Sede central en Madrid del INM (hoy denominada AEMET) |
Media España tirita de frío y la otra media es azotada por vientos fuertes o muy fuertes que empeoran una situación térmica de por sí bastante baja. Hoy ha nevado, en escasa cuantía, en lugares tan insólitos como la costa murciana, además de la capital, que son zonas donde no se recibía la nieve desde hace treinta años. Sierra Espuña, no lejos de la costa y de la capital del Segura, se divisa blanca en su cara norte, donde sí han caído sus buenos chubascos de oro níveo, considerado como tal en la zona. Veintiséis capitales de provincia españolas han amanecido bajo cero, por ejemplo Granada con -9ºC, y las temperaturas máximas de hoy no es fácil que sobrepasen los 10 grados, salvo en Canarias.
Menudo puntazo de acierto se han marcado una vez más los predictores del Instituto Nacional de Meteorología, ese organismo de acreditado buen hacer, especialmente tecnificado y bien dotado en la era Aznar, que este Gobierno socialista, si accede a la propuesta aprobada hace unas semanas en el Congreso, en la que el Tripartito catalán pedía el traspaso de las competencias, no dudará en desguazar para contentar a sus socios garrapatas.
El Instituto Nacional de Meteorología, que nos quede bien claro, aun cuando disfrutábamos en España de una especia de primavera anticipada, avisó hace días de este bajón de temperaturas, del viento fuerte y de la situación inestable -con nevadas- que vive buena parte de la Península y las Baleares. La Dirección General de Protección Civil, la de Marina Mercante o la de Tráfico, entre otras, no podrán decir que su proveedor de productos meteorológicos, imprescindibles para la labor de sendas DD.GG, les ha desabastecido de excelente información.
Están que echan las muelas, podría ser la mejor definición de muchos organismos estatales, empresariales y demás usuarios, ante el riesgo inminente de convertir uno de los más eficaces servicios públicos de España, el INM, en una serie de capillitas enfrentadas (hasta 17) por un quítame allá este cúmulo o esa tormenta. Y todo para darle gusto de un modo tan incomprensible a quien no merece otra cosa que el desprecio de cualquier gobernante sensato: Los nacionalistas periféricos. Si las competencias sólo se le concediesen a Cataluña aún sería peor, por la enorme desigualdad que representa precisamente en un socialismo que presume (carece) de equidad social. ¿Cuántas ganas de lentejas hay que tener como para vender la joya de la corona a quienes quizá usen el traspaso para enchufar a los suyos? Mientras, unos 1.500 técnicos de altísima cualificación se ven impotentes ante el desbarajuste que se avecina. A muchos de ellos, y a sus familias, les habrán frustrado una carrera que requiere largos años de dedicación y esfuerzo para alcanzar la excelencia profesional.
Publicado el 26 de enero de 2005
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