sábado, 6 de enero de 2018

La dictadura paritaria desembarca en Galicia

Pérez Touriño y su sucesor, Feijóo

La aritmética progresista tiene sus peajes. Por ejemplo, a quién se le ocurre hoy en día hacer una serie de televisión sin la parejita gay de rigor, sin el divorciado que quiere meter mano a la vecina del cuarto o sin el adolescente que no tiene claro si le gustan ellos o ellas. O a quién se le ocurre montar una tertulia de prensa rosa sin una mayoría aplastante de homosexuales. Si su "orientación sexual" es la que tiene el 99% de los españoles, intente, intente ser un periodista de prensa rosa y a ver cuántos medios le abren sus puertas. Y por seguir con la televisión, ¿alguna productora sacaría a la luz un late nigth sin disparatar en estas y otras cuestiones de orden ético-moral? Ésta y no otra es la dictadura numérica progresista: la que impone sus reglas contra la libertad de las personas y la lógica de las cosas; la que termina haciéndonos ver que lo que hace una minoría es lo que puede/debe hacer la mayoría.


El partido demagógico y radical que gobierna España con ministras de cuota tan analfabetas como Carmen Calvo, una extraña ministra de Cultura que desconoce las palabras más básicas del latín, acaba de hacerse con el Poder en las entrañables tierras gallegas. Para ello se ha servido de un partido nacionalista de corte romántico, pero de ideas extremistas, que es con lo que el "dialogante" Zapatero más a gusto se siente.

Una de las más viejas ideas progresistas es la paridad sexual en las cuotas de Poder más altas, que es la que la sociedad mejor ve. Con ello, se pretende dar apariencia de que las mujeres han alcanzado ya la igualdad real respecto a los hombres. En cambio, la realidad es que, en vez de seleccionar al personal en función de su capacidad, se toma como referente indispensable la sexualidad (que no la "orientación sexual") del consejer@ de turno. Hasta tal punto es absurda esta medida no apta para mentes de lucidez media-baja hacia arriba, que, a estas alturas, se podría dar ya la situación en la que alguna mujer fuera vetada precisamente por ser eso, mujer, dado que entendemos que la paridad es doble, y que tampoco puede haber más mujeres que hombres en un Gobierno paritario.

Con estas cuitas se ha entretenido estos días el peseguista (PSG) Touriño. Al final, después del parto, los social-separatistas nos han enseñado la fórmula matemática del gobierno perfecto: doce puestos para seis hombres y seis mujeres. Y en este nuevo Absurdistán llamado Galicia, el número de consejerías, ya lo saben, tiene que ser obligatoriamente par, no vaya a ser que la tribu progresista monte en cólera ante la "tamaña injusticia" de que el Gobierno gallego estuviera compuesto por más consejeros que consejeras o a la inversa. ¡Menuda vergüenza! ¡A dónde íbamos a parar!

Autor: Smith
Publicado el 2 de agosto de 2005

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