lunes, 8 de enero de 2018

Hirosima y Nagasaky, injustificables crímenes contra la humanidad

Harry Salomon Truman, presidente de los Estados Unidos

"La destrucción de Hiroshima y Nagasaki fue un crimen mucho peor que cualquier otro ejecutado por los generales japoneses en Tokio o Manila. Si Harry Truman no fue un criminal de guerra, entonces nadie lo ha sido jamás". Con esta contundente frase termina Juan Ramón Rallo un excelente post sobre los bombardeos atómicos con los que los EEUU "obsequiaron" al pueblo japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

Sobre estos bombardeos hay opiniones para todos los gustos. Ahora bien, lo que nadie puede negar es que jamás se mató a tanta gente de una sola tacada, en unos breves instantes y de manera totalmente sorpresiva.


En el citado post de Rallo se viene a decir con argumentos de peso, entre otras cosas, lo siguiente:

- No se puede justificar el bombardeo atómico como "ahorro" de vidas civiles o militares por muy larga que la guerra estuviera resultando.

- Hiroshima era una ciudad con cierta estructura militar, pero nada más. La parte no es el todo.

- El objetivo estratégico se descarta también, dado que la estructura industrial de la ciudad apenas quedó dañada, pues se encontraba a las afueras de la misma.

- La propaganda norteamericana trató de justificar rápidamente los bombardeos, evitando discrepancias en el seno de la coalición aliada. De esta manera, el mundo acogió los bombardeos con cierta perplejidad, pero asociándolos al final de la guerra y sin preguntarse mucho más sobre los mismos.

En todos y cada uno de estos puntos estamos completamente de acuerdo. Item más. Todo nos resulta un tanto extraño al respecto de estos bombardeos atómicos, por lo que vamos a realizar nosotros también algunas puntualizaciones algo diferentes:

1) La decisión de lanzar las bombas atómicas fue de Harry Salomon Truman, el presidente de los EEUU con mayor historial masónico. Grado 33º al cuadrado y porque no había grado 34. Llegó a ser considerado el jefe mundial del la masonería, aunque este cargo no existe. Esto nos resulta un tanto extraño, puesto que si extrapoláramos a la religión católica este dato, ¿a alguien en su sano juicio se le pasaría por la cabeza que a un cardenal se le pudiera ocurrir en el siglo XX lanzar sendas bombas atómicas contra dos ciudades enteras? Dado que la masonería es una orden filosófico-moral en la que se supone más escrúpulos morales cuanta más graduación, aquí hay algo que no nos cuadra. Salvo que los principios masónicos sean un camelo. No se conoce que la orden amonestara jamás a Harry Salomon Truman, sino todo lo contrario, puesto que su carrera masónica continuó creciendo a velocidad de vértigo después de la guerra.

2) El fin no justifica los medios. Y está claro que la finalidad de acabar con la guerra y "ahorrar" víctimas a los aliados y a los propios japoneses no justifica para nada esta trágica decisión. El empleo de un armamento de una escala infinitamnente superior a la convencional, causante de decenas de miles de muertos y de cientos de miles de heridos no es justificable desde ningún punto de vista. Da exactamente igual quién empezó la guerra, puesto que si justificamos estos lanzamientos atómicos, deberíamos ser coherentes y decir que, caso de haber descubierto los japoneses o los alemanes el armamento nuclear a la par o antes que los norteamericanos, hubieran estado en su derecho de utilizarlo, porque estaban en guerra. Lo cual es completamente ridículo. El fin no justifica los medios.

3) Nos viene a la cabeza el archipublicitado bombardeo de Guernica. Murieron 120 personas. Ni una más. No existe ni una sola prueba testifical, parroquial o municipal en la que figuren las defunciones de los "miles" de habitantes de Guernica sacrificados de los que los frentepopulistas de ayer y de hoy nos vienen hablando. Todo fue -y es- pura propaganda republicano-marxista. Se hablaba de cuán infames fueron los alemanes por haber utilizado la "ilustre villa" vizcaína (los segovianos no son de tanto lustre, ya saben) como una especie de campo de experimentación de cara a la Segunda Guerra Mundial. Pero la verdad es que, a pesar de lo "ilustrado" del lugar, la cosa no llegó, ni siquiera, a tanto. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿acaso no estábamos mirando la paja en el ojo alemán (120 muertos), cuando los aliados tenían un vigón de hormigón en Hiroshima (140.000) y Nagasaki (80.000)? Desde luego que existen comparaciones que alcanzan un grado de nesciencia (del lat. nescientia). 1. f. p. us. Ignorancia, necedad, falta de ciencia) supino.

Escribe Rallo: "Hoy, los conservadores "de nuevo cuño" tildan de anti-americano a cualquier que, al menos, tenga algún reparo por la masacre que Truman cometió contra decenas de miles de japoneses inocentes desde el aire. Esto ilustra, como pocas cosas, la diferencia entre los actuales "conservadores" y aquellos que en su día merecieron tal calificativo". Bien, después de haber escrito en esta bitácora el Decálogo del neocon español, nadie dudará de nuestras simpatías por la corriente neoconservadora estadounidense. Ahora bien, lo cortés no quita lo valiente y no nos duele ninguna prenda en decir que Hiroshima y Nagasaki son dos capítulos negrísimos de la Historia de los EEUU. No hay vuelta de hoja.

Autor: Smith
Publicado el 9 de agosto de 2005

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