que se diga, se forjaron en y por el catolicismo. Y que toda la engañufla de la “convivencia ejemplar” de la tres culturas se la metan por donde les quepa. Hartos estamos de visitar localidades en las que el guía de turno señala a los viandantes: a su derecha, el barrio cristiano, a su izquierda, el barrio judío. ¿Dónde pues la “ejemplaridad” si los creyentes de cada una de las tres religiones tenía que recluirse en su particular guetho?
Federico Jiménez Losantos ha bautizado estas razzias que asolan Francia como el escaparate del suicidio de Europa. Que Europa, tal y como la conocemos actualmente lleva décadas en trance de suicidio es ya algo incuestionable. Y ¡ojo!, que si la Europa ilustrada, afrancesada, leguinista y pecesbarbista se piensa que va a salvarse de la quema, está muy equivocada. El islamismo es tan enemigo de los laicistas como de los clásicos y los cristianos. Váyanse preparando católicos, judíos, homosexuales, divorciados, pecadores, liberales, demócratas, hiperdemagogos… todavía queda mucha yihad, mucha intifada y mucha revuelta que aguantar. ¡Menuda intemperie, la de la Europa musulmana! ¡Cuanto nos queda por ver!
Autor: Smith
Publicado el 8 de noviembre de 2005
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