El caso Montilla arranca con las declaraciones del jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Félix Sanz Roldán, quien acababa de advertir que entre los militares existe "un gran interés para que España siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles". Declaraciones que surgían al hilo de una pregunta sobre la reforma del Estatuto de Cataluña y a la introducción del término "nación" en el texto estatutario por los nacional-separatistas catalanes. Sinceramente, el JEMAD no pudo haber respondido mejor; en realidad, no podía haberlo hecho de otra manera.
Para infortunio de España, ocurre que las huestes descuartizadoras catalanas cuentan nada más y nada menos que con todo un ministro de Industria, Turismo y Comercio a modo de jefe de la avanzadilla separatista en Madrid. Este señor, por cierto, nacido en Iznájar (Córdoba), ha reaccionado a modo del sociata superprogre que todavía no ha asumido que, en la vida social y política nacional (española), los políticos no tienen la exclusiva del derecho a hablar y a opinar. Y que, en concreto, los militares pueden hablar y opinar de todo lo que quieran, siempre y cuando se ajusten al reglamento militar y a la Constitución. El caso es que, para Montilla, las opiniones del JEMAD son "obvias" y ha dicho que aunque ve "muy bien" que los militares españoles "conozcan la Constitución", pero "no siempre ha sido así".
Pues bien. Este entreguista que lleva un año y medio esquilmando España para bien del gobierno nacionalsocialista de Cataluña, debería saber que nunca, pero mucho menos en la actual coyuntura política, defender la continuidad histórica de España no es sólo un derecho sino un deber de cualquier español que se precie como tal, incluidos por supuesto, los militares, entre cuyas funciones está la de la defensa de la integridad de la Patria.
De peor calado es la apreciación montillesca de que los militares "no siempre han conocido (la Constitución)". Aquí se le nota demasiado que no le han gustado las declaraciones del JEMAD. Bien, pues que sepa este personajucho lo siguiente:
1. Que los militares en la Historia de España han adoptado muchas y variadas posiciones ideológicas, por lo que la generalización que hace es sencillamente una memez.
2. Que si al franquismo se refiere, habría que decirle que el Ejército de la España franquista no era menos democrático que el PSOE, partido político cuya etapa anterior a la Dictadura era completamente bolchevique, puesto que Largo Caballero e Indalecio Prieto terminaron haciéndose con las riendas socialistas. Y que el PSOE no abandonó la idea de la dictadura del proletariado hasta 1979.
3. Que si a los militares golpistas se refiere, habría que decir que éstos eran minoría en 1981 y que el Ejército mismo dio la salida adecuada al 23-F. Y que su camarada Enrique Mújica sabía posiblemente más del golpe que el señor Tejero.
4. Que si a los sectores militares más entusiastas de España se refiere, tan sólo vamos a decirle una cosa: que el Ejército actualmente es infinitamente, repetimos, infinitamente más respetuoso con la democracia, con la Constitución y con la unidad de España que el PSOE, partido político repleto hasta la bandera (roja) de dirigentes y militantes a los que ni España ni la Constitución les dice nada. Así que lecciones al Ejército, pocas. Por no decir ninguna.
Sabíamos que el Ejército era considerado por la izquierda como una institución no ya "burguesa" sino "aristocrática", vamos del Ancien Regime. Ya saben, las mesnadas... Lo que no sabíamos era que teníamos un ministro de Industria, Turismo y Comercio tan cretino que podría competir con Rodríguez Zapatero, no sólo en la ingente labor desnacionalizadora de España, sino también en el concurso mundial de políticos torpes. Los dos terminarían en el podio. Seguro.
Autor: Smith
Publicado el 3 de octubre de 2005
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