No se puede esperar de un político tan deficiente como Zapatero, de entendimiento cortito e ideas muy triviales, que cambie de la noche a la mañana su visión de la política de Estado (¿mande?) y de la ilimitada valía que se concede a sí mismo. Lo contrario sería pretender que un incapaz se convirtiera en estadista por el método CCC y aspirara realmente a mejorar el futuro del conjunto de los españoles. Hoy, ante el Comité Federal del PSOE, reunido para hacer balance del último año, ZP nos ha ofrecido una nueva prueba de su crónica escasez de argumentos programáticos, valga la expresión un tanto rebuscada para definir de una forma piadosa la predisposición del Presidente a gobernar sin programa alguno. Debe ser consciente de que, descontados cuatro temas que afectan a sus votantes más adictos -como puedan ser ciertos colectivos de artistas y homosexuales-, son sus socios en el Parlamento, especialmente ERC, quienes le van fijando el libro de ruta de esa gobernabilidad sui géneris que practica y que consiste en rellenar baches con un pegote rudimentario de alquitrán, por supuesto a cargo del erario público, en espera de que escampe la lluvia y las siguientes elecciones le regalen una mayoría menos asfixiante. Eso sí, se le autorizará a distribuir los pegotes siempre que en el libro de ruta se marque un itinerario que no desentone demasiado con las pretensiones usureras y acaparadoras de su padrino mediático.
El discurso que Zapatero nos ha endilgado hoy, todo un compendio de cómo destacar (en versión AC3-5.1) la propia eficacia (baldía para los que no le hacemos el juego) mientras se ejerce el arte de difamar al contrario, constaba de dos partes desiguales aunque bastante solapadas. La primera consistía en mantener el guión y perseverar en el ataque al anterior Gobierno, y así lo ha hecho nuestro hombre. Por tanto es evidente que ZP opina que la crítica desaforada al PP es una herramienta eficaz y ofrece réditos contrastados, de ahí que no crea necesario dejar de usarla y mucho menos sustituirla por algo tan valioso como la eficacia gubernamental, que requeriría esfuerzo y saber hacer (¿lo cualo?). Sin embargo, lo que le sucede a la gente inclinada a culpar de todos los males a un tercero, pongamos que hablo de ZP, es que la herramienta del reproche va desgastándose a gran velocidad, según avanza la legislatura, y el usuario final, que no es otro que el votante, prefiere acabar fijándose en si el presidente del Gobierno dispone o no de otro utensilio denominado aptitud para el cargo.
En la segunda parte del discurso, Zapatero ha pronunciado una serie de frases tan altisonantes como vacías, marca de la casa, y además las ha remarcado con el mismo tono solemne de siempre, como si la solemnidad y la impostación de la voz fuesen garantías de cumplimiento, veracidad o eficacia, cuando en su caso representan valores muy opuestos a la seriedad política. Cómo denominar, si no, a estas frases zapaterescas: [Nos hemos dedicado a] arreglar algunos rotos notables y a resolver problemas agudos. Todo lo que iba pasablemente bien ahora va razonablemente mejor. Insinuaron debilidad donde hubo una entereza difícil de emular. ¡Por Dios bendito! ¿Es que no hay nadie en el PSOE, de cuyo Comité Federal en pleno cabe avergonzarse con avaricia, capaz de decirle a este hombre que está hablando para 42 millones de personas y que no le vamos a aplaudir sus bobadas porque no todos le debemos el sueldo, la concesión, la prebenda o la subvención? ¿Qué significa arreglar rotos notables? ¿Fastidiar a los beneficiarios del Plan Hidrológico Nacional, por ejemplo? ¿Qué se entiende por resolver problemas agudos? ¿Largarse de Iraq a destiempo, faltando a su propia palabra y usando la gatera de los cobardes? ¿Es a eso a lo que él llama entereza difícil de emular? ¿Hace falta entereza para salir corriendo? Yo creía que la entereza supone integridad para no traicionar acuerdos entre estados y para afrontar con valor las situaciones más penosas. ¡Vivir para ver!
Por otra parte, a quién está acusando Zapatero, en referencia al 11-M, cuando alude a quienes echaron la sal de la infamia sobre la herida abierta, frase, por cierto, muy destacada en todos los medios de prensa de la Secta. ¿Es posible que no sea capaz de ver, y por lo tanto callarse en ese tema como un muerto, que la principal infamia fue su acceso al poder, a lomos de un golpe de estado mediático, acompasado de docenas de alborotos organizados ante las sedes del PP en jornada de reflexión y sirviéndose de 192 asesinados y miles de heridos? ¿Es acaso incierto que en las constantes manifestaciones de los dos años anteriores, amargo caldo de cultivo de lo que había de venir, se desestabilizó al gobierno saliente y a la nación en pleno? ¿No hubo sal y en abundancia en ese no a la guerra que con cada manifestación fijaba a España como objetivo potencial de un atentado que lo cambiase todo en el poder?
A los manifestantes que encabezaba ZP sólo les faltó pintar una diana en las pancartas y alguna frase semejante a esta: Esto es España (en todo caso ellos hubieran escrito "Estado español"), si quieres que nos vayamos de Iraq, esperamos tu dinamita unos días antes de las elecciones. Nosotros haremos el resto. Y ahora, al cabo de dos años, nos viene este individuo a hablarnos de sal en la herida. ¿Por qué se eligió el 11 de marzo y no el 7 de enero o el 24 de mayo para ejecutar la barbarie? Estas son las preguntas a las que Zapatero, en lugar de cerrar en falso la Comisión de investigación del Congreso, debería contestarnos a todos los españoles que continuamos queriendo saber. Pero él, en su línea de sectario redomado, ha preferido decantarse de nuevo por la degradación moral que consiste en: Verter veneno en la copa del ausente. Eso sí, entretanto nos comenta que "perviviremos fuertes", una nueva frase vacía si no se dice a quién va dirigida, si al Comité Federal socialista, a cualquiera que se considere su cuate en la Secta o a la Nación Española, conjunto de personas y territorios conocido por algunos con el nombre de España.
Publicado el 12 de marzo de 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.