De todos es conocida la tendencia del nacionalismo a intervenir en todos aquellos aspectos de la economía que le sirvan para el cumplimiento de sus metas políticas: básicamente el enchufismo gorrón y el control político de la sociedad. Estos meses, los tripartitos secesionistas de Vascongadas y Cataluña han estado pergeñando el asalto definitivo al control de las cajas de ahorros dominantes en sus respectivas comunidades autónomas. Suponemos que el papelón jugado por las infumables sucursales de Llamazares en ambas comunidades habrá sido impresionante.
1. Fusión de las cajas de ahorro vascas: Según el Semanal Digital: El Gobierno nacionalista vasco ha potenciado la creación de una Caja de Ahorros que fusione las tres cajas vascas en una sola gran entidad financiera potentísima que terminarían finalmente conformando una gran Caja Pública Vasca, claro preludio del Banco Público Vasco con el que los jenízaros vasconistas llevan soñando lustros. Con ello, el nacionalismo terminaría controlando para siempre las vidas y haciendas de sus súbditos. Y dada la existencia tan “patente” de libertades que domina aquella entrañable comunidad española (impuesto revolucionario, politización de la economía, reparto de subvenciones a los afiliados al PNV…), el panorama económico que terminaría presentándose al norte del río Ebro, seria digno del mejor escrito orwelliano.
2. La Generalitat pretende controlar las Cajas de Ahorro: El Semanario Alba comenta que el Gobierno nacionalista catalán no ha querido quedarse atrás en esta cuestión y, en la actual ponencia del Estatuto, ha decidido tomar cartas en el asunto y meter mano a las cajas de ahorro saltándose la Constitución a la torera. La Generalitat, que actualmente se limita a dar el visto bueno a la elección del órgano directivo de las entidades financieras, influiría en los procesos de decisión de las cajas de ahorro y, sobre todo, podría decantar adónde van a parar los fondos que la Fundación La Caixa destina a proyectos sociales. Todo un privilegio, puesto que se trata de la Fundación que más dinero reparte en obras sociales: cerca de 250 millones de euros al año. Naturalmente que, con unos gobiernos paramasónicos como los actuales, las entidades sociales católicas ya saben lo que les va a tocar en el reparto.
Bien. Así están las cosas en las comunidades nacional-intervencionistas. Ahora le ha tocado el turno a las cajas de ahorro. Mañana quién sabe. Los independentistas no van a cejar en su afán totalitario. Los nacionalistas llevan gobernando en ambas comunidades desde que se constituyeron como tales a finales de los años setenta. Allí, el principio democrático de alternancia política no parece contar lo más mínimo. Los controles aumentan y los partidos constitucionalistas (en este caso el PP), cada vez lo van a tener más difícil ante el entramado mafioso que se viene montando desde hace muchos, muchos años.
Autor: Smith
Publicado el 31 de julio de 2005
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