sábado, 6 de enero de 2018

Carod, un fulano destinado a la letra pequeña

Con el tiempo, habrá que buscar con lupa para encontrar algún libro de Historia donde figure relacionado Carod. Eso sí, constará en el apartado referido a la infamia política y en letra muy, muy pequeña, acorde con su escasa valía.

Para mí está claro que Carod-“loquesea” es el enemigo público número uno, tanto de España como de la libertad y la convivencia. Cada día tenemos mayores motivos para pensar que ZP es medio tonto, medio malévolo, sectario al mil por cien y no poco codicioso además de mandilón, que de eso se vale Carod-Sabandija para hacerse el gallito cuando políticamente no tiene ni media bofetada. Rara es la vez que no rebuzna este fulano de Esquerra, que a uno no le den ganas de sacarse un billete para Barcelona, buscarle allí, hacerse el encontradizo y decirle cuatro cosas, ninguna de ellas agradable. Ahora resulta que ni la Constitución es la Biblia, ni España una religión, consideraciones que todos somos perfectamente capaces de aceptar, porque ni las leyes ni las patrias son eternas, pero que no vamos afirmando provocativamente, como rufianes, desde una tribuna pública. Sobre todo si a la par se añade que se “evite(n) las amenazas y las descalificaciones” que “pueden crear un mal ambiente con consecuencias negativas”.


A mí no se me ocurriría, por ejemplo, llegar a un cargo de cierta relevancia (más porque se me deje que por mi propia valía), vociferar del mismo modo que lo hace este fulano y decir que el “Estatut ” no es más que la entrega 7 de Harry Poter en el País que nunca existió y que la idea de “Catalunya” que proponen los nacionalistas sólo representa a los que carecen de moral y ante todo pretenden imponer un modelo político totalitario. Y no se me ocurriría por dos motivos, porque hay bastante gente que cree que el “Estatut” y “Catalunya” son dos conceptos de un alto valor sentimental y porque al afirmar semejantes opiniones radicales, aunque haya quienes las compartan, sé que estoy haciéndole daño a otros muchos que no piensan lo mismo. Luego la primera conclusión que puede extraerse de la bilis que Carod-Sabandija ha escupido desde lo alto de su púlpito, aprovechemos su símil religioso, es que carece de escrúpulo alguno y que no le importa hacer el daño que sea y a quien sea. 

A las palabras de Carod-Sabandija podría contestársele esto otro: Y tú no eres un mesías que encarne verdad alguna, por más dogmas cismáticos que les prediques a tus discípulos “camisas negras”. Te asemejas, en cualquier caso, a un anticristo chantajista o a un judas que ha traicionado la memoria de tus mayores, nacidos en esta patria que tanto odias y a la que tendrás que soportar, en actitud rabiosa, hasta el día que te mueras. Porque lo bueno de mequetrefes políticos como tú, cuando son valoramos con cierta perspectiva histórica, es que no representan nada de nada para una nación como España, cuya solera o existencia real se acreditan desde hace siglos a través de numerosísimos episodios heroicos. Tú, carroñero lenguaraz, como mucho llegarás a formar parte de uno de esos grandes y exhaustivos tomos de Historia de España, donde en algún pie de página que haga referencia a la felonía se te citará, con letra pequeña, junto a personajes indeseables de quinta fila. Es decir, habiendo pasado por la vida con la misma categoría política que un grano en el culo.

Lo que ocurre, para desgracia de los que sólo deseamos el bienestar del conjunto de los españoles (¡ahí es nada!), es que en la actualidad nos encontramos con un presidente por accidente que no para de rascarse el culo y de usar paños calientes en lugar de recurrir a lo lógico: La cirugía. Claro que para eso hay que tenerlos bien puestos, ya que no puede usarse anestesia local para evitar que la infección se expanda, y también es preciso un poco menos de apego a la poltrona, que es esa inclinación que padecen los que jamás llegarán a creerse el alto puesto político alcanzado y que, asimismo, figurarán con letra pequeña en los “tochos” de Historia, en este caso quizá en el apartado de la ineptitud.

Publicado el 3 de agosto de 2005

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