Ayer, en el Senado, según nos cuenta el periodista Ángel Collado en ABC, se despejó la duda respecto al modelo de Estado que Rodríguez apetece. Para el presidente por accidente, conforme a sus propias palabras, bastaría con que la Administración central se ocupase de: política exterior, Defensa, tutelar la unidad de mercado y mantener la legislación penal. Es decir, nuestro rutilante estadista presidiría un Gobierno formado por 4 (cuatro) ministros, con un monto de, a lo sumo, 10.000 funcionarios del Estado (si excluimos al Ejército) y traspasándoles a las autonomías incluso las cuestiones de Seguridad, ya que es evidente que no las reclama para el Estado: Policía Nacional (con perdón) y Guardia Civil, eso siempre y cuando que el Rector de la España plena no decidiera, por presiones nacionalistas, que ha llegado el momento de disolver a la Benemérita.
Todavía hay más, Zapatero animó a los Ejecutivos regionales a hacerse con competencias en aeropuertos, nuevas tecnologías, Justicia, inmigración y relaciones laborales. Y está muy bien, francamente, porque ya iba siendo hora de que la administración del Aeropuerto del Prat, por ejemplo, que los nacionalistas catalanes se niegan a aceptar como una competencia propia, de ahí que haya que animarles con saña, alcance el rango que merece y pase a estar rotulado exclusivamente en catalán (como los juzgados), lengua de comunicación internacional que nadie desconoce y que no precisa, por lo tanto, del actual acompañamiento de ese par de dialectos como son el inglés y el español. Lo mismo podría afirmarse en relación a los inmigrantes, de quienes se sabe a ciencia cierta que su principal objetivo al radicarse en los Països es alcanzar el conocimiento, a poder ser grado C, de la lengua de Pompeu Fabra.
Otra competencia que Rodríguez desea transferir, como se demostró en su incitación al ánimo de los presidentes territoriales para que no duden en asumirla, es la Justicia. Porque la Justicia, con independencia de que acuerde resoluciones más o menos parciales en sus tribunales, no debe ser jamás un obstáculo para la llamada al redil progresista de la tropa irredenta (la ETA activa y la Terra LLiure durmiente) y la de sus encubridores, como hemos comprobado estos días a través de un par de sentencias impecables: El Tribunal vasco absuelve a Atutxa, Knörr y Bilbao sin valorar si cometieron delito al desobedecer al TS y una juez archiva la causa contra Balza por el acto de Batasuna en Anoeta.
Me da la sensación, tras repasar a vista de pájaro (vocablo de lo más oportuno) los comentarios de Rodríguez en el Senado, que este hombre quiere mandar mucho, o al menos aparentar lo indecible, pero calentarse poco la cabeza. Vamos, lo que se dice un auténtico vago. Un Gobierno de 4 ministros, con consejos que podrían convocarse una vez al trimestre y dedicarse a jugar al póquer abierto para evitar las trampas entre ellos mismos (o al teto, si finalmente es Zerolo uno de los agraciados para el cargo), denota a las claras que nos hayamos ante un fulano dispuesto a no dar golpe, dedicado más bien (full time) a sonreírle al mundo y ocupado en los corrillos de las recepciones a las que él acude. Eso sí, con desprecio absoluto hacia el monarca y su consiguiente cabreo al sentirse ninguneado. ¡Por Dios bendito, qué hemos hecho para merecer un castigo semejante!
Publicado el 9 de noviembre de 2005
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