No hacía falta que ayer Caballero Bonald montara el numerito en el IV Premio de Novela Ciudad de Torrevieja, al recibir la noticia de que el ganador del mismo era el superdotado César Vidal. Caballero Bonald es comunista, aunque seguramente no reparta ni un duro de todos los que ha acumulado en su vida gracias al opresor sistema capitalista que nos permite ahorrar un duro detrás de otro. Como buen comunista, lógicamente, no tiene ni puñetera idea de lo que su primer apellido significa. Suponemos que para él la caballerosidad es una virtud burguesa o en el peor de los casos, una virtud del Antiguo Régimen típica de los caballeros andantes. En cualquier caso, si algo queda claro es que Caballero no es un caballero. Es un militante comunista y como tal se ha comportado en esta entrega de premios literarios.
César Vidal ha ganado el premio con una excelente novela titulada Los Hijos de la Luz. Una novela en la que, naturalmente, la masonería de la época de la revolución francesa, conectada con los Illuminati no sale nada bien parada. Pero estas cuestiones, al jurado le traen sin cuidado porque lo que se juzga es la calidad literaria de la obra, muy superior a la mayoría de las que el comunista amargado ha escrito a lo largo de su vida.
Este impresentable señor, que no pudo reprimir su mala educación señaló en público que Los hijos de la luz era una novela "ideológicamente detestable". Vamos, que diga un comunista que una obra es ideológicamente detestable manda narices; por no citar a Trillo. En calidad (?) de presidente del jurado, el comunista amargado dijo que su contenido le había recordado la "pedagogía franquista que acusaba de todos los males a la masonería". Y apostilló: "La obra queda fuera de tiempo, no es moderna y está a desmano de mis gustos literarios". Sentimos decirle que el que ha quedado fuera de tiempo es él, no César Vidal, un autor muchísimo mas joven que él y que escribirá decenas de miles de páginas más y de más categoría que las que ha escrito a lo largo de toda su vida el comunista Caballero (?) Bonald.
Está visto que la izquierda no sabe perder ni siquiera un premio literario. Recordemos que cuando Ricardo de la Cierva ganó el premio Espejo de España 1989 con su fenomenal trabajo 1939. Agonía y victoria, Tusell, miembro del tribunal que concedía ese año el premio de ensayo de la Editorial Planeta, y que él mismo había ganado años antes, tuvo una notoria polémica mediática con el ganador. Tusell abandonó el jurado, afirmando que el premio estaba concedido por la editorial ya antes de reunirse aquel, y que la obra ganadora no sólo no aportaba nuevos datos, sino que repetía tesis ya afirmadas en su tiempo por la historiografía franquista. ¿No es ésto exactamente lo mismo que le ha pasado a César Vidal dieciséis años después? Da la sensación que esta gente se toma demasiado a pecho esto de los premios. Y eso que, como son mayoría aplastante, suelen acaparar casi todos.
Autor: Smith
Publicado el 1 de octubre de 2005
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