Josep Huguet amenazó con una Guerra Civil si no se aprobaba el nuevo Estatut |
Batiburrillo es una bitácora que viene advirtiendo desde hace tiempo del carácter netamente guerracivilista de la Esquerra. Lo llevan marcado a fuego y sangre en la piel y no se pueden desprender de ello fácilmente. Odios tribales, planteamientos absurdos. Esta vez ha sido todo un consejero de Comercio de la Generalitat, Josep Huguet (ERC), quien con una verborrea digna de la clase política más siniestra de nuestra Historia, ha amenazado con el riesgo de que se produzca una guerra civil en Cataluña: si “falla” el Estatut, se generará una “crisis social” y “guerra civil, entre comillas, en Cataluña que ERC girará en contra de España como si fuera Els Segadors”. ¡Fantástico, don Jaime! Usted, por si acaso, siga dando ideas.
Como todo el mundo debiera saber, aunque el nivel cultural de los españoles está como está, la última "guerra civil" catalana fue también provocada por la Esquerra en octubre de 1934. Vamos a recordar un poco cómo se realizaron los preparativos de aquellas "gloriosas" jornadas mitad nacionalistas, mitad revolucionarias. Porque entonces, como hoy, el enemigo de España (ellos se declaran "enemigos" y no al revés, ¡ojo!) es mitad nacionalista, mitad socialista, y no vamos a unir aquí las dos palabras, porque ya es suficientemente elocuente la locura colectiva de toda esta clase política republicano-jacobina como para saber de qué estamos hablando.
Al frente de la Generalidad de 1934 se situaba un conocido francmasón llamado Lluis Companys Jover. Su brazo derecho controlaba la milicia parafascista de los Escamots, en manos de Badía, así como la Consejería de la Gobernación de la Generalidad: estamos hablando de otro reconocido cofrade, José Dencàs Puigdollers. Este curioso personaje, que había ingresado en la orden secreta el invierno de 1928 para, como tantos otros hermanos, dedicarse a hacer oposición a la dictadura de Primo de Rivera, terminó siendo repudiado por sus propios compañeros de logia en 1936 por su falta de discreción, cualidad indispensable para pertenecer a la orden francmasónica.
Al señor Jaime Huguet le convendría repasar cómo preparó Dencàs la guerra civil catalana en 1934. Nosotros, en cualquier caso, le vamos a adelantar algunos datos, por si se decide a realizar una más que urgente limpieza del alcantarillado de la Ciudad Condal. Ah, y para ahorrar descalificaciones e insultos gratuitos, nos vamos a ceñir a lo escrito por el propio separatista Dencàs en su famoso libro El 6 d'Octubre des del palau de governació (Mediterrània, Barcelona. 1935), al Informe del general Batet ante el Tribunal de Garantías Constitucionales y al libro de Enrique Angulo, Diez horas de Estat Catalá, Valencia, 1934.
A las pocas horas de ser proclamado el Estat Catalá, los bravucones esquerristas ya se habían dado cuenta de que todo estaba perdido. Ante la gravedad de la situción, dice Dencàs: "unánimemente me aconsejaron imitar el ejemplo de la Generalidad, porque no quedaba otro camino". ¿De qué camino hablaba Dencàs? Bien, durante tres meses se había construido una mina subterránea que comunicaba los bajos del edificio de Gobernación con las alcantarillas. Se ve que algunos tenían muy claro tanto la explosión revolucionaria como su resultado final. Estas obras eran un secreto a voces. Incluso terminaron siendo motivo de algún comentario en las Cortes de Madrid antes de octubre de 1934.
Comenta Enrique Angulo que Dencàs, en compañía de Pérez Salas, Menéndez, España, Guarner y Xammar, salieron por el pasadizo que comunicaba con las alcantarillas barcelonesas. Menéndez, el "valiente" oficial azañista se despojó de su guerrera de artillero, a la que había arrancado previamente el emblema de Aviación; por si acaso, claro. Los escamots y los guardias de Asalto se quedaron alucinados con la actitud de sus jefazos, que iban esfumándose por el foso que llevaba a la red de las cloacas de la ciudad. Por allí se escabullían hasta salir a la superficie por el barrio de la Barceloneta. Los "currelas", como siempre, se llevaron la peor parte y se quedaron junto a los arsenales de armas y explosivos para plantar cara en una batalla que estaba más que perdida.
No se pierdan las explicaciones de Dencàs sobre su "razonable" huída subterránea: "No hay razón que obligue ni justifique a los jefes responsables de un movimiento revolucionario fracasado a entregarse voluntariamente al enemigo. Esto es tan evidente, y los ejemplos de aquí y de todo el mundo son tan generales, que considero inútil toda justificación" ¡Olé tus huevos, Dencàs! Por cierto, que tampoco tiene desperdicio la estación final de la huida dencasiana: la Italia fascista de Mussolini. Allí don José ofreció a don Benito una Cataluña fascista a los pies de Italia si ayudaba a la Esquerra en venideras aventuras secesionistas. En fin, esas "pequeñas" miserias del partido "democrático" catalanista que nadie suele airear cuando de estos temas históricos se hablan...
¿Qué hará esta vez el consejero de Comercio de la Generalitat, Josep Huguet cuando, proviniente de Zaragoza, se presente la Brigada de Caballería Castillejos II por la Avenida Diagonal? ¿Va a seguir los pasos de sus correligionarios del siglo pasado? Pues entonces, ya sabe... Hay que darse prisa, que tres meses de obras le llevaron al equipo de la Generalitat construir los accesos al alcantarillado de la ciudad. Hombre previsor vale por dos.
Autor: Smith
Publicado el 25 de septiembre de 2005
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