Tras un doloroso parto que se anunciaba difícil debido principalmente a la inadecuada y disoluta vida de los padres durante el embarazo, la pericia e imaginación del equipo médico de urgencias salvó a la criatura. Sin embargo y como era de prever, el bebé nació deforme y nadie sabía como decírselo a sus progenitores.
-“Miren ustedes –finalmente les anunciaron–, su hijo está bien, pero... lamentamos comunicarles que la criatura tiene algunas deficiencias físicas”.
-“No importa. Es nuestro hijo. Lo queremos como esté”.
-“Si... pero es que deben saber, que no tiene piernas ni brazos”.
-“Caramba. Hmmm... No importa. Es nuestro hijo. Lo queremos como esté”.
-“No nos diga más. No importa. Es nuestro hijo y le querremos igual. Que lo traigan”.
Una enfermera apareció entonces con una bandeja y en ella una enorme oreja. Los padres emocionados al verla no pudieron reprimirse:
-“¡Hijo mío!”
La enfermera les anunció entonces: “Por favor, grítenle un poco que es sordo”.
Autor: Perry
Publicado el 30 de septiembre de 2005
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