domingo, 14 de enero de 2018

En defensa de Ricardo de la Cierva

Ricardo de la Cierva (+)

He leído en la bitácora de Jose Cohen, Desde Sefarad (el enlace que se puso en su día ya no sirve), la primera parte de un artículo sobre el historiador Ricardo de la Cierva. Si no le he interpretado mal, Jose viene a decirnos que De la Cierva ha colaborado con antisemitas reconocidos y, tomando como base la actitud anti masónica y anti izquierdista del historiador, asegura que “cree en demasía en esas tesis conspiracionistas que tanto gustan a unos y a otros”. Después añade Jose que “no hay dos sin tres y que el judío también ocupa su lugar”. En mi modesta opinión, el titular de la bitácora no deja demasiado clara su postura respecto a De la Cierva, da la impresión como si no se atreviese a acusarle directamente de antisemita, pero lo insinúa, vaya si lo insinúa. 


Después de leer el artículo de Jose, he leído también los comentarios que le seguían y uno de ellos me ha impulsado a dejar mi opinión en Desde Sefarad, por lo que he comenzado a escribirla. Lo que ocurre es que me he extendido tanto que al final he decidido convertir mi comentario en un artículo. A Jose le pondré una nota en su bitácora por si le apetece pasarse por aquí a leer esto. El comentario en cuestión, que me parece bastante desafortunado, es este: “Yo he leido a De la Cierva decir que la conquista mora en 711 se debio a una conspiracion judia. Este viejo tarado franquista sigue teniendo la misma obsesión con las conspiraciones judeo masónicas como la que tenía su amo y señor. En fin, no hay que perder el tiempo con los disparates que suelten pseudohistoriadores como el botarate este y putos nazis como Moa o Vidal que circulan por ahí”.

Por mi parte, esta es la nota que estada redactando para Jose Cohen y que concluyo en Batiburrillo: No sé lo que dirá De la Cierva en su prólogo respecto a los Protocolos, si bien reconozco que el tema ha despertado mi curiosidad y cuando pueda intentaré documentarme. Jose, tú sabes perfectamente cual es mi opinión sobre los judíos y no es la primera vez, ni creo que sea la última, que muestre mi simpatía hacia vosotros. Por eso mismo me creo autorizado a darle la razón a De la Cierva, que lo único que dice en sus obras, al menos que yo haya leído, es que los judíos ayudaron a los musulmanes en la invasión de Hispania. Esa ayuda, bien documentada en la historiografía, a mi modo de ver fue un episodio perfectamente natural, puesto que los últimos reyes godos maltrataron sobremanera a la abundante población judía que por aquel entonces residía tanto en la Península Ibérica como en el norte de África, donde el reino godo poseía el condado de Ceuta, anteriormente un ducado de mayor territorio.

Históricamente se conoce que, excepto Witiza, penúltimo rey godo, muchos de los anteriores monarcas cometieron verdaderas atrocidades hacia la población hispanojudía. El sucesor de Witiza, Rodrigo, perteneciente a una de las familias maltratadoras, les infundió tal temor a los judíos que de inmediato se situaron del lado de Akhila, joven hijo del fallecido rey Witiza. La población judía, del mismo modo que muchos hispanogodos, simplemente se posicionó del lado que consideró menos perjudicial para ellos, el vitizano. 

Poco después se produjo una gran batalla entre los fieles a Rodrigo y los partidarios de Akhila, a cuyo mando se situó el duque Requesindo, puesto que Akhila era un muchacho. Rodrigo ganó la batalla, sus oponentes juraron acatamiento a cambio de ciertos privilegios, como por ejemplo que Akhila no perdiese su condición de duque de la Tarraconense, donde poseía numerosas propiedades, y la guerra civil quedó paralizada durante unos meses.

Pero los vitizanos, cuyos jefes eran Oppas y Sisberto, hermanos de Witiza, ambos de condición religiosa y por lo tanto sin posibilidades de reinar, no fueron de buen conformar y trataron de desestabilizar en dos frentes a Rodrigo. De un lado fomentaron la revuelta de los vascones y de otro enviaron mensajeros a Qairuán para que el emir Musa pusiese a su disposición un ejército beréber. Al cabo de unos seis meses, mientras Rodrigó se hallaba combatiendo a los vascones, Tariq irrumpió en Gibraltar al mando de unos 12.000 hombres. Y aquí, dicho por Ricardo de la Cierva y por cualquier historiador de los que yo he leído, como por ejemplo Levi Provençal o Anwar G. Chejne, entran los judíos en escena por segunda vez en ese período que podemos situarlo a caballo de los siglos VII y VIII. 

El ejército de Tariq sólo estaba destinado a apoyar a la facción vitizana para que llegase a Toledo y proclamar allí al nuevo rey, que de acuerdo con el pacto establecido debía ser Akhila. Los judíos, considerando que los vitizanos favorecerían su causa del mismo modo que ya lo había hecho el fallecido rey Witiza, decidieron ayudar a Tariq por considerarlo subordinado a los vitizanos. Lo que luego sucedió es que Tariq, tras su brillante victoria de Guadalete, se desentendió del pacto (concurrieron para ello numerosas causas) y decidió tomar por su cuenta Toledo y otras ciudades. Al cabo de poco más de un año, apareció en Hispania el emir Musa, al mando de 18.000 árabes (esta vez sí, puesto que los anteriores eran casi todos beréberes), y se dedicó a conquistar ciudades tan importantes como Mérida o Sevilla y otras muchas. Ya todo fue irremediable y los musulmanes acabaron en poco meses con el reino visigodo.

El incumplimiento del pacto entre los vitizanos y Tariq, repito, es algo que los judíos supieron cuando era demasiado tarde, lo que significa que en ningún momento traicionaron a su patria, a la que ellos llamaban ya Sefarad. Luego, como es lógico, los judíos se amoldaron al poder de los musulmanes, que además los trataron mucho mejor que lo habían hecho algunos reyes godos. Claro que no hay que olvidar que los islamitas estaban en minoría absoluta y de ahí su deseo de no fomentar rebelión alguna. Así lo cuenta Ricardo de la Cierva y así se lo he leído yo. Y no puedo ni sospechar que en un asunto tan fundamental un historiador de su categoría vaya escribiendo algo distinto en cada obra. Eso sí, quizá me haya dejado algún matiz porque he escrito todo esto de memoria y a vuela pluma, pero básicamente es una información contrastable en cualquier tratado historiográfico de cierto nivel. Nadie serio, pues, culpa a los judíos hispanos de haberse aliado con los “moros”, como afirma el mentecato cuyo nota he copiado, y aún menos para favorecer la dominación musulmana de Hispania. Fue algo mucho más sencillo que eso, los judíos decidieron tomar partido por una de las dos facciones regias y lo hicieron por puro instinto de supervivencia. 

Párrafos como este: “Este viejo tarado franquista sigue teniendo la misma obsesión con las conspiraciones judeo masónicas como la que tenía su amo y señor” O este otro: “En fin, no hay que perder el tiempo con los disparates que suelten pseudohistoriadores como el botarate este y putos nazis como Moa o Vidal que circulan por ahí”, que no responden ni al buen gusto ni a la verdad, creo que deberían ser reprendidos duramente por el titular de la bitácora “Desde Sefarad”. De no hacerlo, tenga o no razón en el antisemitismo que a mi modo de ver le adjudica infundadamente a Ricardo de la Cierva, será Jose quien para mí habrá perdido en esta batalla. Y bien que lo siento. 

Publicado el 31 de agosto de 2005

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