Me parecería perfecto que cogiesen a unos cuantos maricones (un grupo reducido de exaltados) y los metieran en la cárcel (no deje de ver el enlace a la noticia). Sí, digo bien, maricones, ya que mariconadas, en el sentido de bajezas morales, es lo que cabe atribuirles a ciertos miembros de la plataforma Orgullo Gay que el pasado 2 de julio exhibieron sus desvergonzados instintos en Madrid. La homosexualidad es una cosa y otra bien distinta las mariconadas, sobre todo cuando éstas van acompañadas de odio, escarnio y deseo de agredir a cuanto de respetable hay en instituciones milenarias, como la familia o el Cristianismo, a las que pertenecemos la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Del mismo modo que la especie humana es una y a la par diversa, puesto que hay razas, ideologías y actitudes variadas entre sus miembros -entre los que nunca faltan delincuentes o marginados-, en el mundo de la homosexualidad, que dicho sea de paso no creo que alcance ni de lejos ese 10% que los del ramo se atribuyen a sí mismos, existen comportamientos muy razonables y moderados -con o sin armario de por medio- junto a conductas repelentes y artificiosas, por no llamarlas directamente delictivas, que generan un marcado rechazo entre los amantes de la Ley. Porque en realidad de eso pretendo hablar, del respeto a la Ley, se pertenezca al colectivo homosexual o se encuentre uno en el 90 y muchos por ciento restante.
Ser filo-maricón no concede en el acto la impunidad, al menos la impunidad ética, ni siquiera si se lleva entre los dientes el carné de diputado del PSOE. De ahí que, según lo veo, el burriciego mental de Pepiño Blanco, que encabezó la mariconada de Madrid sin que de su boca surgiera la menor crítica a aquella orgía de insultos y desvergüenzas, debiera callarse si sabe lo que le conviene para no quedar como un perfecto imbécil -algo nada insólito en él- en lugar de afirmar del PP que "hace lo mismo que históricamente hizo la derecha: oponerse al reconocimiento de derechos y a los avances". Pepiño debiera callarse porque la Historia, y también el presente, han demostrado hasta la saciedad que tradicionalmente ha sido la izquierda quien ha negado a los homosexuales cualquier derecho.
Pepiño, déjame decirte algo y sé que lo entenderás, no en vano ocupas un puesto de gran responsabilidad que te has ganado a pulso gracias a tus "destacados méritos": Dejarás de parecerme un miserable y un hipócrita el día que encabeces una marcha similar a la de Madrid, pero por las calles de la izquierdista La Habana, donde los maricones, e incluso muchos homosexuales, son habitualmente condenados a las mazmorras por el simple hecho de que al Tiranosaurio no le gustan los "mariconsones".
Publicado el 23 de septiembre de 2005
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